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ALBERT EINSTEIN: NAVEGANTE SOLITARIO - Colsit

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siguen trayectorias rectilíneas. ¿Cómo podemos hacer compatibles ambos resultados? La explicación usual<br />

que da la mecánica cuántica involucra lo que Heisenberg llamó la reducción o el colapso del paquete de<br />

ondas, un ejemplo del cual describimos en la sección sobre la intervención del observador. Según esta<br />

explicación, mientras no observamos el sistema, cada electrón está correctamente descrito por una onda<br />

esférica, pero al observarlo con la cámara de burbujas alteramos su movimiento, que ahora se hace<br />

rectilíneo. La función de onda, inicialmente esférica, se colapsa instantáneamente con la observación, para<br />

reducirse a una que corresponde a las trayectorias rectilíneas de los electrones.<br />

La interpretación que Einstein propondría para este problema es totalmente otra. Al desintegrarse, unos<br />

núcleos emitirán el electrón en una dirección, otros en otra, y así sucesivamente; es claro que si el número<br />

de núcleos de que disponemos es suficientemente grande, veremos electrones emitidos en todas las<br />

direcciones con igual probabilidad. Einstein sostendría que la función de onda describe sólo esta situación,<br />

y no los casos individuales; lo que le pasa no a un núcleo, sino a un conjunto estadístico de núcleos<br />

iguales. Esta interpretación tendría la ventaja de resolver otro problema desde un punto de vista<br />

einsteiniano, pues no requiere del colapso de la función de onda. Este colapso es inaceptable desde el<br />

punto de vista de Einstein, pues, primero, es inconsistente con las leyes de la relatividad (se supone que<br />

ocurre instantáneamente); segundo, demanda una forma de acción a distancia muy peculiar, y tercero, no<br />

puede ser sujeto a verificación experimental, pues no es posible analizar un sistema no observado. La<br />

mecánica cuántica no ofrece entonces una descripción completa de la realidad física, pues se le escapa el<br />

evento individual, el cual se puede observar y tiene, por lo tanto, una realidad en sí mismo.<br />

LA IRONÍA CUÁNTICA<br />

Hemos visto a Einstein trabajar desde 1905 solo y a la vanguardia, tratando de vencer la resistencia de los<br />

físicos y convencerlos de la realidad de los cuantos del campo de radiación; lo hemos visto trabajar<br />

durante veinte años en la búsqueda de una teoría cuántica de la materia —alguna vez le dijo a Besso en<br />

una carta que a este problema le dedicó a lo largo de los años más tiempo que a ningún otro—. Y ahora,<br />

cuando todos los físicos consideran que han logrado construir esta teoría, Einstein vuelve a quedarse solo,<br />

navegando una vez más contra la corriente, pero siendo ahora él quien aparentemente se aferra al pasado y<br />

se niega a aceptar la nueva teoría con base en sus viejos principios. A Einstein se le acusó de no entender<br />

la mecánica cuántica y de conservadurismo; pero mantuvo sus objeciones hasta el final, realizando un<br />

esfuerzo perseverante para convencer a los físicos de la necesidad de revisar los principios en que<br />

descansa esta teoría. Profundamente convencido de la ilegitimidad de la nueva concepción de la naturaleza<br />

que se estaba desarrollando, Einstein se empeñó durante varios años en construir una alternativa a la<br />

mecánica cuántica. Sin embargo, sus esfuerzos no fructificaron; de hecho, nunca publicó nada al respecto<br />

y quedó impotente frente al desarrollo vertiginoso de la teoría cuántica; sus críticas se fueron relegando<br />

poco a poco.<br />

Hay un principio rector en las críticas de Einstein a la mecánica cuántica. Esquemáticamente, lo podemos<br />

decir así: Einstein consideró que sólo puede ser aceptable una descripción de la naturaleza que reconoce en<br />

el mundo físico una realidad objetiva, externa a nosotros y que implica un comportamiento regido por<br />

leyes cognoscibIes que no contienen al azar como elemento esencial. Es esta actitud realista, objetiva y<br />

determinista de Einstein la que lo enfrenta a la nueva física, que ha roto con principios característicos de la<br />

ciencia a los que él no está dispuesto a renunciar. Por ejemplo, Einstein diría que si algo existe, esta<br />

existencia es independiente de si el sistema está bajo escrutinio o no. Al observador le corresponde<br />

descubrir e investigar los hechos de la naturaleza, pero no guiarlos con sus decisiones arbitrarias.<br />

A Einstein le parecía asimismo inaceptable cualquier concesión respecto al determinismo. La mecánica<br />

cuántica no lo sorprendió desprevenido con este problema, pues ya se había topado con él desde 1916,<br />

cuando logró encontrar una nueva derivación de la fórmula de Planck, basándose en un estudio detenido<br />

de la absorción y emisión de luz por un átomo. En este famoso trabajo, Einstein se vio precisado a hacer<br />

un análisis estadístico y a introducir la noción de transición espontánea, es decir, transiciones atómicas<br />

cuánticas que ocurren sin causa aparente alguna. Su inquietud con estos resultados fue creciendo con el<br />

tiempo; por ejemplo, en 1920 (seis años antes del nacimiento de la mecánica cuántica) le escribió a Born

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