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se tasaron todos los libros que habia en la droguería,
(estancia de la botica), en 300 Rs. Otras veces fueron
verdaderamente minuciosas.
Con frecuencia se indicaba que en la botica
debía haber dulces, bizcochos y demás alimentos
gratificantes para los enfermos, pero nunca se hallaron en
las tasaciones.
Vemos que los inventarios mas importantes se
hicieron en los años 1.758 y 1.779, pudiendo señalar que
el boticario Manuel Pérez de Limpias, dotó ampliamente su
botica, en los 44 años que permaneció al frente de ésta,
ampliandolo su sucesor José Bernal y conservándolo y
aumentándolo el sucesor de éste, Manuel González de Lara.
Por los inventarios realizados en la segunda
mitad del siglo XIX vemos que se dispuso de una nueva
dotación de la botica. Se perdieron alquitaras, bacías,
fogones, pailas, y cajas de madera para hierbas, pasando a
adquirir nuevos alambiques, cápsulas de porcelana para
evaporar, embudos de vidrio, nuevos hornillos y frascos y
frasquitos para las anaquelerías.
Los mismos cambios podemos admitir en las drogas
y medicamentos, Salvo en el inventario de 1.611, que como
ya señalamos era totalmente, atípico, porque la visita se
hacía con un protocolo general, redactado anteriormente
para todas las boticas; para el resto de los años podemos
comprobar la evolución que se iba produciendo: de contar
con muy pocos productos en los primeros siglos, que pode-
mos pensar eran los que mas uso tenían en el momento, ya
que se dijo al visitar la botica por primera vez que
estaba muy bien abastecida, se pasó a una dotación esplén-
dida a mediados del siglo XVIII y principios del XIX. El
cambio que impuso soportar la Guerra de la Independencia y
la llegada de nuevos movimientos sociales y económicos,
dejaron un hospital ruinoso, y perdido, y el apoyo que los
dirigentes le prestaron desde su fundación no pudo ya
estar a la altura que las circunstancias exigían. Se
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