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40.qxd 8/12/<strong>2004</strong> 10:11 AM Page 31<br />
en lo más íntimo <strong>de</strong> su pintura? Po<strong>de</strong>mos acordar<br />
que es comprensible que una obra tan especial<br />
haya generado la resistencia <strong>de</strong> sus contemporáneos,<br />
pero es <strong>de</strong>cepcionante, en cambio,<br />
verificar la mínima, disímil, incluso, contradictoria<br />
recuperación hecha por las generaciones<br />
posteriores. Aún hoy Augusto Schiavoni sigue<br />
siendo un “pintor secreto”, clave iniciática<br />
<strong>de</strong> un grupo reducido y muy particular <strong>de</strong> seguidores.<br />
El ambiente cultural en el que Schiavoni trabajaba<br />
era -según el testimonio <strong>de</strong> Emilio Petorutti-<br />
“...chato, absurdo, indiferente e incrédulo<br />
espiritualmente”, ambiente don<strong>de</strong> resultaría<br />
muy arduo para él sobrellevar el peso <strong>de</strong> su<br />
originalidad y muy lógico el que su obra transgresora<br />
no fuera aceptada: las críticas fueron<br />
adversas y muy poco el reconocimiento. Pero<br />
si ésta era la repuesta <strong>de</strong> un medio adormecido<br />
y convencional, por otro lado obtenía el<br />
consenso <strong>de</strong> una minoría que bregaba por una<br />
pintura nueva. Ya en 1932, en la revista “Criterio”,<br />
Petorutti afirmaba: “La producción <strong>de</strong> éste<br />
misterioso obrero <strong>de</strong>l arte habla <strong>de</strong> su entusiasmo<br />
, que le ha hecho lograr, en su obra actual,<br />
telas plenas <strong>de</strong> sugestión <strong>de</strong> un mundo<br />
primario y dramático, llenas <strong>de</strong> un sentido <strong>de</strong><br />
religiosidad, realizadas con valores <strong>de</strong> pura<br />
plasticidad pictórica que revelan un espíritu<br />
alerta...”,a “Augusto Schiavoni hay que situarlo<br />
entre los que en el presente están abriendo<br />
nuevos surcos en pro <strong>de</strong> un arte argentino”. En<br />
el mismo año, Gustavo Cochet escribía: “Pintores<br />
como Schiavoni, que son tan profundamente<br />
humanos, son cada vez más incomprendidos<br />
y lo serán cada vez más, mientras la<br />
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sociedad <strong>de</strong> las gentes no tome otro rumbo”.<br />
Diríamos, entonces, que hasta aquí, el <strong>de</strong>bate<br />
que las “irreverencias” <strong>de</strong> Schiavoni provocaban,<br />
cumplían con las reglas <strong>de</strong> la lógica histórica.<br />
Por un lado suscitaba la indignación y el rechazo<br />
<strong>de</strong>l “stablishment” y por otro la adhesión <strong>de</strong><br />
quienes, como él, estaban por la ruptura y la<br />
renovación. Las lecturas que se hacían <strong>de</strong> su<br />
obra fueron similares a las que se hicieron en<br />
cualquier época con un artista <strong>de</strong> vanguardia:<br />
<strong>de</strong>scalificación tradicionalista versus reivindicación<br />
formal <strong>de</strong> sus innovaciones. Cabría suponer,<br />
por lo tanto, que su biografía <strong>de</strong>bía continuar<br />
<strong>de</strong> acuerdo con lo que ahora, con la <strong>de</strong>bida<br />
perspectiva histórica, consi<strong>de</strong>ramos como<br />
lógico en artistas <strong>de</strong> su tipo: a los escándalos<br />
producidos en 1921 y 1924 por las primeros<br />
exposiciones <strong>de</strong> Figari y Petorutti -sus contemporáneos-<br />
les sucedió, en los años, el éxito y la<br />
consagración. A Schiavoni, esto no le pasó,<br />
como dice Rubén Echagüe en su libro, no le<br />
llegó “la reparación póstuma”, se lo sometió a<br />
la “profilaxis <strong>de</strong>l olvido”. De hecho, salvo esporádicas<br />
y conformistas excepciones, hasta<br />
principios <strong>de</strong>l 60 no se volvió a reparar en su<br />
pintura.<br />
Diversas consi<strong>de</strong>raciones históricas podrían<br />
hacerse sobre este silencio tan particular; entre<br />
ellas <strong>de</strong>stacar que la irrupción en Rosario, en la<br />
década <strong>de</strong>l 50 , <strong>de</strong> una ecléctica mo<strong>de</strong>rnidad,<br />
contribuyó a que se acentuara. El numeroso<br />
“Grupo Litoral”, lí<strong>de</strong>r <strong>de</strong> esa mo<strong>de</strong>rnidad vernácula,<br />
llevó la discusión estética por otros<br />
rumbos, la instaló en zonas en las que artistas<br />
como Schiavoni, aparecían como rarezas incongruentes<br />
y fueron, en consecuencia, margi