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Solamente Por Gracia - Iglesia Reformada

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podemos escapar de la tentación. Hay un algo dentro de nuestro corazón que nos debe mantener<br />

alertas y humillados delante de Dios. Si él no nos confirma, somos tan débiles que fácilmente<br />

tropezamos y caemos, no necesariamente vencidos por el enemigo sino por nuestro propio<br />

descuido. Señor, se tu nuestra fuerza. Nosotros somos la misma debilidad.<br />

Además de esto, notaremos el cansancio que produce una vida larga. Al comenzar nuestra<br />

carrera espiritual subimos con alas de águila, después corremos cansados, pero en nuestros días<br />

mejores andamos sin desmayar. Nuestra marcha parece más pausada, pero es más útil y mejor<br />

sostenida. Pido a Dios que la energía de la juventud nos acompañe mientras que sea la energía<br />

del Espíritu y no simplemente el fervor de la carne altiva. El que hace tiempo anda por el camino<br />

del cielo, encuentra que por razón buena se prometió que los zapatos serían de hierro y bronce,<br />

porque el camino es áspero. El tal ha descubierto que existen Montes de Dificultad y Valles de<br />

Humildad; que existe un valle de Sombra de Muerte, y peor todavía la Feria de Vanidad, todo lo<br />

cual se debe atravesar. Si hay Montes de Delicias (y gracias a Dios que los haya), hay también<br />

Castillos de Desesperación, cuyo interior los peregrinos han visto con mucha frecuencia. Todo<br />

considerado, los que perseveran hasta el fin en el camino de la santidad, serán «objeto de<br />

admiración.»<br />

«¡Oh mundo de maravillas, no puedo decir menos!» Los días de la vida del cristiano son<br />

como otras tantas perlas de misericordia ensartadas en el hilo de oro de la felicidad divina. En el<br />

cielo manifestaremos a los ángeles, a los principados y poderes las inescrutables riquezas de<br />

Cristo que se empleó en nosotros y que disfrutamos aquí abajo. Nos ha mantenido vivos en las<br />

garras de la muerte. Nuestra vida espiritual ha sido una llama ardiendo en medio del mar, una<br />

piedra suspendida en el aire. Será el asombro del universo el vernos pasar por la puerta de perlas<br />

sin tacha el día de nuestro Señor Jesucristo. Debemos sentirnos llenos de grata admiración por<br />

ser guardados una hora siquiera. Espero que así nos sintamos.<br />

Si esto fuera todo, habría razón suficiente para temer pero hay mucho más. Es preciso que<br />

nos acordemos del lugar en que vivimos. Este mundo es un desierto espantoso para muchos del<br />

pueblo de Dios. Algunos de nosotros hallamos gusto especial en la providencia de Dios, pero<br />

para otros es una pena terrible. Nosotros empezamos el día con la oración a Dios y oímos el<br />

canto de alabanza frecuentemente en nuestros hogares; pero apenas se han levantado de sus<br />

rodillas por la mañana muchos de nuestros semejantes, cuando se les saluda con blasfemias.<br />

Salen al trabajo y todo el día se les aflige con vergonzosas conversaciones como al justo Lot en<br />

Sodoma. ¿Puedes andar siquiera por una ancha calle en estos días sin que sean acosados tus<br />

oídos por el lenguaje más soez? El mundo no es amigo de la gracia. Lo mejor que podemos hacer<br />

con este mundo es terminar con él cuanto antes, porque moramos en campo enemigo. En cada<br />

matorral se esconde algún ladrón. En cualquier parte es preciso andar con la espada<br />

desenvainada, o al menos con la espada llamada oración, constantemente a nuestro lado; porque<br />

hemos de luchar por cada pulgada del camino. No te equivoques en este punto, si quieres evitar<br />

la desilusión más amarga. ¡Oh Dios, ayúdanos y confírmanos hasta el fin! Si no ¿dónde nos<br />

detendremos?<br />

La verdadera religión es sobrenatural en su principio, es sobrenatural en su continuación<br />

y es sobrenatural en su consumación. Es obra de Dios desde el principio hasta el fin. Hay una<br />

gran necesidad de que la mano de Dios sea extendida todavía. Esta necesidad siente mi lector

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