La política está en otra parte

ahí, una pelea entre nosotros mismos. Porque uno entra al piquete y no
se lava del individualismo, del egoismo, de los vicios. A veces una posición
individualista respecto a no permanecer todo el tiempo que nos
correspondería, o un compañero que en una asamblea en forma
autoritaria plantea su posición sin aspirar a que otros compañeros
también opinen y participen, eso es contradictorio con esto que te estoy
diciendo. Claro, añade Neka, está el tema del liderazgo, de la
competencia, todos estos vicios que arrastramos, asuntos que discutimos
permanentemente en espacios de participación, de formación, y es a
través de ahí que se intenta superar todo esto. Suelto un lugar común:
¿Que se vayan todos? ¡Sí!, estalla Florencia, estamos podridos de este
sistema de representación política. Todos asienten con un espontáneo
cabeceo. Estamos podridos de toda esta basura, dice Alberto. Se puede
llegar a analizar filosóficamente mucho más, pero lo real y concreto es
que estamos hasta las pelotas, no queremos más ésto. Eso es lo que se
expresa. Inclusive en las asambleas de los barrios a los partidos de
izquierda tampoco los quieren, lo ven a Altamira diciendo que es
piquetero y algunos nos preguntan: ché, mirá, ése es piquetero pero
resulta que es diputado de la ciudad de Buenos Aires y gana 5.000
mangos. Esa es un poco la respuesta general, del vecino común. Que se
vayan todos los políticos, y los jueces, y los milicos, y los periodistas
corruptos. Pablo deja escapar un resuello. Nos comimos que elegíamos,
que votábamos, que nos representaban, dice con amargura, y nos
saquearon como nunca en la vida, ¿no? Por ahí los partidos tienen
propuestas, hay partidos de trabajadores que dicen: después venimos
nosotros. Pero nosotros estamos haciendo un ejercicio de una nueva
forma de vida. No podemos putear a los capitalistas y tener la misma
forma de vida que ellos, en las relaciones de trabajo, en la vida cotidiana.
Nosotros por lo menos venimos charlando eso, lo que estamos viviendo
hoy, sin tener que esperar a una toma de poder o a una revolución, es lo
que soñamos que sea la sociedad: con una democracia realmente
participativa, en el ejercicio de lo cotidiano. ¿Hugo Moyano, Juan Carlos
Alderete, Luis D´Elía?, pregunto. Pablo reacciona de inmediato: ¡Que se
vayan todos, que no quede ni uno solo! El hecho de que esten ahí los
dirigentes, que hablen en el palco, que decidan y que haya un acuerdo de
cúpulas entre la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) y la Corriente
Clasista y Combativa (CCC) para llevar adelante esa política, es reproducir
en cada localidad, en cada barrio, una forma de política en donde el jetón
a veces es un tránsfuga. Sena, un caudillo piquetero del norte, dijo algo
muy cierto cuando fue el primer encuentro piquetero del cual se fue
silbado Moyano: estos tipos son lo mismo, hoy se va silbado Moyano,
dentro de seis meses se va a ir silbado D’Elia y así por delante. Hay que
construir otra cosa. Aquel primer congreso, recuerda Alberto, fue todo un
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