Dios las ha consagrado: el pueblo que eligió (Ex 19,6), el séptimo día (Gn 2,3), los primogénitos <strong>de</strong> los seres humanos o <strong>de</strong> los animales (Ex 13,11-16; Lv 27,26; etc.), la sangre y la grasa <strong>de</strong> los animales domésticos (Lv 7,25-27) o el lugar don<strong>de</strong> Dios se revela a Moisés (Ex 3,2). Otros incluso son santos porque el hombre los consagra: las ofrendas llevadas al santuario (2,1-3; 27,9-10), los días <strong>de</strong> fiesta en la medida en que se los respeta, y cada uno <strong>de</strong>be consagrar su persona «
En cuanto a la dimensión individual, interviene en esta vasta colección <strong>de</strong> reglas <strong>de</strong> conducta que implican a cada persona. Se trata sobre todo <strong>de</strong> acciones concretas, visibles. Ocupan básicamente los caps. 11-25 (salvo el 16 y el 17, que hablan <strong>de</strong> instituciones cultuales). Estas prescripciones implican a todos los israelitas. Únicamente los sacerdotes son objeto <strong>de</strong> disposiciones particulares. Aquí no se habla <strong>de</strong> grupos que podrían manifestar más concretamente la consagración <strong>de</strong>l pueblo, como los levitas o los nazireos (ef. <strong>El</strong> libro <strong>de</strong> los Números, Cua<strong>de</strong>rno Bíblico 78, p. 29). Por tanto, po<strong>de</strong>mos consi<strong>de</strong>rar perfectamente al Levítico como un programa <strong>de</strong> consagración, pero que no menciona otros aspectos <strong>de</strong> la consagración, tal como la íntima relación con Dios en la oración. Este aspecto más íntimo no es el propósito <strong>de</strong> la Ley: si a veces se habla <strong>de</strong> la vida mística <strong>de</strong> Moisés (Ex 33; 34; Nm 11; 12; etc.), no es para proponerla como mo<strong>de</strong>lo. «PUES YO SOY SANTO» Lo que se ha dicho sobre la noción <strong>de</strong> santidad y sobre el programa <strong>de</strong> consagración que propone el Levítico apenas permite enten<strong>de</strong>r cómo la palabra «santo» pue<strong>de</strong> aplicarse a Dios. Por tanto, es preciso estudiar por sí mismo el empleo <strong>de</strong> esta palabra tan frecuente en la Biblia. 1. <strong>El</strong> adjetivo «santo» es puesto en paralelo con gran<strong>de</strong> (Sal 99,3), terrible (Sal 99,3; Jos 24,19), gloria (Is 6,3). Tomado como nombre, «el Santo» es equivalente <strong>de</strong> «Dios» (1 Sam 2,2; Os 11,9). La expresión <strong>de</strong> Isaías «el Santo <strong>de</strong> Israel» se traduciría por el Dios que está asociado a Israel; en otra parte es llamado «Señor <strong>de</strong>l universo» (YHWH Sebaot). Observemos asimismo que las divinida<strong>de</strong>s subalternas que terminarán por llamarse «ángeles» son calificadas <strong>de</strong> «santos» en Sal 89,6.8 y Dn 8,13 (quizás también en Dt 33,3 Y Dn 7,27). LOS SANTOS DEL ALTíSIMO: ¿ÁNGELES U HOMBRES? En el libro <strong>de</strong> Daniel figura una expresión que no ha <strong>de</strong>jado <strong>de</strong> suscitar discusiones: «Los santos <strong>de</strong>l Altísimo» (Dn 7,18.22.25). En este libro, como en muchos textos bíblicos, se llama «santos» a seres celestiales, divinida<strong>de</strong>s subalternas o ángeles. En este mismo libro, los reyes <strong>de</strong> Babilonia hablan <strong>de</strong> «dioses santos» (Dn 4,5.6.15; 5,11) o <strong>de</strong> «santos» (Dn 4,10.14) para <strong>de</strong>signar a sus divinida<strong>de</strong>s. Este vocabulario ya era usado en los mitos y leyendas cananeas <strong>de</strong> Ugarit (siglo XIV). En la Biblia aún se pue<strong>de</strong> citar Sal 16,3; 89,6-8; Job 15,14-15; zac 14,5: ahí se trata claramente <strong>de</strong> estos seres celestiales, estos «hijos <strong>de</strong> Dios» que forman la corte <strong>de</strong>l Señor. <strong>El</strong> libro <strong>de</strong> Daniel emplea incluso la palabra «santo» en singular para un mensajero <strong>de</strong>l Altísimo; por tanto, un ángel (Dn 5,10.20; 8,13). Pero, por otra parte, los israelitas se dicen «santos» (Sal 34,10; Nm 16,3), y el Levítico les invita justamente a llegar a serlo o a seguir siéndolo. Siempre en Daniel, se trata <strong>de</strong> ellos cuando Antíoco persigue al «pueblo <strong>de</strong> los santos <strong>de</strong>l Altísimo» (Dn 7,27), el «pueblo <strong>de</strong> los santos» (8,24) o «los santos» (7,21.22.25). 9
- Page 2 and 3: on frecuencia, el lector moderno se
- Page 5: Durante y después del exilio, a lo
- Page 9 and 10: ficarse, pero sin ofrecer una teor
- Page 11 and 12: SECCiÓN I LOS SACRIFICIOS (Lv 1-7)
- Page 14 and 15: describirla; al menos, sabemos que
- Page 16 and 17: Para otras clases de animales prohi
- Page 18 and 19: Los ritos se desarrollan en tres ti
- Page 20 and 21: SECCiÓN IV LA LEY DE SANTIDAD (Lv
- Page 22: más estricta que en tiempos de Abr
- Page 25 and 26: das involuntarios (Nm 35,9-34; Dt 1
- Page 27: práctica es relacionada con la mag
- Page 31 and 32: «fiesta de las Semanas» (Shabuot)
- Page 33 and 34: segunda palabra, «despreciar», fi
- Page 35 and 36: - vv. 20-21: «Si os preguntáis:
- Page 37 and 38: a la tierra: en la primera secuenci
- Page 41 and 42: es entendido como el lugar de una p
- Page 43 and 44: 1 Pe 1,16, pero encuentra ecos en m
- Page 45 and 46: lámpara, pero encerrada en un estr
- Page 47 and 48: Amonestar, reprender, dirigir un re
- Page 49 and 50: cedido en el momento en el que nos
- Page 51 and 52: perdición. Estigmatizaban la confi
- Page 53 and 54: carta de Juan, que es el pórtico d
- Page 55 and 56: espíritu del concilio, también re
- Page 58 and 59:
cesidad según un orden lógico. Lo
- Page 60 and 61:
uno del otro. En primer lugar, la a
- Page 62 and 63:
ca-crítica, especialmente ayudánd