abrir continuación capítulo iii

otica de “simples e compuestos, letuarios, cordiales,
conserbas, aguas destiladas, y todo lo que es necesario a
la votica”, para que nada falte al que precisa una medici-
na. La botica debía estar abierta durante el día. Por la
noche, aún permaneciendo cerrada, se atenderían las deman-
das urgentes.
Los jarabes y purgas los dará el boticario por
su mano para las enfermerías de varones y dejándolos en
mano de la enfermera, para las mujeres enfermas.
El boticario debía acompañar al médico en su
visita diaria, para tomar nota de lo ordenado para cada
enfermo. Debía obediencia al Enfermero Mayor, y el mozo
de botica se la debía al boticario. El mozo era
asalariado del hospital.
Las drogas para la botica se adquirían en
ferias, principalmente en Medina del Campo, hasta donde
debía acercarse el boticario acompañado de un freire
entendido y hábil.
Los libros de botica debían tasarse anualmente,
por un boticario llamado por el hospital y otro llamado
por el boticario titular; seguidamente pasaban a la
Abadesa que era quien podía dar la orden de pago al
boticario.
Muchas de las “Definiciones” señaladas se repetirán
a través de los siglos, recordados cada vez que
entraba un nuevo boticario al servicio de la botica.
Finalmente se hizo relación de los salarios a
percibir por el boticario y por el mozo de botica, junto a
los de otros profesionales; se puede ver que tenían fijada
una cantidad de dinero a percibir y otra parte en espe-
cias, completando para aquel una remuneración sustanciosa.
Se puede apreciar gracias a la documentación encontrada la
evolución que sufrió la forma de pagar al boticario por
los servicios prestados, pagando posteriormente según las
medicinas tasadas y mas tarde, según las estancias de
enfermos hospitalizados. Por otra parte, se pone en duda
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