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Pierre Buis - El Levitico (Cuadernos Biblicos).pdf - Comunidad de ...

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Para otras clases <strong>de</strong> animales prohibidos, po<strong>de</strong>mos<br />

observar que <strong>de</strong>ben ser percibidos como seres<br />

híbridos, que no entran en la clasificación <strong>de</strong> Gn 1:<br />

animales terrestres que claramente no tienen cuatro<br />

patas, aves acuáticas, animales anfibios, animales<br />

marinos que no son peces «con aletas o escamas», el<br />

murciélago, el topo, etc.<br />

Estas reflexiones no preten<strong>de</strong>n explicar todas las<br />

prohibiciones enumeradas en este capítulo (yen<br />

Dt 14,2-21). Por otra parte, el texto se preocupa poco<br />

por justificar estas prescripciones: es una or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l<br />

Señor, no hay nada más que <strong>de</strong>cir. En conclusión, el alcance<br />

exacto <strong>de</strong> estas prohibiciones es subrayado por<br />

una observación que <strong>de</strong>be remitirse a la Ley <strong>de</strong> santidad<br />

(cf. Lv 18): guardarse <strong>de</strong> todas las impurezas que<br />

pue<strong>de</strong>n provocar los animales domésticos o salvajes<br />

es un medio <strong>de</strong> mantenerse «santos», consagrados al<br />

Señor, que ha liberado a un pueblo para ser su Dios.<br />

LA SEGUNDA SERIE (Lv 12)<br />

Es relativa a las mujeres. <strong>El</strong> parto, igual que la<br />

regla (cf. 15,19), entraña una impureza capital porque<br />

hay pérdida <strong>de</strong> sangre (v. 7) y, por tanto, <strong>de</strong> vida. Estaríamos<br />

tentados <strong>de</strong> ver en el origen <strong>de</strong> estas prescripciones<br />

una concepción sacralizada <strong>de</strong> la generación;<br />

los ritos <strong>de</strong> purificación serían entonces ritos <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>sacralización. Pero habría pocos textos que favorecieran<br />

esta interpretación. Por tanto, hay que quedarse<br />

con la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> impureza que apunta, entre otras cosas,<br />

a proteger a la parturienta.<br />

LA TERCERA SERIE (Lv 13-14)<br />

Describe los ritos <strong>de</strong> purificación para las enfermeda<strong>de</strong>s<br />

<strong>de</strong> la piel y diversas micosis. <strong>El</strong> elemento común<br />

18<br />

<strong>de</strong> estas causas <strong>de</strong> impureza parece ser el <strong>de</strong>sarrollo<br />

espontáneo <strong>de</strong> una materia viva cuyo origen no es visible,<br />

<strong>de</strong> una vida parásita. <strong>El</strong> cap. 13 <strong>de</strong>scribe minuciosamente<br />

su diagnóstico, que correspon<strong>de</strong> a los sacerdotes.<br />

A pesar <strong>de</strong> la abundancia <strong>de</strong> los <strong>de</strong>talles, no<br />

se pue<strong>de</strong> i<strong>de</strong>ntificar con certeza esta enfermedad, que<br />

conlleva el completo aislamiento <strong>de</strong>l enfermo. A falta<br />

<strong>de</strong> otro mejor, mantendremos el término <strong>de</strong> «lepra»<br />

dado por las antiguas traducciones, aunque los síntomas<br />

no sean los <strong>de</strong> la enfermedad <strong>de</strong> Hansen.<br />

Se asimilan a la lepra diversas micosis que vuelven<br />

impuros los objetos sobre los que se <strong>de</strong>sarrollan<br />

(tejidos, cueros, mobiliario, muros) y volverían impuros<br />

a los hombres que los utilizaran. Por analogía, la<br />

calificación <strong>de</strong> impureza se exten<strong>de</strong>rá a la fermentación:<br />

el pan con levadura será menos puro que el pan<br />

ázimo (1 Cor 5,8).<br />

Declarado «impuro» permanente, el «leproso» es<br />

excluido <strong>de</strong> la sociedad (<strong>de</strong>l campo o <strong>de</strong> la ciudad) y,<br />

singularmente, <strong>de</strong>l santuario. Cuando está curado,<br />

sólo pue<strong>de</strong> ser reintegrado al precio <strong>de</strong> un complejo y<br />

oneroso ritual <strong>de</strong> purificación (14,1-20), pero también<br />

se prevé un ritual económico para un leproso sin<br />

recursos (14,21-32). Es a estos ritos a los que Jesús remitirá<br />

a los leprosos que ha curado (Mc 1,44; Lc 17,14).<br />

Sigue otro ritual para los objetos y construcciones<br />

infectados (14,33-56).<br />

Dos <strong>de</strong>talles llaman la atención: «Después, el<br />

sacerdote tomará parte <strong>de</strong> la sangre <strong>de</strong>l sacrificio <strong>de</strong><br />

reparación y untará con ella el lóbulo <strong>de</strong> la oreja <strong>de</strong>recha<br />

<strong>de</strong>l que se purifica, el pulgar <strong>de</strong> su mano <strong>de</strong>recha<br />

y el <strong>de</strong>do gordo <strong>de</strong> su pie <strong>de</strong>recho» (14,14). Recordaremos<br />

haber leído las mismas palabras en 8,23-24<br />

para la consagración <strong>de</strong> los sacerdotes. Por tanto,<br />

reintegrar a un «leproso» al pueblo consagrado se<br />

convierte en una consagración: su impureza permanente<br />

le había hecho per<strong>de</strong>r el <strong>de</strong>recho a formar parte<br />

<strong>de</strong>l pueblo consagrado.

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