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Mi primera lectura de <strong>El</strong> <strong>Quijote</strong><br />
Leí por primera vez <strong>El</strong> <strong>Quijote</strong> a la edad de doce años, cuando el castellano era un idioma casi nuevo para mí. Siendo muy<br />
niño me llevaron a París, olvidé la lengua materna y tuve que volverla a aprender a mi regreso a la patria. Antes de que esto<br />
sucediera, tan sólo había leído en el idioma de Moliére, y en materia de literatura no conocía más que trozos escogidos de los<br />
grandes autores del siglo de Luis XIV, novelas de Julio Verne y de Gustavo Aymard con que me habían permitido recrearme en las<br />
vacaciones y algunas otras, menos inocentes, que mis condiscípulos me facilitaron a hurtadillas.<br />
En la excelente biblioteca que poseía mi padre encontró mi afición a la lectura vasto campo en que ejercitarse. Empecé,<br />
como era natural, por las obras francesas y fui descubriendo a Víctor Hugo, Lamartine, Musset, Balzac, Dumas. Más tarde seguí con<br />
los autores españoles, siendo el primero Larra, cuyos escritos chispeantes me deleitaron.Abierto el nuevo y rico filón, no paré hasta<br />
agotarlo; y ya había saboreado obras de Calderón, de Lope, de Tirso, de Francisco de Rojas y de los modernos Bretón de los<br />
Herreros, Moratín y Mesonero Romanos, cuando mi padre, que observaba con interés la calidad de mis lecturas, puso en mis manos<br />
<strong>El</strong> <strong>Quijote</strong>.<br />
Recuerdo que lo abrí al iniciarse una de esas tardes diáfanas y tibias, que son uno de los encantos de Alajuela en la estación<br />
seca y que yo aprovechaba para correr los campos con mis amiguitos o montar a caballo, ejercicio que para mí era el colmo de la<br />
felicidad. Sin embargo, aquella tarde mi jaco se quedó en la cuadra, porque me fui engolfando en las andanzas del Caballero de la<br />
Triste Figura hasta el punto de echar en olvido mi pasatiempo favorito.<br />
Esa primera lectura de la obra inmortal de Cervantes es uno de los recuerdos más gratos y precisos que guardo de la<br />
infancia. He vuelto a leerla cinco o seis veces en distintas épocas de mi vida, encontrando siempre en ella nuevas bellezas y<br />
enseñanzas admirables. Porque <strong>El</strong> <strong>Quijote</strong> es el libro de todas las edades, por ser el más humano de cuantos se han escrito.<br />
Ricardo Fernández Guardia<br />
(1867-1950)<br />
Repertorio Americano, Ilustración<br />
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