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p. ángel peña oar san juan macías lima – perú - Dios te llama

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Otra de las peni<strong>te</strong>ncias de fray Juan era salir a la ciudad. Cuando salía de<br />

casa, sólo era por grave necesidad o mandato del Prelado (Superior), los ojos<br />

siempre en el suelo, sin permitir desmanes a la vista 36 .<br />

Y, a pesar de todos sus sufrimientos padecidos por amar al Señor, nunca<br />

se quejaba y repetía constan<strong>te</strong>men<strong>te</strong> sus jaculatorias favoritas: Bendito sea <strong>Dios</strong>,<br />

gracias a <strong>Dios</strong> 37 .<br />

10. EL DEMONIO<br />

Otros grandes sufrimientos debía soportar de mano de los demonios. Al<br />

igual que en la vida de todos los <strong>san</strong>tos, <strong>Dios</strong> permitió que el diablo se le pudiera<br />

manifestar para hacerle sufrir y, de esa manera, conocer mejor la exis<strong>te</strong>ncia del<br />

mal y ofrecer sus sufrimientos por los pecadores que están en camino de e<strong>te</strong>rna<br />

condenación.<br />

Se le aparecían visiblemen<strong>te</strong> los demonios en numerosos ejércitos, que no<br />

podía contarlos, y en horrorosas figuras que no podía tolerar su vista,<br />

amenazándole de que habían de matarle y vengarse en su persona si proseguía<br />

con sus ejercicios.<br />

Otras veces, poniéndosele delan<strong>te</strong> una gran multitud de ellos, le voceaban<br />

y gritaban con unas voces horrendas: “Traidor, embus<strong>te</strong>ro, hipócrita. ¿Piensas<br />

que tienes algo ganado con <strong>Dios</strong>? ¿Por ventura ignoras que Él conoce todas tus<br />

maldades y sacrilegios? Te estás matando a ayunos y disciplinas, si al cabo has<br />

de venir con nosotros a ser preso en el infierno”. Pero el siervo de <strong>Dios</strong> se<br />

acogía en estos lances a pedir misericordia, <strong>llama</strong>ndo en su ayuda a <strong>Dios</strong>, a la<br />

Virgen, Nuestra Señora, a <strong>san</strong> Juan evangelista, a <strong>san</strong> José y a otros <strong>san</strong>tos, sus<br />

devotos, y, haciendo la señal de la cruz contra los enemigos, los hacía ir<br />

corridos huyendo de su presencia.<br />

En otras ocasiones, estando recogido en su celda, entraban infinitos de<br />

ellos con mucho tropel y ruido y, cogiendo por los pies al siervo de <strong>Dios</strong>, lo<br />

sacaban arrastrando por el dormitorio al claustro con grande algazara y risa;<br />

unos le daban puñadas y bofetadas, otros le pisaban el vientre y la cabeza, y<br />

otros le arañaban el rostro hasta que, invocando los nombres de Jesús, María y<br />

José, se iban los enemigos, dejándolo molido y arañado 38 .<br />

36 Meléndez, p. 473.<br />

37 Meléndez, p. 532.<br />

38 Meléndez, pp. 489-490.<br />

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