p. ángel peña oar san juan macías lima – perú - Dios te llama
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d) INVISIBILIDAD<br />
En algunas ocasiones se hacía invisible, cuando no quería recibir<br />
visitas que iban a servirle de disipación. Fray Antonio Espino refiere que,<br />
siendo niño, solía ir a jugar con otros de su edad al cemen<strong>te</strong>rio de la<br />
iglesia de la Magdalena. Una tarde le llamó el siervo de <strong>Dios</strong> fray Juan y<br />
le dijo que se asomase a la puerta y viese calle arriba si venían unos<br />
coches. Tendió a la calle la vista y vio los coches, avisó al siervo de <strong>Dios</strong><br />
y no tardaron mucho tiempo en llegar. Venían en ellos ciertos Oídores de<br />
la Audiencia real de Lima, que entraron en el convento preguntando por<br />
fray Juan. El Prior los salió a recibir y, en<strong>te</strong>ndiendo su demanda, envió a<br />
<strong>llama</strong>r al siervo de <strong>Dios</strong>; pero, habiéndolo buscado en la por<strong>te</strong>ría y<br />
lugares secretos de ella y después por el convento y las celdas y en la<br />
huerta, no pudieron dar con él, de modo que cansados de esperar, se<br />
despidieron y, subiendo en sus coches, se alejaron del convento. Apareció<br />
entonces el siervo de <strong>Dios</strong>, que no se había apartado de su por<strong>te</strong>ría,<br />
porque, apenas se fueron los Oídores, cuando, sin ver que viniese de otra<br />
par<strong>te</strong>, le vieron en su lugar, por lo cual tuvieron por cierto que <strong>Dios</strong>, por<br />
don especial, le había hecho invisible, para que no recibiese la visita.<br />
Cuando, habiéndolo <strong>llama</strong>do el Prior, le preguntó que dónde se había ido,<br />
respondió que no se había apartado un solo punto de su por<strong>te</strong>ría. Y le<br />
dijo: “Padre Prior, no todo lo que se quiere, conviene” 48 .<br />
e) BILOCACIÓN<br />
Juan López de Iparraguirre, mercader, haciendo viaje a España se<br />
fue a despedir, ofreciéndose que, si le mandaba algo, se lo dijese. El<br />
siervo de <strong>Dios</strong> le pidió que en Sevilla le hiciese pintar un lienzo de<br />
Nuestra Señora del Rosario, sentada en una silla con nuestro padre <strong>san</strong><br />
Francisco al lado derecho, recibiendo del niño Jesús el cordón, y con<br />
nuestro padre <strong>san</strong>to Domingo al izquierdo, recibiendo el rosario de mano<br />
de la Señora. Embarcóse, llegó a Sevilla y olvidóse de lo que le había<br />
pedido el siervo de <strong>Dios</strong>. Trataba de volverse al Perú sin la pintura y,<br />
estando un día parado en una calle, hablando con otros hombres, vio<br />
clara y distintamen<strong>te</strong> al siervo de <strong>Dios</strong>… Estúvolo mirando mucho tiempo,<br />
de manera que no pudo dudar de lo que veía, admirado y no sabiendo qué<br />
pensar ni decir. Entonces se acordó de la encomienda. Mandó hacer la<br />
pintura, la trajo a Lima, donde llegó pocos días después de haber muerto<br />
48 Meléndez, pp. 485-486.<br />
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