Solamente Por Gracia - Iglesia Reformada
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los confines de la tierra y de tierras lejanas te llamé, y te dije: mi siervo eres tú; te escogí, y no<br />
te deseché» (Isa. 41:9).<br />
En lo que ha hecho el Señor vemos una razón poderosa para nuestra protección y gloria<br />
futuras, ya que nos ha llamado a la participación de su Hijo Jesucristo. Participación equivale a<br />
tener alguna parte en común con Jesucristo, y desearía que pensaras bien en el significado de<br />
esto. Si en verdad has sido llamado por la gracia divina, has entrado en comunión con el Señor<br />
Jesucristo y por esta razón en conjunto posees todas las cosas. Así que a la vista del Altísimo<br />
eres uno con él. El Señor Jesús llevó tus pecados en su cuerpo sobre el madero, hecho maldición<br />
por ti, y al mismo tiempo él ha llegado a ser tu justicia, de modo que estás justificado en él. Tú<br />
eres de Cristo, y Cristo es tuyo.<br />
Como Adán representa a todos sus descendientes, así Jesús, a todos los que están en él.<br />
Como el marido y la esposa son uno, así Jesús es uno con todos los que se hallan unidos con él<br />
por la fe; uno por una unión espiritual legítima e inquebrantable. Más aún, los creyentes son<br />
miembros del cuerpo de Cristo, y así son uno con él por una unión de amor, viva y permanente.<br />
Dios nos ha llamado a esta participación, esta comunión, esta unión, y por este mismo hecho nos<br />
ha dado señal y garantía de ser confirmados hasta el fin. Si nos considerase Dios aparte de<br />
Cristo, resultaríamos unidades pobres, perecederas, pronto disueltas y llevadas a la destrucción;<br />
pero siendo uno con Cristo somos participantes de su naturaleza y dotados de su vida inmortal.<br />
Nuestro destino está unido con el de Cristo, y entre tanto que él no quede destruido, no es posible<br />
que perezcamos nosotros.<br />
Medita mucho en esta participación con el Hijo de Dios, ha la cual has sido llamado;<br />
porque en ella está toda tu esperanza. Nunca podrás ser pobre mientras que Jesús sea rico, ya que<br />
eres partícipe de los suyo. ¿Qué te podrá faltar si eres copropietario con el Amo del cielo y de la<br />
tierra? Mediante tal participación te hallas por encima de toda depresión del tiempo, de los<br />
cambios futuros y del descalabro del fin de todas las cosas. El Señor te ha llamado a la<br />
participación de su Hijo Jesucristo y por este hecho y obra te ha colocado en posición<br />
infaliblemente segura.<br />
Si eres de verdad creyente, eres uno con Jesús y por tanto puesto en seguridad. ¿No ves<br />
que esto es así? Necesariamente debes ser verdadero hasta el fin, hasta el día de su<br />
manifestación, si de cierto has sido hecho uno con él por un hecho irrevocable de Dios. Cristo y<br />
el creyente se hallan en el mismo barco; a no ser que Jesús se hunda, el creyente no se ahogará.<br />
Jesús ha admitido a sus redimidos en relación íntima consigo mismo que primero será herido,<br />
deshonrado y vencido antes de que sea dañado el más pequeño de sus rescatados. Su nombre<br />
consta en el encabezamiento del establecimiento, y hasta que pierda él su crédito, estamos<br />
asegurados contra todo temor de quiebra.<br />
Así que, vayamos adelante, con la mayor confianza, al futuro desconocido, eternamente<br />
unidos con Jesús. Así gritaran los hombres del desierto: «¿Quién es ésta que sube del desierto,<br />
recostada sobre su amado?» (Cant. 8:5), confesaremos gustosamente que nos recostamos en<br />
Jesús y que pensamos apoyarnos en él cada vez más. Nuestro fiel Dios es una fuente rica que<br />
sobreabunda en deleites y nuestra participación con el Hijo de Dios es un río lleno de Gozo.<br />
Conociendo estas cosas gloriosas, como las conocemos, no podemos vivir desanimados; no, al