La política está en otra parte

trabajo, pero seguramente hoy no tenés para pagar, o directamente no
tenés trabajo. Yo, por ejemplo, estoy en el grupo herrería con otros
compañeros, y salimos a volantear casa por casa, a ofrecer hacer rejas,
alguna cosa que necesiten de soldadura, y changueamos en la semana
como podemos y, si nos va bien, comemos, y cuando no cada uno
particularmente agarra una bicicleta y junta metales, el otro tiene un
carrito con caballos y sale a cirujear, y así vivimos. Porque los ciento
sesenta pesos que cobramos lo usamos para alguna necesidad muy
básica, es plata que dura horas. Para contarte un caso particular, hay un
almacencito que nos fía y le debo 110 pesos, voy a cobrar y me quedan
50. Carlos paga 30 pesos de boleto a los chicos y ya le quedan 130, hay
que pagar alguna cuenta, y así todos. El sueldo sirve para alguna
necesidad muy básica. La otra vez fuimos unos compañeros a cobrar.
Cobrábamos ahí en el Banco y todos veníamos muy contentos, uno iba
caminando despacito, y nosotros le decíamos: “Dále, loco, caminá”, y él
nos dice: “No, esperen, estoy aguantando porque es bueno sentir la plata
en el bolsillo. Cuando llegue a mi casa desaparece, así que la estoy
aprovechando”. Pero igual la lucha sirve. Acá, en Lanús, existe la teoría
del huevo frito. El huevo frito se compone de la yema y la clara. Acá hay
un grupo de cincuenta o cien compañeros que son la yema del huevo
frito, lo amarillo, que son los compañeros que le dan vida al MTD, y la
clara es el relleno, hay trescientos y pico de compañeros anotados en los
planes de trabajo, un poco más tal vez, que son compañeros que por ahí
no tienen la conciencia necesaria, pero sí nos estamos dando el trabajo
con los talleres de formación, y eso, para poder integrar esos compañeros
hacia la yema. Pero esto es a largo plazo, y es muy dificil, cuesta mucho.
Y nosotros decimos que gracias a que estén esos cien compañeros para
que esto tenga vida, lo demás es el relleno, hay compañeros que van,
vienen. Los punteros del municipio vienen y te dicen: “Vengansé a
trabajar acá, si acá no tienen que ir a los piquetes, no se van a llenar de
humo, no van a estar tres días en la ruta, y cobran lo mismo”. Y nos ha
pasado que una treintena de compañeros se fueron a laburar ahí. Y
nosotros decimos que está bien, que se vayan, siguen siendo vecinos del
barrio y los saludamos, cómo andás. Pero así como muchos se fueron,
muchos han vuelto.
Estamos en Monte Chingolo, de modo que el recuerdo del asalto al
Batallón de Arsenales 601 “Domingo Viejo Bueno”, en el mediodía del 23
de diciembre de 1975, aflora, de pronto, con naturalidad. Las Fuerzas
Armadas tendieron una ratonera perfecta a los guerrilleros del Ejército
Revolucionario del Pueblo. La represión fue feroz y desmesurada: entre
miembros del ERP y habitantes de las villas aledañas al cuartel (que
ninguna relación habían tenido con el frustrado copamiento) los militares
mataron a cientos de personas. Nunca pudo saberse con precisión
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