El Vértigo de los Aires - Asociación de escritores de México

Duraznos
i
Será también verano sobre la cruz paralela de mi madre siempre orientada hacía
mi pecho, será verano como un retrato sucio y dividido de todos los días, como una
lengua que comulga a puntadas sobre el lienzo de un verso incontable, nocturno,
chamuscado, una luciérnaga que me espía mientras recojo las cenizas de una iglesia
que quedó grabada detrás de mi nuca.
La forma de la iglesia es fresca como el aire descalzo de sus pies cuando puedo
reventarle los tobillos, cuando puedo permanecer descalzo en el cuarto y correr las
cortinas desde el naranja hasta el color de su señuelo.
La iglesia ilumina un campo de huellas grabadas, mi madre dice que aquí se ocultó
un verdugo enorme cuando devoró la raíz helada de un duraznero, precipitó la pólvora
como una lágrima antigua e indescifrable, plantada allí donde ningún fruto
fue dado.
ii
Debajo, sus manos en comunión escurren en un naranja hermoso y profundo.
iii
Luis arCe
(Ciudad de méxiCo, 1989)
Nunca gusté de los duraznos.
¿Cómo puedo llevarme a la boca lo inesperado?
¿O esperar de tu boca su rostro? ¿Cómo puedo abrir una fruta donde culminan las
líneas del mundo y nombrarla me-lo-co-tón?
Nunca gusté de los duraznos, pero juro que mentiría,
juro que haría de ese árbol una cruz y de su fruto una historia paralela a la mía.
Una historia para un inmortal. Color barrido por el viento.
Una alegoría en las sombras, esperando iluminar otra vez el verano.
La lluvia ha venido tras el cielo.
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