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p. ángel peña oar san juan macías lima – perú - Dios te llama

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Doña Isabel de Ávila, envió deprisa un recaudo al siervo de <strong>Dios</strong> fray<br />

Juan, a quien conocía mucho, rogándole que encomendase a <strong>Dios</strong> al<br />

enfermo y le pidiese por su vida. El siervo de <strong>Dios</strong> le respondió: “Que no<br />

tuviese pena que su yerno <strong>san</strong>aría con brevedad·. Y así sucedió que,<br />

contra la esperanza de tres cirujanos, quedó <strong>san</strong>o y convaleció an<strong>te</strong>s de<br />

los nueve días 64 .<br />

Pedro Ramírez <strong>te</strong>nía una cantidad considerable de hacienda en un<br />

navío que esperaban en Lima de Panamá. Hacía muchos días que no se<br />

sabía de él y corría la voz y fama por la ciudad de que se había perdido.<br />

Fue un día Pedro Ramírez a visitar a su amigo fray Juan Macías y, al<br />

pedirle que encomendase a <strong>Dios</strong> aquel navío porque corría que se había<br />

anegado y perdería en él mucha hacienda, el siervo de <strong>Dios</strong> le respondió:<br />

“Yo lo haré con muy buena voluntad, pero crea su Merced que el navío no<br />

se ha perdido y ha de venir al puerto a salvamento”. Creyólo así Pedro<br />

Ramírez... y sucedió que el navío llegó a puerto sin lesión, pero contra la<br />

esperanza de muchos que creían que le había tragado el mar 65 .<br />

Lorenzo Ruiz y Doña María Godínez de Luna, su mujer, cayeron a<br />

un mismo tiempo enfermos de dos diferen<strong>te</strong>s enfermedades, que ambos<br />

llegaron a <strong>te</strong>mer la muer<strong>te</strong>. Viéndose en tanto riesgo, le enviaron a <strong>llama</strong>r<br />

al siervo de <strong>Dios</strong> y le rogaron los encomendase a <strong>Dios</strong>. Los hijos y las<br />

hijas le rogaron lo mismo y el siervo de <strong>Dios</strong> les respondió: “Que se<br />

consolasen mucho, porque a su padre lo quería <strong>Dios</strong> y se lo quería llevar,<br />

pero que a su madre se la guardaría por entonces para que cuidase de<br />

ellos”. Y sucedió como el bendito fray Juan lo afirmó, cumpliéndose la<br />

profecía, aun contra la esperanza de los pacien<strong>te</strong>s; porque Lorenzo Ruiz<br />

no estaba tan en peligro y murió al <strong>te</strong>rcer día, y Doña María Godínez, que<br />

llegó hasta las puertas de la muer<strong>te</strong>, <strong>san</strong>ó de la enfermedad y vivió<br />

muchos años después 66 .<br />

Visitando una tarde al venerable fray Juan una persona principal de<br />

la ciudad, al despedirse, le pidió el siervo de <strong>Dios</strong> que luego que llegase a<br />

su casa le hiciese hacer una mazamorra (bebida calien<strong>te</strong> que se hace con<br />

harina de maíz) y se la enviase, porque le importaba mucho. Y, aunque el<br />

devoto se lo prometió, se la volvió a pedir repetidas veces (ese día),<br />

advirtiéndole que no se olvidase.<br />

64 Meléndez, p. 564.<br />

65 Meléndez, p. 565.<br />

66 Meléndez, p. 566.<br />

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