El Vértigo de los Aires - Asociación de escritores de México

Aún para el coleccionista afiebrado, parecería imposible continuar apilando objetos
físicos en constante evolución y oferta. Nuevos libros, nuevas ediciones, publicaciones
periódicas, bases de datos, una descripción que se asemeja no a un archivo
personal sino a los aposentos de una biblioteca a 60 kms. de casa que jamás
podrá competir con la entrada inmediata a resguardos especializados por internet.
Lo cierto es que con el flujo frenético de información la gran mayoría de lo escrito
caduca al día siguiente y la cantidad de recursos para mantener una colección cada
vez es mayor.
III.
Hemos husmeado ya en las voluntades que el mercado ha dejado libres para el
lector. Nos preguntamos ahora por las capacidades del escritor para definir el
agenciamiento 13 del dispositivo. Valdría preguntarse qué tanto tiene que ver la
publicación –en cuanto hacer público un discurso– con el soporte elegido, y qué
tanto puede el escritor escoger o preferir el soporte de sus publicaciones. Inevitablemente
el problema en cuestión nos remite al contexto de lo posible, de lo real,
de lo disponible, de lo controlable.
No sabemos que diría Huerta de la publicación de sus papeles privados. No sabemos
si Huerta esperaba que alguien examinara sus cartas. Quizá algún día muchos
accedan gratuitamente a sus cartas “de amor” en el internet. Lo cierto es que
factores ajenos a su voluntad decidirán. Se optará quizá por extraer lo irrelevante
para el gusto de un público, o quizá la decisión se base en un sólo criterio editorial.
Las fuerzas de la necesidad pública son mucho más potentes que la voluntad del
escritor. Quizá por ello, cuando leemos a un escritor que ha logrado trascender su
época su palabra se asemeja más a la de un profeta. Él no fue quien lo logró; lo
que él hizo sin embargo con voluntad, fue escribir. El dispositivo no trascenderá,
y nunca lo ha hecho. El escritor no define como sobrevivirá su mensaje. En muchos
13 Defino agenciamiento como lo hace Deleuze, como una multiplicidad que incluye muchos géneros heterogéneos y que
establece relaciones entre ellos, a través de diversas edades, sexos y naturalezas. Acá lo relevante no son las estructuras, ni
filiaciones, herencias o descendencias, sino las alianzas, los contagios, las epidemias, lo aleatorio y el viento. Partiendo de aquí
podemos decir que un animal se define no por el género, la especie, ni en sus órganos y funciones, sino por los agenciamientos
de los cuales forma parte. (Deleuze, en Mil Mesetas, 1980, Valencia, Pre textos)
107