Solamente Por Gracia - Iglesia Reformada
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su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos» (Mat. 27:25). Cierto, estos israelitas eran los<br />
asesinos de Jesús; y no obstante fue ensalzado para darles el arrepentimiento. ¡Qué maravilla de<br />
gracia! Escucha pues; si tu has sido criado a la luz cristiana más resplandeciente y a pesar de ello<br />
lo has rechazado, hay todavía esperanzas para ti. Aun cuando hayas pecado contra la conciencia,<br />
contra el Espíritu Santo, contra el amor de Jesús, todavía hay lugar para el arrepentimiento.<br />
Aunque te hallaras endurecido como Israel incrédulo de antaño, todavía es posible tu<br />
ablandamiento, ya que Jesús se haya ensalzado para dar arrepentimiento a los que llegaron al<br />
colmo de la iniquidad, agravando de un modo especial su pecado. ¡Dichoso quien, como yo,<br />
tiene un evangelio tan pleno para proclamar! ¡Dichoso tú que tienes el privilegio de escucharlo!<br />
Los corazones de Israel se habían endurecido como una roca de pedernal. Martín Lutero<br />
creía imposible la conversión de un judío. Sin estar de acuerdo con él, es preciso admitir que la<br />
simiente de Israel ha sido terriblemente terca rechazando al Señor todos estos siglos pasados.<br />
Con verdad dijo el Señor: «Israel no me quiso a mi» (Salmo 81:11). Jesús «vino a los suyo, y los<br />
suyos no le recibieron» (Juan 1:11). No obstante, para bien de Israel fue nuestro Señor Jesús<br />
ensalzado para dar arrepentimiento y remisión de pecados. El lector es probablemente gentil;<br />
pero a pesar de ello puedes tener un corazón muy terco que por muchos años ha resistido al<br />
Señor Jesús. Y, no obstante, en ti puede nuestro Señor efectuar el arrepentimiento. Bien puede<br />
ser que todavía tendrás que escribir, afligido por el amor divino, como el autor de la interesante<br />
obra, Libro de cada día, quien en cierta época de su vida era un incrédulo obstinado. Vencido<br />
por la gracia soberana escribió:<br />
El corazón más altanero, Has quebrantado, Dios, en mí; El yo más terco más fiero Has<br />
bien domado para ti. Tu voluntad cual mía quede: Tu ley, la regla de mi ser; Mi corazón, tu<br />
Santa sede, Mi lucha, siempre obedecer.<br />
El Señor puede dar arrepentimiento al menos digno, volviendo en ovejas a los leones, en<br />
palomas a los cuervos. Volvamos a él para que cambio tan grande se opere en nosotros. Sin duda<br />
alguna la contemplación de la muerte de Cristo es uno de los modos más seguros y efectivos para<br />
alcanzar el arrepentimiento. No te sientes, procurando el arrepentimiento de la fuente seca y<br />
corrompida de la naturaleza. Suponer que tu puedes por fuerza colocar tu alma en ese estado de<br />
gracia, es contrario a las leyes de la mente humana. Lleva tu corazón en oración al que lo<br />
comprende, diciendo: «Límpialo, Señor. Señor renuévalo. Señor realiza tu el arrepentimiento en<br />
él.» Cuanto más procures tu mismo producir emociones de arrepentimiento en ti mismo, tanto<br />
más fracasarás; pero si con fe piensas en Jesús que muere por ti, nacerá en ti el arrepentimiento.<br />
Medita pues, en el Señor que de puro amor derrama la sangre de su corazón por ti. Fija la vista<br />
de tu mente en la agonía y sudor de sangre, en la cruz y pasión; y al hacerlo así el afligido de<br />
tanto dolor te mirará a ti y mediante esa mirada hará para contigo lo que hizo con Pedro, de<br />
modo que tu también salgas para llorar amargamente. El que murió por ti puede hacer que tu<br />
mueras al pecado mediante su Espíritu de gracia; y el que ha entrado en la gloria para tu bien,<br />
puede conducir tu alma en pos de sí, hacia la santidad, dejando atrás el pecado.<br />
Estaré contento de dejarte este pensamiento; no busques fuego debajo del hielo, ni<br />
esperes hallar arrepentimiento en tu corazón natural. Miro al Vivo para hallar la vida. Mira a<br />
Jesús por todo cuanto necesites entre la puerta del infierno y la puerta de cielo. No busques en<br />
otra parte algo de lo que Jesús desea concederte, acuérdate de que Cristo es todo.