15.05.2013 Views

La política está en otra parte

La política está en otra parte

La política está en otra parte

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Ha com<strong>en</strong>zado a caer la tarde cuando regreso al piquete. <strong>La</strong> esc<strong>en</strong>a es<br />

<strong>otra</strong>. Muchos se han marchado a su hogar para buscar abrigo. Un<br />

v<strong>en</strong>tarrón frío e inesperado golpea <strong>en</strong> la cara. Una mujer me ofrece un<br />

vaso de mate cocido y una torta frita. Con premura, aprovechando los<br />

últimos resplandores del día, Flor<strong>en</strong>cia <strong>en</strong>saya las pinceladas finales <strong>en</strong> el<br />

mural que ha realizado sobre la tapia de ladrillos de un terr<strong>en</strong>o baldío:<br />

neumáticos <strong>en</strong> llamas; un puño cerrado; el perfil de un piquetero. “Juan:<br />

tu sangre piquetera es nuestra sangre. ¡Piqueteros, carajo!”. Al<br />

pie, <strong>en</strong> letras de gran tamaño: “<strong>La</strong> sangre derramada no será<br />

negociada. MTD <strong>La</strong>nús”. En cada uno de los extremos del piquete<br />

continúa apostada una camioneta de la policía de la provincia. No <strong>está</strong>n<br />

allí con el propósito de evitar disturbios, pues uno de los carriles de<br />

Donato Alvarez <strong>está</strong> abierto a la libre circulación. Filman y delatan. Espían<br />

y delatan. Buscan presas a las que intimidar, cualquier noche, metidos <strong>en</strong><br />

ropa de civil, arma <strong>en</strong> mano, con total impunidad y extravagante<br />

satisfacción. Los observo. Su aspecto, salvo la gorra, el uniforme, no<br />

difiere mayorm<strong>en</strong>te del aspecto de los jóv<strong>en</strong>es y hombres que me<br />

circundan. Algunas familias han montado precarios toldos para protegerse<br />

del frío. Me si<strong>en</strong>to <strong>en</strong> el cordón de la vereda junto a Marcelo. Trabaja <strong>en</strong><br />

el taller de herrería y lleva años <strong>en</strong> el MTD; la militancia social, dice, le ha<br />

cambiado la vida; ahora cree <strong>en</strong> algo, <strong>en</strong> él y <strong>en</strong> sus compañeros, al<br />

m<strong>en</strong>os, <strong>en</strong> la posibilidad de construir una sociedad más justa, aunque, no<br />

ti<strong>en</strong>e duda, se avecinan años de sacrificios y continua <strong>en</strong>trega. “Algunos<br />

funcionarios me dan risa. Pi<strong>en</strong>san que nos vamos a quedar quietos. ¿No<br />

se dan cu<strong>en</strong>ta de que estamos podridos, que no t<strong>en</strong>emos nada que<br />

perder porque ya nos robaron todo, hasta la dignidad?”. Por lo demás,<br />

añade Marcelo, el MTD se ha convertido <strong>en</strong> un espacio de cont<strong>en</strong>ción; con<br />

disimulo, estirando la barbilla levem<strong>en</strong>te, me señala a un muchacho de<br />

quince, dieciséis años que deambula por allí. “Un pibe chorro, bi<strong>en</strong> chorro,<br />

pero ahora lo ves siempre por acá, con nosotros, <strong>en</strong> cada piquete. Antes<br />

se mamaba y salía a chorear, ahora gasta las <strong>en</strong>ergías acá, colabora como<br />

pocos”. Un bullicio de voces y risas nos hace volver la mirada hacia la<br />

esquina de Condarco. Ha llegado la g<strong>en</strong>te de Solano, unas diez personas.<br />

A falta de la murga prometida han traído una guitarra, bu<strong>en</strong> ánimo, gana<br />

de música, y un ejemplar de la revista G<strong>en</strong>te que comi<strong>en</strong>za a circular<br />

<strong>en</strong>tre el g<strong>en</strong>tío, causando la sonora risa del que lee el artículo que Neka<br />

ha marcado: “Confesiones de un piquetero arrep<strong>en</strong>tido”. Al decir de<br />

la nota, los piqueteros suel<strong>en</strong> fumarse un porro y beber un par de<br />

cervezas para ganar coraje; a los pusilánimes, a los que no se atrev<strong>en</strong> a<br />

sumarse a la lucha, los am<strong>en</strong>azan; también recib<strong>en</strong> un puñado de billetes<br />

de alguna organización misteriosa para av<strong>en</strong>turarse <strong>en</strong> la graciosa tarea<br />

de cortar rutas y pasarse horas a merced del frío, de la lluvia, o, desde<br />

luego, del arrebato de locura de un ag<strong>en</strong>te de la policía. <strong>La</strong> revista,<br />

28

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!