nueva revista de filología hispánica - Aleph Ciencias Sociales

28o YAKOV MALKIEL NRFH, XIII
clopedias registran en Andalucía: Osuna, ant. Ossuna (Sevilla), nombre
ya mencionado en el Cancionero de Baena, Osunillas (Málaga), El Perrunal
(barrio minero de la prov. de Huelva), Porcuna (Jaén) y (Fuente)ovejuna
(Córdoba). Del Nuevo Mundo no puedo aducir más que
Torunos, población de Venezuela (est. de Zamora, distr. de Barinas),
frente a Ove jiña (Salta).
Los gentilicios en -uno, sin duda de carácter afectivo, se encuentran
en Andalucía y Colombia: boyacacuno, carchuno, chapanaluno, guamuno;
con ellos enlaza salm. charruno, aunque no esté basado en un
topónimo.
Un sufijo asociado con nombres de animales es ideal para apodos;
testigos el feliz hallazgo de J. A. de Baena, borruno, de doble asociación
con Borra y borr(eg)o; Corzuno y Moscuna, usados entre los sefardíes
antes y después de su dispersión; la Condessa Lobuna ("a causa que se
criavan en su condado muchos lobos") y la Condessa Zorruna en el
Quijote (II, 38) 1: V 3 , y el licenciado Libruno inventado por Quevedo en
maliciosa alusión a Juan Pérez de Montalván.
Proyección estilística. Si se define la estilística no como dimensión
afectiva (según enseñaba Charles Bally), sino como aplicación literaria
—es decir, casi siempre consciente e intencional— de un rasgo lingüístico,
se pueden distinguir dos categorías fundamentales de la proyección
estilística de -uno. La primera abarca los casos de cuidadosa observación
del uso popular por parte del escritor, con el propósito de reproducción
fiel; la segunda, que implica más imaginación, comprende los neologismos,
jocosos o serios, efímeros o duraderos, creados por los autores;
es decir, que presupone una desviación del uso cotidiano. Aunque en
teoría sea muy clara la diferencia entre estas dos posibilidades, no poseemos
los datos en que debería basarse, debido al carácter fragmentario
de la documentación. Ya el primer caso notable, en orden cronológico,
muestra a las claras dónde reside la dificultad. Cuando Juan
Alfonso de Baena escribe, con cierta obstinación, arte borruna, carta
borruna y obra borruna, refiriéndose al célebre bufón Borra, es posible
que recurra a un adjetivo pastoril ya existente (aunque, por extraña
casualidad, no documentado) borruno, de dial, borro 'borrego'. Pero
también es concebible que tal adjetivo no fuese más que "latente" (como,
salvo error, faltan vestigios de *terneruno 114 , aunque tal voz, de emplearse
en un contexto excepcional, resultaría inmediatamente comprensible).
En ese caso, el doble hallazgo de Baena debió de realzar el
efecto cómico de sus poesías palaciegas. Además, sucedía alguna que otra
vez que el mismo autor, en una especie de elegante contrapunto, combinaba
el aprovechamiento del habla popular con variaciones estrictamente
personales. Así, el cambio de cebellina en cebollina (Cervantes)
con una variante "latente" *cebolluna, obedece a tendencias muy bien
1 1 3 F. Rodríguez Marín cree ver en todo ese episodio una alusión sostenida a
cierta aventura amorosa del Duque de Osuna. Esta conjetura armoniza bien con mi
propia observación de que Cervantes se interesó muy activamente en nuestro sufijo.
1 1 4 La aversión a este adjetivo se puede achacar al riesgo de un grave equívoco:
el juego de los interfijos permitiría al oyente relacionar *terneruno con tierno y no
con ternero, como, de hecho, el adjetivo familiar ternerón se aplica a la persona exce­
sivamente sentimental, 'que se enternece con facilidad' (Academia).