p. ángel peña oar san juan macías lima – perú - Dios te llama
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papel y en el otro un peso. Mas el platillo no se movió. Puso otro real de<br />
plata. Tampoco se movió el platillo.<br />
Sorprendido, tomó una balanza mayor y fue poniendo cinco, diez,<br />
vein<strong>te</strong>, cincuenta, ciento, quinientos, mil. Sólo entonces subió el platillo<br />
del papel.<br />
El comercian<strong>te</strong>, viendo un caso tan prodigioso, quedó fuera de sí,<br />
viendo la cantidad a que ascendía el peso del bille<strong>te</strong>. La señora y los<br />
circunstan<strong>te</strong>s no quedaron menos admirados ni acababan de salir de su<br />
asombro: la señora, porque tal cantidad era la que necesitaba; los<br />
presen<strong>te</strong>s, por lo insólito del caso.<br />
El comercian<strong>te</strong>, viendo manifiesta la voluntad de <strong>Dios</strong>, entregó los<br />
mil reales a la señora. Ésta los recibió con profundo agradecimiento. Y fue<br />
luego a dar gracias también a fray Juan, que le dijo: Dé gracias a <strong>Dios</strong> que<br />
la ha socorrido con la limosna que necesitaba para dotar a sus hijas 77 .<br />
Estando preñada (embarazada) Doña Agustina de Cordona, se le<br />
antojaron guayabas (una fruta deliciosa y suave) y, como no era tiempo<br />
de ella, no las pudieron hallar, aunque se buscaron con todo cuidado.<br />
Yendo el siervo de <strong>Dios</strong> a visitarla, le manifestó la preñada su antojo y<br />
que <strong>te</strong>mía abortar la criatura. El siervo de <strong>Dios</strong> metió la mano en la<br />
manga y, sacando una guayaba grande y otras pequeñas, de las especies<br />
que la mujer pedía, se las dio y cumplió su antojo 78 .<br />
Estaba la por<strong>te</strong>ría del convento cubierta de sólo es<strong>te</strong>ras sobre unas<br />
varas de guayaquil..., y el siervo de <strong>Dios</strong> quería cubrirla de buena madera<br />
y tablas; y juntó entre sus devotos la limosna para ello. Deseaba que se<br />
acabase la víspera de la fiesta de <strong>san</strong>ta María Magdalena, patrona de su<br />
convento, pero pocos días an<strong>te</strong>s se le ofreció un embarazo (problema),<br />
porque uno de los cuartones de roble que se había de poner y estaba ya<br />
labrado como los demás, al asentarle (colocarlo) se halló que venía corto<br />
y no alcanzaba porque <strong>te</strong>nía media vara menos. Le avisó el maestro de la<br />
obra al siervo de <strong>Dios</strong> y, aunque era muy fácil hallar otro, <strong>te</strong>nía dificultad<br />
el labrarle tan a tiempo que pudiera servir para la fiesta. El siervo de<br />
<strong>Dios</strong> le dijo que lo mirase y midiese bien que a él le parecía que no le<br />
faltaba nada. El artífice, delan<strong>te</strong> del siervo de <strong>Dios</strong>, tomó una vara de<br />
medir, midió el cuartón y luego el ancho de la pieza y le hizo eviden<strong>te</strong><br />
77 Declaración de Francisco de Borja y Doña María de Castro en el Proceso apostólico, <strong>te</strong>stigo 112 y 116<br />
respectivamen<strong>te</strong>.<br />
78 Meléndez, p. 577.<br />
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