Solamente Por Gracia - Iglesia Reformada
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La fe tiene sus semejanzas en el cuerpo humano. Es el ojo que mira las cosas. <strong>Por</strong> el ojo<br />
introducimos en la mente los objetos lejanos. <strong>Por</strong> una mirada podemos en un momento introducir<br />
en la mente al sol y las estrellas lejanas. Así, por la fe o confianza podemos hacer que Jesús se<br />
nos acerque, y que aunque esté en el lejano cielo, entre en nuestro corazón. Tan solo mira a<br />
Jesús, porque contiene la pura Verdad el cántico que dice:<br />
Vida hay por mirar a Jesús... La mirada de fe al momento la vida te da.<br />
La fe es la mano que toma. Cuando la mano toma y se apropia de algo, hace precisamente<br />
lo mismo que la fe al apropiarse de Cristo y las bendiciones de la redención. La fe dice: «Jesús es<br />
mío.» La fe oye hablar de la sangre mediante la cual hay perdón y exclama: La recibo para<br />
perdón de mis culpas. La fe dice que son suyas los legados de Jesús, y dice bien porque la fe es<br />
la heredera de Cristo habiéndose dado a sí mismo y todo lo que tiene a la fe. Aprópiate, amigo, lo<br />
que la gracia te ha legado. No resultarás hurtador, porque tienes permiso Divino: «El que quiere,<br />
tome del agua gratuitamente» (Apoc. 22:17) . El que puede conseguir un tesoro sencillamente<br />
por tomarlo con la mano, será loco si permanece pobre.<br />
La fe es la boca que se alimenta de Cristo. Antes de que la comida nos alimente, es<br />
preciso tomarlo. Cosa tan sencilla es comer y beber. De buena gana tomamos en la boca el<br />
alimento permitiendo que baje en el cuerpo, donde se absorbe constituyéndose parte del mismo.<br />
Pablo en Romanos 10:8; dice: «Cerca de ti está la palabra, en tu boca.» Así es que lo que resta<br />
por hacer es permitir que baje al alma. ¡Ojalá que la gente tuviera hambre espiritual! Pues, el<br />
hambriento que ve la comida delante de si, no necesita aprender a comer. Dame un cuchillo, un<br />
tenedor y la oportunidad, dijo alguien. Para los demás estaba plenamente preparado. En verdad,<br />
un corazón hambriento y sediento de Cristo, solo necesita saber que esta invitado para recibirle<br />
en seguida. Si te hallas en esta condición, no vaciles en recibirle, puedes estar seguro de que<br />
nunca serás reprendido por hacerlo, porque «a todos los que le recibieron, les dio potestad de ser<br />
hechos hijos de Dios» (Juan 1:12) El no rechaza a nadie de todos cuantos a él acuden, sino les<br />
recibe y les autoriza a permanecer como hijos eternamente.<br />
Las ocupaciones ordinarias de la vida ilustran también la fe de varios modos. El<br />
agricultor deposita su semilla en la tierra confiando en que no solo viva sino que se multiplique.<br />
Tiene fe en el arreglo del pacto de que la siembra y la cosecha no cesarán, y queda recompensada<br />
así su fe.<br />
El comerciante entrega su dinero al cuidado de un banquero, confiando del todo en su<br />
honradez y en la solidez de su banco. Entrega su capital en manos de otro, y se siente más<br />
tranquilo que si guardara el oro en su propia casa.<br />
El marinero se encomienda al mar ondulante. Al nadar quita los pies del fondo y descansa<br />
en las olas del océano. No podría nadar, si no se abandonara del todo al elemento líquido.<br />
El platero pone su oro precioso en el fuego que parece ávido de consumirlo, pero lo saca<br />
de nuevo, purificado por el calor del horno.