La política está en otra parte

tipo de organización. Democracia directa, porque las decisiones del
movimiento son tomadas en Asambleas Barriales, donde todos pueden
llevar sus propuestas, dar su opinión y cada participante del movimiento
tiene un voto. Allí se eligen o remueven delegados o coordinadores de
tareas, se construyen los criterios del MTD y se deciden los planes de
lucha. La consigna del MTD es Trabajo, Dignidad y Cambio Social. Porque
creemos que podremos revertir esta realidad, no con un cambio de
gobierno, sino con un cambio de sistema de sociedad donde no haya
ningún ser humano por encima de otro, donde no existan ni ricos ni
pobres, donde la tierra, el trabajo, la salud, la justicia y la educación estén
en manos del pueblo y realmente podamos decidir nuestro futuro”.
La correspondencia con Pablo fue por demás larga y sabrosa, signada
por la imaginación, por la gana de respuestas, por la certeza de que todo
estaba por hacerse. En la primera semana de febrero me escribió:
“Querido Hernán:
Estamos en momentos de mucha intensidad en nuestros barrios, no sólo
por la gran actividad sino por la tensión que la situación política impone.
Son las 5 y pico, en unas horas empieza otro lunes movidito. Para no
dejarlo ahí, te quiero decir que, más allá de la necesaria frialdad que
deben tener los análisis que hagamos en momentos difíciles como éstos,
hay momentos de alegría que valen por el resto de las incertidumbres; el
anochecer del viernes en el puente, con una multitud de hombres,
mujeres y jóvenes que empezaron hace un tiempo la lucha por subsistir,
por un plan de empleo, pero que esa tarde estaban decidiendo, en forma
masiva, desafiar a un gobierno prepotente y amenazador... y los
centerares de vecinos de clase media, que se juntaron en Plaza Alsina,
con quienes hay una distancia social difícil de disimular, pero que sin
embargo suben al puente saludándonos, entonando nuestro "grito de
guerra": “¡Piqueteros, carajo!”, al que respondemos con otro canto que se
masifica en las casi tres mil gargantas que hicimos vibrar el puente, y nos
hermana: “¡El pueblo, unido, jamás será vencido!”. Vivir con mis
compañeros esa emoción, quedarme afónico en menos de una hora... No
había miedo ante el vallado humano de la infantería: sí había bronca,
impotencia, pero no miedo. Más allá de los fríos análisis que nos indican
cómo van a responder, y que nos llaman a ser precavidos, en el pueblo,
en las luchas del pueblo, se respiran aires desafiantes.
Con el aprecio que tengo por tu trabajo (algún día te contaré que tuve la
posibilidad de cursar dos años de la carrera de Comunicación Social en la
UBA, que mi paradigma en la profesión -y en la conducta de vida- es
Rodolfo Walsh, y que me gusta escribir, aunque ya perdí las mañas), te
recomiendo que, aquí en zona sur, o en cualquier punta del país que más
te guste, te aparezcas a respirar un poco de patria, de pueblo quiero
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