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gastó y que los que empleo estan buenos y queda por muy
buen boticario el dicho Joan Sánchez, y esto lo firmo por
así creerlo”. El boticario firmaba como Laurencio de
Robles.
A la vista de las faltas que se fueron reseñando
se podría pensar que la botica no estaba bien provista de
medicinas, aunque según la declaración del médico sí que
.10 estaba, en relación con lo que se venia recetando, lo
cual servía de paliativo a la pobre impresión que podía
ofrecer la dotación de la botica a resultas de la
inspección.
Por otra parte quedaba patente la
profesionalidad del boticario, solo manchada por los
informes que de forma unánime le tachaban de descuidado,
siendo el informe más negativo el de Francisco Salcedo,
antecesor en este botica hospitalaria, a Juan Sánchez, y
que quizás se veía guiado por algún resentimiento
profesional, máxime si tenemos en cuenta que él fue
penalizado por faltas en las pesas y medidas al ser
visitada la botica cuando él estaba de regente.
111-3-5. Inventario del año 1.651
El día 11 de diciembre de 1.651, ante el
escribano José Méndez, se hizo entrega de la botica del
Hospital del Rey a favor de Damián Bravo de Pereda. La
entrega la hacia el boticario José Bravo de Pereda quien
hizo dejación voluntaria de la misma (56).
En el momento de hacer el inventario y tasación
se reunieron los boticarios entrante y saliente; los
boticarios tasadores: Fray Esteban de Villa, monje de la
Orden de San Benito y boticario en el Hospital de San Juan
y Antonio de Amaya vecino de la ciudad acompañado del
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