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¿Qué son la memoria y los recuerdos si no los espejos donde vemos a los ausentes? ¿Qué es la conmemoración de una fecha significativa si no traer el ayer al ahora, el pasado al presente y la memoria al inasible instante vigente que, por el solo hecho de ser nombrado se convierte en pasado? ¿Qué significa para los hispanohablantes la conmemoración de los cuatrocientos años de la publicación de la primera parte de <strong>El</strong> ingenioso hidalgo don <strong>Quijote</strong> de la Mancha? Se dice que “no hay presente vivo sin un pasado muerto”. ¿No estaríamos en este momento ante una situación paradójica por convocar de nuevo al presente a un texto/personaje que nunca ha muerto en la memoria universal? Era imperativo asumir esta paradoja pues desde un inicio fuimos conscientes de que don <strong>Quijote</strong> como texto y como personaje, siempre ha habitado nuestro contexto cultural; decidimos, por ello, volver la mirada hacia <strong>nosotros</strong> mismos. La volvimos para buscar y recordar la forma en que a lo largo de la historia nos hemos adueñado de esta señera figura, reelaborándola, resignificándola, haciendo de ella un modelo y un mito; sufriendo con sus desdichas, aprendiendo de su sabiduría y conociendo, en sus múltiples facetas, la universalidad de sus ideales.Todo ello con las herramientas de la palabra y de la plástica. La búsqueda de esa vigencia fue razón suficiente para que don Guido Sáenz González, Ministro de Cultura, Juventud y Deportes de Costa Rica, depositara en mí, como Viceministra, y con la colaboración del Centro Cultural de España, la responsabilidad de editar un libro titulado <strong>El</strong> <strong>Quijote</strong> <strong>entre</strong> <strong>nosotros</strong>. Para ello y en aras de formar una Comisión editorial acudimos a distinguidos académicos de las universidades estatales, los cuales respondieron solidariamente a nuestro llamado. Abocados al trabajo con entusiasmo y contaminados –¡no podía ser de otra manera!– por un espíritu un tanto quijotesco, se propone un texto diferente, audaz, versátil, construido con variedad de géneros, con diversidad de abordajes, un poco alejado de las propuestas académicas. Esencialmente, un libro-vitrina que mostrara, a un público lo más amplio posible, nuestra visión de <strong>El</strong> <strong>Quijote</strong>. Pensamos, ¡también quijotescamente!, que eso se lograba lanzando al vuelo, cargadas con su propia magia, todas las páginas seleccionadas y que ellas, gracias al poder de la imaginación, se acomodarían a su arbitrio, guiadas por su conocimiento del disfrute de la lectura, más que por alguna secuencia temática o propuesta filosófica. Pero intervino el espíritu práctico de Sancho, ¡tampoco podía faltar!, quien sugirió un mínimo de ordenamiento, motivado por la necesidad de dar al lector una visión coherente del cabalgar de nuestras letras, máxime si el libro iba a traspasar nuestras fronteras. <strong>El</strong> eje más apropiado, sin traicionar el espíritu inicial, era que los textos estuvieran ordenados cronológicamente. Desde una perspectiva textual, el libro está dividido en cinco apartados que abarcan de la segunda mitad del siglo XIX a los inicios del siglo XXI, cada uno con una breve presentación evocativa del período correspondiente. Será en los textos de cada capítulo donde el lector descubrirá las modalidades de escritura de nuestra evolución literaria según los diferentes géneros que lo componen: poesía, cuento, relatos completos y fragmentos de ensayo. Cabe aquí una explicación. Fue imperativo, por la extensión de algunos de los escritos, apoyarnos en el sentido y valor de la sinécdoque, y escoger, de muchos de ellos, una parte del todo, ya fuera el núcleo central del pensamiento del autor, su propuesta filosófica, su posición ética, su reelaboración ficcional o simplemente una experiencia personal. Así, la Comisión editorial cumplió su objetivo prioritario: presentar el legado cultural históricamente y dar cuenta de las modalidades de escritura con que cada momento de nuestras letras contaba para su producción literaria. Acorde 23
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