p. ángel peña oar san juan macías lima – perú - Dios te llama
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Nuestro <strong>san</strong>to se <strong>llama</strong>ba Juan Arcas Sánchez; pero ya adulto, él siempre<br />
decía que se <strong>llama</strong>ba Juan Massías o Masías, una deformación del apellido<br />
original de su tierra, que es Macías. El cambio de apellido parece deberse a que<br />
en algún momento fue acogido por un parien<strong>te</strong> de es<strong>te</strong> apellido. De hecho,<br />
Agustín Romero, que declaró en 1672 en el proceso apostólico (<strong>te</strong>stigo 35), habla<br />
de un tal Bartolomé Macías, que vivía en Lima, a quien siempre fray Juan lo<br />
consideró su parien<strong>te</strong>.<br />
Según la Introducción del Proceso: Desde la niñez dio indicios de futura<br />
<strong>san</strong>tidad. Asiduo a la piedad y a la religión, frecuentaba las iglesias y hacía<br />
altarcitos, veneraba las <strong>san</strong>tas imágenes de Cristo, de la beatísima Virgen y de<br />
otros <strong>san</strong>tos con especial devoción, veneración y culto. Ajeno a juegos de niños,<br />
era un ejemplo para los de su edad por su modestia, compostura y virtud.<br />
Le gustaba ir a rezar a la iglesia delan<strong>te</strong> de la imagen de la Virgen del<br />
Valle, pequeña imagen de talla gótica, que se venera en una de las capillas de la<br />
iglesia parroquial. También le gustaba ir a la ermita del Santo Cristo de la<br />
misericordia, que se hallaba a las afueras del pueblo.<br />
Sus padres criáronle como <strong>san</strong>tos que fueron en <strong>te</strong>mor y amor de <strong>Dios</strong> y<br />
se lució su cuidado, pues, dejando a nuestro niño de sólo cuatros años y medio,<br />
cuando pasaron de ésta a mejor vida, ya sabía, con ser de tan tierna edad, las<br />
oraciones del padrenuestro y avemaría, y las rezaba 1 .<br />
Al morir sus padres, quedó junto con su hermanita de tres años, al cuidado<br />
de su tío ma<strong>te</strong>rno Ma<strong>te</strong>o Sánchez, su padrino. Entre los enseres que llevó consigo<br />
había un candil de hierro, que alumbraba cada noche la escena familiar. Hoy se<br />
considera una venerable reliquia, que obra curaciones.<br />
El padre Meléndez, que lo conoció, dice: De sólo cuatro años y medio era<br />
nuestro niño Juan, cuando <strong>Dios</strong> le privó de entrambos padres, y con muy<br />
especial providencia al parecer, porque como le criaba para que fuera tan suyo,<br />
quiso que su crianza y educación no corriese por cuenta de hombres, aunque<br />
fueran tan buenos como sus padres, sino por su cuenta y providencia, poniéndole<br />
un ayo de las mayores personas que tiene el cielo y la tierra para que cuidase de<br />
él y le enseñase y dirigiese por el tiempo de su vida y después le acompañase<br />
hasta ponerle en la gloria donde gozara el premio de sus servicios y trabajos<br />
padecidos por su amor 2 .<br />
1 Meléndez, p. 453.<br />
2 Ibídem.<br />
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