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74 Juan van Kessel<br />
a <strong>la</strong> encarnación/inculturacibri, <strong>la</strong> que se realiza en aquello que es del<br />
Otro, i.e. del pueblo aymara” (Suess, 1983,22).<br />
La Iglesia chilena no escapa a <strong>la</strong> imagen global de <strong>la</strong> Iglesia “criol<strong>la</strong>”,<br />
<strong>la</strong>tinoamericana, encamada en una versión criol<strong>la</strong> de <strong>la</strong> cultura ibérica,<br />
esto significa todo menos encarnada en <strong>la</strong> cultura andina autóctona.<br />
Con Suess, podría definirse <strong>la</strong> hipótesis que su carácter criollo es<br />
consecuencia de <strong>la</strong> simbiosis entre el régimen eclesiástico y el político<br />
durante <strong>la</strong> Conquista y <strong>la</strong> Colonia, cuando se imp<strong>la</strong>ntó <strong>la</strong> Iglesia en el<br />
subcontinente.<br />
5.2.1 La teología/ideología de <strong>la</strong> cristiandad. La concepción de <strong>la</strong><br />
Iglesia Chilena (como de toda <strong>la</strong> América Latina de <strong>la</strong> Epoca), vigente<br />
desde <strong>la</strong> Colonia y hasta 1925 y más tarde, es <strong>la</strong> de <strong>la</strong> Cristiandad,<br />
que identifica el orden social, convergente en el Reino o el Estado,<br />
con el orden religioso, coincidente con <strong>la</strong> autoridad eclesiástica. Esta<br />
identidad biotica entre Iglesia y Estado tuvo su expresión en el pacto<br />
entre <strong>la</strong> Jerarquía y los Realistas de <strong>la</strong> Colonia, posteriormente el Partido<br />
Conservador, desde los comienzos de <strong>la</strong> República hasta mediados del<br />
s. XX. Según <strong>la</strong> ideología de <strong>la</strong> Cristiandad, atacar o defender <strong>la</strong> religión<br />
era atacar o defender <strong>la</strong> sociedad, y viceversa. Las consecuencias<br />
eran un triunfalismo poco evangélico pero apoyado en una teología<br />
“bizantina”; un etnocentrismo cerrado frente a <strong>la</strong>s culturas autóctonas;<br />
y una carencia total de crítica al sistema social vigente. El patronato del<br />
Estado, parte de <strong>la</strong> herencia colonial, acentuó el carácter nacional(ista) y<br />
comprometido de <strong>la</strong> Iglesia. Costó una lucha acérrima entre “nacionales”<br />
y “ultramontanos”, que ganaron estos últimos.<br />
Con <strong>la</strong> separación Iglesia-Estado (1925) terminó esta institución<br />
medieval pero el ultramontanismo que por lo mismo triunfó, se<br />
encargó de <strong>la</strong> antorcha de <strong>la</strong> ideología de <strong>la</strong> Cristiandad. El catecismo<br />
ultramontano acentuó -junto con el centralismo romano- <strong>la</strong> intolerancia<br />
puritana y el etnocentrismo <strong>la</strong>tino en <strong>la</strong> Iglesia chilena. Su objetivo era<br />
crear una unidad más fuerte en <strong>la</strong> Iglesia por <strong>la</strong> uniformización más<br />
completa posible (el derecho canónico uniformizado, el uso del <strong>la</strong>tín<br />
generalizado, <strong>la</strong> escolástica restaurada; <strong>la</strong> formación de sacerdotes en<br />
seminarios internados, supervigi<strong>la</strong>dos por Roma, etc.).