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julio - LiahonaSud

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Las manos de los padres<br />

Elder Jeffrey R. Holland<br />

del Quorum de los Doce Apóstoles<br />

"Seguramente, lo más grande de esas cosas [que se requerirá de los<br />

padres] será el haber hecho todo lo que pudieron para lograr la felicidad<br />

y la seguridad espiritual de los hijos que tienen que nutrir".<br />

En este fin de semana de<br />

Pascua, deseo agradecer no<br />

sólo al Señor Jesucristo resucitado,<br />

sino también a Su verdadero<br />

Padre, nuestro Padre espiritual y<br />

Dios, quien, por aceptar el sacrificio<br />

de Su Hijo primogénito y perfecto,<br />

bendijo a todos Sus hijos en aquellas<br />

horas de expiación y redención.<br />

Nunca como en la época de Pascua<br />

hay tanto significado en esa declaración<br />

de Juan el Amado, que elogia<br />

al Padre así como al Hijo: "Porque<br />

de tal manera amó Dios al mundo,<br />

que ha dado a su Hijo unigénito,<br />

para que todo aquel que en él cree,<br />

no se pierda, mas tenga vida<br />

eterna" 1 .<br />

Soy padre, uno inadecuado por<br />

cierto, pero no puedo comprender la<br />

angustia que debió haber sido para<br />

Dios, en Su cielo, presenciar el profundo<br />

sufrimiento y crucifixión de<br />

Su amado Hijo en tal forma. Todo<br />

Su impulso e instinto deben haber<br />

querido evitarlo, enviar ángeles para<br />

intervenir; pero El no intervino. El<br />

soportó lo que vio porque era la<br />

única manera que un pago salvador<br />

y vicario podría llevarse a cabo por<br />

los pecados de todos Sus otros hijos<br />

desde Adán y Eva hasta el fin del<br />

mundo. Estoy eternamente agradecido<br />

por un Padre perfecto y Su Hijo<br />

perfecto, ninguno de los cuales pasó<br />

la amarga copa ni abandonó al resto<br />

de nosotros que somos imperfectos,<br />

que nos quedamos cortos y tropezamos,<br />

y que con demasiada frecuencia<br />

no hacemos lo señalado.<br />

Al considerar la belleza de lo ocurrido<br />

entre Cristo y Su Padre en esa<br />

primera temporada de Pascua, se nos<br />

recuerda que la relación entre Ellos es<br />

uno de los temas más dulces y más<br />

emotivos que se manifiestan a través<br />

del ministerio del Salvador. El ser<br />

entero de Jesús, Su propósito y deleite<br />

totales se centraban en complacer a<br />

Su Padre y en obedecer Su voluntad.<br />

Parecía estar siempre pensando en El;<br />

parecía estar siempre orando a Él. A<br />

diferencia de nosotros, El no necesitaba<br />

una crisis, ni cambios desalentadores<br />

en los acontecimientos para<br />

dirigir Sus esperanzas hacia el cielo.<br />

Él ya estaba, instintiva y ansiosamente,<br />

mirando hacia allá.<br />

En todo Su ministerio terrenal<br />

parece que Cristo nunca tuvo ni un<br />

solo momento de vanidad o de interés<br />

propio. Cuando un joven trató<br />

de llamarlo "bueno", Él desvió el<br />

cumplido diciendo que sólo uno<br />

merecía tal alabanza: Su padre.<br />

En los comienzos de Su ministerio,<br />

dijo con humildad: "No puedo<br />

bibliotecasud.blogspot.com<br />

yo hacer nada por mí mis'mo... no<br />

busco mi voluntad, sino la voluntad<br />

del que me envió, la del Padre" 2 .<br />

Luego de Sus enseñanzas, que<br />

asombraban a los que le escuchaban<br />

debido al poder y a la autoridad que<br />

encerraban, Él diría: "Mi doctrina<br />

no es mía, sino de aquel que me<br />

envió... no he venido de mí mismo,<br />

pero el que me envió es verdadero" 3 .<br />

Más tarde, diría otra vez: "...yo no<br />

he hablado por mi propia cuenta; el<br />

Padre que me envió, él me dio mandamiento<br />

de lo que he de decir, y de<br />

lo que he de hablar" 4 .<br />

A aquellos que deseaban ver al<br />

Padre, que querían oír directamente<br />

del Padre que Jesús era lo que<br />

Él decía que era, Él respondió: "Si<br />

me conocieseis, también a mi Padre<br />

conoceríais... El que me ha visto a<br />

mí, ha visto al Padre" 5 . Cuando<br />

Jesús quiso preservar la unidad entre<br />

Sus discípulos, oró usando el ejemplo<br />

de la propia relación que tenía<br />

con Dios. "Padre santo, a los que me<br />

has dado, guárdalos en tu nombre,<br />

para que sean uno, así como nosotros<br />

[somos uno] " 6 .<br />

Aun cuando se dirigía hacia la<br />

crucifixión, Él contuvo a Sus apóstoles<br />

que habrían intervenido<br />

diciendo: "...la copa que el Padre me<br />

ha dado, ¿no la he de beber?" 7 .<br />

Cuando esa terrible experiencia culminó,<br />

Él pronunció las que debieron<br />

haber sido las palabras más pacíficas<br />

y bien merecidas de Su ministerio<br />

terrenal; al final de Su agonía, susurró:<br />

"Consumado es... Padre, en tus<br />

manos encomiendo mi espíritu" 8 .<br />

Finalmente, había culminado; finalmente,<br />

podía ir a casa.<br />

Confieso que he reflexionado<br />

mucho en ese momento y en la<br />

resurrección, que pronto le seguiría.<br />

Me he preguntado cómo debió<br />

haber sido aquella reunión: el Padre<br />

que tanto amaba a este Su Hijo; el<br />

Hijo que honraba y reverenciaba a<br />

Su Padre en cada palabra y acto.<br />

Para dos que eran uno, como ellos<br />

eran uno, ¿cómo debió haber sido<br />

aquel abrazo? ¿Cómo debe ser ese<br />

compañerismo divino ahora? Sólo<br />

podemos preguntarnos y maravillarnos.<br />

Y podemos, en un fin de<br />

semana de Pascua, anhelar nosotros

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