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ALBERT EINSTEIN: NAVEGANTE SOLITARIO - Colsit

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espuesta. Y llega 1905, año en que sucede todo como un milagro: en marzo escribe el trabajo de la<br />

cuantización de la luz y el efecto fotoeléctrico; en abril su tesis doctoral —que hoy en día, 80 años<br />

después, sigue siendo uno de sus trabajos más citados por su interés industrial— en mayo escribe su<br />

primer ensayo sobre la teoría del movimiento browniano; y, aunque parezca increíble, un mes después, en<br />

junio, envía a publicación el trabajo que da nacimiento a la teoría de la relatividad. Y en septiembre de este<br />

mismo año, Einstein expide el manuscrito que contiene la fórmula que relaciona la masa con la energía. En<br />

el ínterin, usa las vacaciones de verano para ir a Yugoslavia y conocer a la familia de su esposa.<br />

Revisaremos los trabajos de 1905 en su orden cronológico, para asomarnos a las teorías que propusiera<br />

Einstein en sus años en Berna.<br />

LOS CORPÚSCULOS DE LUZ<br />

El trabajo sobre la radiación electromagnética, en el que Einstein propone que la luz está constituida por<br />

corpúsculos, más conocido como el trabajo sobre el efecto fotoeléctrico, tiene su origen en un viejo<br />

problema de la física teórica, al que el gran físico alemán Max Planck (1858-1947) había encontrado<br />

solución parcial en 1900, el año de la graduación de Einstein.<br />

El problema en cuestión es el llamado de la radiación de un cuerpo negro, es decir, de un cuerpo que<br />

absorbe toda la luz que cae sobre él. Cuando un cuerpo negro es calentado emite radiación<br />

electromagnética. Algo similar a lo que sucede cuando calentamos un horno y sentimos cómo la radiación<br />

emitida nos quema. Más aún, si lo calentamos a temperaturas muy altas, podemos ver la radiación emitida,<br />

parte de la cual cae en la región visible del espectro. El problema se presentó cuando los físicos se<br />

preguntaron cuánta luz emite un cuerpo negro en las altas frecuencias (cuánta en la azul, cuánta en la<br />

violeta, y cuánta más allá, en el ultravioleta, rayos x, etc., hasta el infinito) y cuánta en las bajas<br />

frecuencias. El problema tiene importancia teórica —por razones que no viene al caso detallar— y grande<br />

fue el desconcierto cuando se encontró que la física clásica (en este caso, la teoría de Maxwell combinada<br />

con la teoría del calor o termodinámica) predice que debe haber mayor radiación conforme más alta es la<br />

frecuencia —debido a que hay muchas más frecuencias altas que bajas y todas tienen iguales posibilidades<br />

de aparecer—. Pero este resultado está equivocado, pues si fuera cierto significaría que prácticamente toda<br />

la radiación sería a frecuencias muy, muy altas, y se observa que éste no es el caso. Por ejemplo, conforme<br />

calentamos el horno, vemos que el color de la luz radiada va cambiando; pasa de rojizo, a rojo subido, a<br />

naranja, a azuloso finalmente, pero no es violeta ni menos aun ultravioleta a cualquier temperatura.<br />

Los físicos del siglo pasado lograron encontrar dos fórmulas para describir parcialmente este fenómeno;<br />

una es la fórmula de Rayleigh, derivada con los métodos de la física, que describe correctamente lo que se<br />

observa a bajas frecuencias pero no a las altas. La otra es la fórmula de Wien, que no tenía justificación<br />

teórica alguna pero ajustaba excelentemente los datos experimentales a altas frecuencias, pero no a las<br />

bajas. Planck se dio a la tarea de entender este problema y en 1900 pudo ofrecer una fórmula<br />

—famosísima, y que lleva su nombre— que describe correctamente los datos observacionales a todas las<br />

frecuencias y a todas las temperaturas. El punto crucial está en que para obtener su fórmula, Planck tuvo<br />

que introducir una hipótesis por demás extraña: la energía electromagnética que absorbe o que emite un<br />

cuerpo negro viene en "paquetes" y sólo se pueden intercambiar paquetes enteros de energía. Como en los<br />

supermercados: se puede comprar uno, dos..., cien kilos de azúcar, pero no kilo y cuarto, por ejemplo. A<br />

estos paquetes de energía electromagnética Planck los llamó cuantos (o quantos; palabra latina que<br />

significa precisamente cuanto). Se considera a este trabajo como la primera piedra de la física moderna y a<br />

Planck, en consecuencia, como el fundador de las teorías cuánticas. Sin embargo, un largo camino tenían<br />

aún los físicos por delante.<br />

El problema se quedó aquí, donde Planck lo dejó, por varios años. Aunque estaba claro que la fórmula de<br />

Planck era correcta, la idea de introducir un elemento tan exótico como el cuanto de energía no convencía<br />

a nadie —de hecho, ni al propio Planck, quien durante varios años hizo un tan inútil como honesto<br />

esfuerzo por rederivar su fórmula sin romper tan bruscamente con los principios clásicos—. Como<br />

veremos más adelante, a finales del siglo pasado todavía no era universalmente aceptada la idea de que la<br />

materia tiene estructura molecular —grandes figuras como Ostwald y Mach consideraban a las moléculas

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