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De la discreta y graciosa plática que pasó <strong>entre</strong> don <strong>Quijote</strong> de La Mancha y un<br />
desconocido cuando el azar los hizo beber juntos en una taberna, y otras muchas cosas<br />
dignas de saberse<br />
Con lo difícil que resulta hoy en día toparse con Don<br />
<strong>Quijote</strong> de la Mancha en la misma taberna donde uno se detuvo, no<br />
haberle conversado habría sido una pena. Por eso, y sin más<br />
pretensión que la de escuchar al viejo andante, luego de una tímida<br />
presentación, conversé con él de muchas cosas que llevo <strong>entre</strong><br />
pecho y espalda desde que leo la crónica de Cide Hamete<br />
Benengeli.<br />
<strong>El</strong> caballero bebió un buen trago de vino y se dispuso a<br />
responder; por el gesto que se le dibujó en la frente me di cuenta<br />
de que ese era en verdad su oficio, el de responder.<br />
FCC: Señor Don <strong>Quijote</strong> de la Mancha, desde el primer<br />
momento de su vida como caballero andante fue usted engañado<br />
por mucha de la gente con la que topaba día a día. ¡Espero que no<br />
le moleste hablar de eso...!<br />
DQ: <strong>El</strong> primer engaño que sufrí fue de parte del cura y de<br />
mi ama. La buena señora se convenció de que yo me había vuelto<br />
loco de tanto leer libros de caballerías y al cura no hizo falta<br />
convencerlo...: ese siempre quiso dar al fuego con mi biblioteca...<br />
¡Siempre me dejé engañar!, a fin de no tener que<br />
mantenerme alerta frente a los engañadores; esta es la providencia<br />
que domina mi destino, el que yo no tenga que tener cautela.<br />
FCC: Lo de la pérdida de los libros parece haberle dolido<br />
mucho; lo recuerda usted varias veces con el mismo recelo.<br />
DQ: ¡Primeras ediciones, amigo! Eso, aparte de que llevaban<br />
todas notas de mi puño y letra en los márgenes y <strong>entre</strong> las líneas. La<br />
mejor biblioteca de caballerías de la época; no en vano invertí el<br />
esfuerzo de una vida en reunirla. Los libros los adquirí de nuevo con<br />
el tiempo...; nunca recuperé, sin embargo, aquellas notas que daban<br />
fe de madrugadas de dicha infinita comentando los hechos de los<br />
grandes caballeros y, las más de las veces, añadiendo de mi ingenio<br />
capítulos enteros. Al cura poco le importaba volverme a la cordura,<br />
le preocupaba que en verdad fuera mi mal contagioso y<br />
desapareciera La Mancha porque vendiéramos todos nuestras tierras de<br />
labranza por adquirir tan preciados volúmenes. (ríe)<br />
FCC: No obstante tan clara advertencia, insiste usted en seguir<br />
su derrotero. ¿Obedece su segunda salida a un plan anterior a la quema<br />
de los libros, o es a partir de ese hecho que toma usted la decisión?<br />
DQ: “De todo tiene”, como decía aquella repugnante cabeza<br />
sabelotodo que hallé en Barcelona...<br />
Mi primera salida fue a lomos de los libros; la vida se me había<br />
ido trabajando y eso ya no era vida. Me hice, con las aventuras ajenas de<br />
los caballeros de antaño, una idea aproximada del ancho deste mundo,<br />
del abrazo interminable de los caminos, de los gustos infinitos del vino y<br />
del placer de dormir a cielo abierto, en esa cama que jamás pecará de<br />
estrecha: que bien puede medir en la tierra los pies que uno quisiere, y<br />
revolverse uno en ella a su sabor, sin temor a que se le encojan las<br />
sábanas. Has de saber que una vez imaginada la libertad, para olvidarla<br />
no hay poder en la Tierra que a tanto se haya extendido. Ese fue<br />
entonces mi plan; lo de la quema de los libros esclarecióme luego el<br />
seso: supe que, en adelante, todos los enemigos de la libertad no<br />
descansarían hasta no verme reducido al aldeano que antes fuera, para<br />
buen ejemplo de la juventud. Estoy por decir que en el alma me pesa<br />
de haber tomado este ejercicio de caballero andante en la edad que<br />
entonces vivía; porque aunque a mí ningún peligro me pone miedo,<br />
todavía me pone recelo pensar cuánto más hubiera ayudado de haberla<br />
tomado más antes, cuántos jóvenes en el vigor de la edad no me<br />
hubieran acompañado lejos de la fatigosa rutina, cuántos ejércitos de<br />
opresores gigantes no hubiésemos vencido.<br />
FCC: ¿Fue entonces cuando cayeron palos y burlas y engaños<br />
sobre su alma?<br />
DQ: Infinitos son los miedos de las gentes a dejar el seguro<br />
amparo de la costumbre.<br />
FCC: ¿No fue acaso en ello en lo que reparó el señor cura<br />
cuando emprendió la persecución en contra de su persona?<br />
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