julio - LiahonaSud
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"No está aquí, sino que<br />
ha resucitado"<br />
Presidente Gordon B. Hinckley<br />
"Esas sencillas palabras: 'No está aquí, sino que ha resucitado', se han<br />
convertido en las palabras más profundas de toda la literatura... son el<br />
cumplimiento de todo lo que Él había hablado concerniente a levantarse<br />
de nuevo".<br />
Mis hermanos y hermanas,<br />
estoy tan profundamente<br />
agradecido de estar ante<br />
ustedes. De entre todos los hombres,<br />
me siento muy bendecido. Soy<br />
bendecido por el amor que me brindan;<br />
a dondequiera que voy, todos<br />
son tan amables conmigo. Soy bendecido<br />
por la fe que demuestran. Su<br />
formidable servicio, devoción y lealtad<br />
se convierten en parte de mi<br />
propia fe. Son en verdad maravillosos.<br />
Es claramente obvio que el<br />
Evangelio, cuando se vive, hace que<br />
las personas sean mejores de lo que<br />
lo serían sin él.<br />
Cuan generosos son con su<br />
tiempo y recursos. A lo largo de este<br />
extenso mundo ustedes prestan servicio<br />
para edificar el reino de nuestro<br />
Padre y para llevar adelante Su obra.<br />
La semana pasada hice una llamada<br />
telefónica a un hermano jubilado.<br />
El ha servido como presidente<br />
de misión y actualmente él y su<br />
esposa prestan servicio como misioneros.<br />
Le pregunté si estaría dispuesto<br />
a ir a presidir un templo<br />
nuevo. Le embargó la emoción; no<br />
pudo contener las lágrimas ni articular<br />
palabra. Él y su esposa dejarán<br />
a sus hijos y nietos por un largo período<br />
de tiempo para servir al Señor<br />
en otro llamamiento. ¿Extrañarán a<br />
sus nietos? Claro que sí, pero irán y<br />
servirán fielmente.<br />
Cuan agradecido estoy por la<br />
devoción y la lealtad de los miembros<br />
de la Iglesia de toda la tierra<br />
quienes responden a todo llamamiento,<br />
sin importar los inconvenientes<br />
ni las comodidades de las<br />
que se tengan que privar.<br />
Pero de todas las cosas por las<br />
que me siento agradecido, lo que<br />
más agradezco esta mañana de<br />
Pascua es el don de mi Señor y mi<br />
Redentor. Es el día de Pascua,<br />
tiempo en que, junto con todo el<br />
mundo cristiano, conmemoramos la<br />
resurrección de Jesucristo.<br />
Esto no fue una cosa común y<br />
corriente; fue el acontecimiento más<br />
grandioso en la historia de la humanidad,<br />
y no vacilo en afirmarlo.<br />
"Si el hombre muriere, ¿volverá a<br />
vivir?", preguntó Job (Job 14:14).<br />
Ninguna pregunta es más importante<br />
que esa.<br />
Aquellos de nosotros que vivimos<br />
rodeados de comodidades y seguridad<br />
bibliotecasud.blogspot.com<br />
raras veces nos ponemos a pensar en<br />
la muerte; nuestras mentes están<br />
absortas en otras cosas. Sin<br />
embargo, no hay nada que sea más<br />
seguro, nada que sea más universal,<br />
nada que sea más definitivo que el<br />
término de la vida terrenal. Nadie<br />
se puede escapar de ella, nadie.<br />
He estado ante la tumba de<br />
Napoleón en París, ante la tumba de<br />
Lenin en Moscú, y ante los lugares<br />
donde están sepultados muchos otros<br />
líderes ilustres de la tierra. En una<br />
época estuvieron al mando de ejércitos,<br />
gobernaron con poder casi omnipotente,<br />
e incluso sus propias<br />
palabras provocaban terror en el<br />
corazón de la gente. Con reverencia<br />
he caminado por algunos de los<br />
famosos cementerios del mundo. He<br />
meditado tranquila y detenidamente<br />
al encontrarme en el cementerio<br />
militar de Manila, en las Filipinas, en<br />
donde están sepultados cerca de<br />
17.000 norteamericanos que dieron<br />
sus vidas durante la Segunda Guerra<br />
Mundial, y donde se recuerda a otros<br />
35.000 que murieron en las terribles<br />
batallas del Pacífico, y cuyos restos<br />
jamás se encontraron. He caminado<br />
con reverencia por el cementerio británico<br />
de las afueras de Rangún,<br />
Birmania, y he reparado en el nombre<br />
de cientos de jóvenes provenientes<br />
de aldeas, pueblos y grandes<br />
ciudades de las Islas Británicas y que<br />
dieron su vida en aquellos lugares<br />
calurosos y distantes. He caminado<br />
por los antiguos cementerios de Asia<br />
y de Europa y de otros lugares, y he<br />
reflexionado en la vida de aquellos<br />
que una vez fueron animados y felices,<br />
que fueron creativos y distinguidos,<br />
que contribuyeron mucho al<br />
mundo en el que vivieron. Todos<br />
ellos han pasado al olvido de la<br />
tumba. Todos los que han vivido<br />
sobre la tierra antes que nosotros ya<br />
se han ido; han dejado todo atrás al<br />
traspasar el umbral de la muerte<br />
silenciosa. Nadie se ha escapado.<br />
Todos se han ido a "esa ignorada<br />
región cuyos confines no vuelve a<br />
traspasar viajero alguno" (Hamlet,<br />
acto 3, escena 1). De ese modo lo<br />
describió Shakespeare.<br />
Pero Jesús el Cristo cambió todo<br />
eso. Sólo un Dios pudo hacer lo que