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MANUAL DE SUGERENCIAS PARA LA NOCHE DE HOGAR

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La resolución de<br />

problemas en el<br />

matrimonio<br />

Algunas veces nuestro deseo<br />

de tener un matrimonio<br />

ideal es tan grande que fijamos<br />

metas muy poco realistas, y<br />

aun lo que esperamos de nuestro<br />

cónyuge es demasiado. Cuando las<br />

cosas no funcionan como nosotros<br />

deseamos, nos olvidamos del derecho<br />

que ellos tienen de ejercer su<br />

libre albedrío, albergamos resentimientos<br />

y nos cegamos hasta el<br />

punto de no darnos cuenta de cuál<br />

es nuestra culpa en los problemas<br />

matrimoniales. Pensamos que sólo<br />

nuestro cónyuge tiene la culpa, y<br />

a menudo justificamos nuestros<br />

sentimientos debido a lo que ellos<br />

nos han hecho. El élder Carlos E.<br />

Asay nos recuerda que debemos<br />

evitar la contención.<br />

"No contendáis ni discutáis sobre temas<br />

doctrinales. El Maestro nos puso<br />

sobre aviso al decir: 'Aquel que<br />

tiene el espíritu de contención no<br />

es mío, sino es del diablo' (3 Nefi<br />

11:29). Si para lograr fines justos<br />

recurrimos a tácticas satánicas, vamos<br />

evidentemente por el mal camino<br />

que sólo conduce a la frustración,<br />

así como a la pérdida del<br />

Espíritu y la más absoluta derrota."<br />

(Carlos E. Asay, "La oposición<br />

a la obra de Dios", Liahona,<br />

febrero de 1982, página 120.)<br />

Cuando se está tratando de resolver<br />

los problemas en el matrimonio,<br />

debemos concentrarnos en<br />

nuestras propias debilidades. El élder<br />

Neal A. Maxwell, al hablar<br />

acerca de la manera.de hermanar<br />

a los miembros inactivos, nombró<br />

un principio muy importante que<br />

se puede aplicar a cada uno de nosotros,<br />

especialmente a las parejas.<br />

"Si la elección está entre el reformar<br />

a otros miembros de la Iglesia<br />

o a nosotros mismos, ¿hay acaso<br />

alguna duda de por quién debemos<br />

empezar? La clave está en mante-<br />

ner nuestros ojos bien abiertos para<br />

ver nuestras propias faltas y un<br />

poco cerrados para ver las de los<br />

demás, y no lo contrario. Las imperfecciones<br />

de los demás nunca<br />

nos van a eximir déla necesidad<br />

que tenemos de mejorar nosotros<br />

mismos." (Neal A. Maxwell, "El<br />

hermano ofendido", Liahona, julio<br />

de 1982, página 79.)<br />

Estudie la manera en que la pareja<br />

de la siguiente narración siguió el<br />

principio antes mencionado para<br />

resolver sus problemas.<br />

Benjamín y Delia<br />

Era uno de esos días cuando nada<br />

sale bien. No importaba cuánto se<br />

apresuraba Delia para cumplir con<br />

sus responsabilidades de la casa,<br />

era imposible ponerse al día. Su<br />

vecina, con más niños y responsabilidades<br />

que ella, parecía siempre<br />

alegre, al grado que Delia comenzó<br />

a dudar de sus habilidades como<br />

mujer, esposa y madre.<br />

Benjamín iba camino a casa con<br />

más hambre que ningún otro día.<br />

Había sido necesario viajar 128 kilómetros<br />

adicionales para entregar<br />

una maquinaria en una granja y,<br />

por lo tanto, se sentía muy cansado.<br />

Cada minuto que pasaba la<br />

idea de llegar a casa le parecía<br />

más sensacional. Pensaba en la<br />

paz que allí reinaría, los alimentos<br />

y el descanso.<br />

Delia oyó llegar a Benjamín a casa<br />

y echó una mirada al reloj. Eran<br />

casi las siete de la noche. ¿Qué<br />

haría? Había tenido la intención<br />

de preparar la cena, pero no le<br />

había dado tiempo. Escuchó cuando<br />

se abrió la puerta y se apresuró<br />

para poner los últimos panecillos<br />

en el horno.<br />

Benjamín entró y le sonrió a su<br />

esposa. Ella se veía tensa, y él se<br />

fijó en que la mesa estaba vacía.<br />

265<br />

Se detuvo y dio un gran suspiro.<br />

• ¿En qué forma reaccionaría<br />

Benjamín si su mayor interés<br />

fuera por su esposa?<br />

• ¿Si el mayor interés de Benjamín<br />

era propio, que podría haber<br />

pasado?<br />

Benjamín exhaló, le volvió a sonreír<br />

a Delia y dijo:<br />

—Me parece que he llegado a .<br />

tiempo para ayudarte.<br />

La tensión que ella sentía sólo<br />

unos momentos antes había desaparecido.<br />

Más aliviada se acercó a<br />

él, le dio un beso y dijo:<br />

—¡Qué bueno que ya llegaste,<br />

Benjamín! Sé que tuviste más trabajo<br />

que lo acostumbrado y quería<br />

tener la cena lista para cuando llegaras<br />

a casa, ¡pero mira! (y señaló<br />

la mesa vacía).<br />

—No te preocupes; la prepararemos<br />

juntos —dijo Benjamín dándole<br />

un cariñoso abrazo. Entonces<br />

empezaron a compartir lo que les<br />

había sucedido durante el día y los<br />

problemas que cada uno había tenido<br />

que encarar. Mientras Benjamín<br />

ponía la mesa, Delia terminaba<br />

con la cena y le explicaba a su<br />

marido lo terrible que se había<br />

sentido, aun lo abrumada que por<br />

unos momentos se puso. Benjamín<br />

olvidó el hambre que tenía y pensó<br />

en las diferentes maneras en<br />

que podría ayudarla a sentirse mejor<br />

y a que sus días fueran más<br />

placenteros y fáciles de llevar.<br />

¿Les parece fuera de lo común interesarse<br />

en el bienestar del compañero<br />

que hasta el hambre parece:<br />

disiparse? Cuando nos bautizamos,<br />

y cada vez que participamos de la<br />

Santa Cena, hacemos convenio<br />

con Dios que estamos dispuestos a<br />

"llevar las cargas de unos y otros<br />

para que sean ligeras" (Mosíah

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