p. ángel peña oar san juan macías lima – perú - Dios te llama
p. ángel peña oar san juan macías lima – perú - Dios te llama
p. ángel peña oar san juan macías lima – perú - Dios te llama
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Respondió fray Juan: “No, no ha venido nunca”. Esto le admiró<br />
mucho más.<br />
Una tarde llegaron dos clérigos al convento para verlo, pues no<br />
habían entrado nunca en él. Al salir, llamó fray Juan a uno de ellos, le<br />
metió consigo en la despensa de la por<strong>te</strong>ría y le dio sie<strong>te</strong> varas de lienzo<br />
para dos camisas y dinero para la hechura. El clérigo agradeció la<br />
limosna. Cuando salió, le preguntó el compañero: “¿Para que le ha<br />
requerido el padre por<strong>te</strong>ro?”.<br />
Explicó ingenuamen<strong>te</strong>: “Es<strong>te</strong> padre sin duda es un gran <strong>san</strong>to, pues<br />
sin conocerme ni haberme visto en su vida supo mi necesidad y me lo ha<br />
remediado. Hallábame sin camisa y me ha dado dos” 56 .<br />
En las actas del Proceso de Lima se lee el caso de una señora que se<br />
dedicaba a la prostitución para sobrevivir. Un día fue a la por<strong>te</strong>ría a pedir<br />
ayuda a fray Juan y él le dijo que no podía ayudarla, si no cambiaba de<br />
vida. Si cambias, le dijo, todos los días alguien <strong>te</strong> llevará de comer. Yo me<br />
encargaré de ello. Ella aceptó el pacto. Pero un día cayó de nuevo en el<br />
pecado y ese día no le llegó la comida. Al ir a reclamar, fray Juan le dijo<br />
que había pecado. Ella lo reconoció y fray Juan la mandó a confesarse con<br />
el padre Gonzalo García. Y de nuevo recibió de comer como le había<br />
prometido.<br />
Otro día fue a visitarlo el padre Juan de Palacios con un cierto<br />
hombre desconocido, que se hacía <strong>llama</strong>r el capitán Navarro, por haber<br />
sido capitán en la guerra de Chile, en que sirvió muchos años. Fray Juan<br />
tomó del brazo al capitán, lo llevó a la capilla y an<strong>te</strong> la imagen del<br />
crucificado le dijo: “Mire, hermano, a es<strong>te</strong> Señor y <strong>te</strong>ma a <strong>Dios</strong> y cuide de<br />
su alma”. El capitán quedó pasmado… Pocos años más tarde, habiéndose<br />
ido de la ciudad, le cogió al capitán la última enfermedad en el valle de<br />
Jauja, a 50 leguas de Lima y, viendo que se moría, alumbrado de <strong>Dios</strong>, se<br />
dolió de su miseria, confesó públicamen<strong>te</strong> que era religioso apóstata de<br />
cierta Orden de una provincia de España y que, después de ordenado<br />
diácono, desamparó el convento por ciertas contradicciones que tuvo con<br />
su Prelado y, vestido de seglar, pasó a las Indias y al reino de Chile,<br />
donde, asentando plaza de soldado, subió hasta capitán de infan<strong>te</strong>ría.<br />
Vuelto al Perú, había corrido mucha par<strong>te</strong> de él y estado en<br />
muchas ciudades con buena reputación y había vivido 30 años en esta su<br />
56 Proceso dioce<strong>san</strong>o, <strong>te</strong>stigo 9.<br />
28