15.05.2013 Views

La política está en otra parte

La política está en otra parte

La política está en otra parte

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

m<strong>en</strong>os que p<strong>en</strong>sar <strong>en</strong> los relatos de James Baldwin, <strong>en</strong> particular Esta<br />

mañana, esta tarde, tan pronto, y <strong>en</strong> un fragm<strong>en</strong>to de la nota escrita<br />

por Ricardo Piglia que prologa el cu<strong>en</strong>to: “Su crim<strong>en</strong> es viejo y visible: su<br />

propia piel. El mundo lo castiga acorralándolo contra esos límites<br />

inciertos: lo id<strong>en</strong>tifican con ella hasta el punto de separarlo de sí mismo;<br />

<strong>en</strong> esa quiebra se re<strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra y se extravía definitivam<strong>en</strong>te: primero<br />

debe admitir que es un nigger, <strong>en</strong> seguida lo obligan a reconocer que eso<br />

es un mal. Es preciso que lo asuma, que lo declare y lo confiese: él es<br />

culpable de ser negro; ante el mundo este hecho es una maldición, esa<br />

piel conting<strong>en</strong>te un destino”.<br />

<strong>La</strong> maldición de Paulo <strong>está</strong> conc<strong>en</strong>trada <strong>en</strong> la sangre toba que lleva<br />

d<strong>en</strong>tro, <strong>en</strong> la aspereza de sus rasgos, <strong>en</strong> la oscuridad de su pellejo, <strong>en</strong> la<br />

sabia cad<strong>en</strong>cia de un discurso a todas luces irrefutable. Por una de las<br />

puertas del predio que servirá de sede de la Universidad, de pronto<br />

aparece Angel, uno de los fundadores del Movimi<strong>en</strong>to. Es un hombre<br />

delgado, acaso cuar<strong>en</strong>ta y cinco años, larga cabellera pajosa que, al igual<br />

que Paulo, lleva sujeta por una gomita. Nos estrechamos <strong>en</strong> un caluroso<br />

abrazo, como si nos conociéramos desde siempre. Quiere saber si nos<br />

<strong>está</strong>n tratando como corresponde; le <strong>en</strong>seño la torta, el mate, el dulce de<br />

leche. Alza el pulgar y dice que debemos disculparlo; ti<strong>en</strong>e asuntos que<br />

resolver; hay una campesina, anciana, <strong>en</strong>ferma; la fiebre la <strong>está</strong><br />

devorando, de modo que debe alcanzarle algún medicam<strong>en</strong>to; regresará<br />

<strong>en</strong> una hora, para la comida. Pablo, mi viejo amigo Pablo Conti, también<br />

nos abandona: ha manejado doce horas, bordea el desmayo, buscará un<br />

hotel, una p<strong>en</strong>sión, una cama <strong>en</strong> la que pueda echarse un rato; volverá<br />

más tarde. Paulo prosigue: “Te iba a contar de la represión de diciembre<br />

del 95, que ha sido la más viol<strong>en</strong>ta. Estaba <strong>en</strong> mi casa, sembrando<br />

algodón, y ahí se pres<strong>en</strong>ta una camioneta por allá, <strong>otra</strong> por este lado y<br />

andaba una blanca también que llegó más tarde. Y veo a mis compañeros<br />

arriba, esposados. Y los milicos me preguntan: `¿Vos sos Paulo Aranda?<br />

Estás det<strong>en</strong>ido´, y yo les digo: `No creo´. Y ellos: `Sí, <strong>está</strong>s det<strong>en</strong>ido´.<br />

`¿Det<strong>en</strong>ido? Mostráme la ord<strong>en</strong> del juez´. `No, no la hemos traido, la<br />

hemos olvidado´. `Y bu<strong>en</strong>o, andá a traerla´. Y bu<strong>en</strong>o, ahí empezaron a<br />

agarrarme de la camisa y he empezado a luchar, y ahí volteé a uno y han<br />

v<strong>en</strong>ido más, mandaron a once, cubiertos con chalecos antibalas. Y ellos<br />

me querían esposar para atrás y yo echaba los brazos para adelante. Y<br />

cuando me han esposado, para adelante, como yo exigía, vi<strong>en</strong>e el<br />

<strong>en</strong>cargado de abrir la compuerta para que suba, y ahí he agarrado y le he<br />

metido una patada <strong>en</strong> el traste. Y bu<strong>en</strong>o, <strong>en</strong> prisión t<strong>en</strong>ía un bu<strong>en</strong> tiempo<br />

marcada las esposas, y les digo que me afloj<strong>en</strong>, que me duele, ya se<br />

v<strong>en</strong>ía hinchando y cada vez que se hincha más te aprieta, y me dic<strong>en</strong>:<br />

`No, no te vamos a aflojar por resist<strong>en</strong>cia a la autoridad´. Cali<strong>en</strong>te v<strong>en</strong>ía<br />

yo. Le digo: `¿Ustedes sab<strong>en</strong> lo que <strong>está</strong>n haci<strong>en</strong>do?´. `¿Por qué?´, me<br />

38

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!