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En el segundo capítulo de <strong>El</strong> ingenioso hidalgo don <strong>Quijote</strong><br />
de la Mancha, titulado “Que trata de la primera salida que de su<br />
tierra hizo el ingenioso don <strong>Quijote</strong>”, se narra que cuando sale<br />
al campo el personaje sumamente emocionado iba hablando<br />
consigo mesmo; <strong>entre</strong> los disparates que ensarta, a modo de<br />
los que había leído en los libros e imitaba en este momento,<br />
pronuncia la siguiente frase<br />
—Dichosa edad y siglo dichoso aquel adonde<br />
saldrán a luz las famosas hazañas mías, dignas de<br />
entallarse en bronces, esculpirse en mármoles y<br />
pintarse en tablas, para memoria en lo futuro.<br />
¡Oh tú, sabio encantador, quienquiera que seas,<br />
a quien ha de tocar el ser coronista desta<br />
peregrina historia! Ruégote que no te olvides<br />
de mi buen Rocinante, compañero eterno mío<br />
en todos mis caminos y carreras.<br />
Lo que nunca imaginó don <strong>Quijote</strong> –aturdido quizás por<br />
los ecos del “Discurso de la Edad de Oro”–, y mucho menos su<br />
Miguel de Cervantes, es que las hazañas y crónicas de su<br />
peregrina historia iban suscitar un sinfín de reflexiones y textos<br />
en los escritores de las tierras de este otro lado del Atlántico.<br />
En ese impacto del libro causado en estas otras latitudes<br />
de la lengua española se puede rastrear en los últimos cien años<br />
en América Latina, pues las voces que surgen en suelo<br />
latinoamericano son herederas de la tradición cervantina y la<br />
literatura de estas latitudes está en deuda, como lo reconocen<br />
los mismos autores, con el ingenioso hidalgo y su escudero y<br />
con el mismo Miguel de Cervantes. En las páginas sucesivas se<br />
ofrece un breve recorrido por lo que el texto cervantino ha<br />
significado para algunos escritores latinoamericanos a lo largo<br />
del siglo XX por medio del peregrinaje que ha llevado a cabo<br />
por estas otras tierras.<br />
En primer lugar, y justo para la conmemoración del<br />
tercer centenario del libro, el poeta nicaragüense Rubén Darío<br />
escribe en 1905 la “Letanía de nuestro señor don <strong>Quijote</strong>”, en<br />
la que eleva al personaje a una esfera divina y -como mucho de<br />
lo que él poeta escribió- resulta premonitorio, decía Darío: “De<br />
rudos malsines, / falsos paladines, / y espíritus finos y bandos y<br />
ruines / del hampa que sacia / su canallocracia / con burlar la<br />
gloria, la vida, el honor, / del puñal con gracia, / ¡líbranos, señor!”<br />
(Cantos de vida y esperanza, 1905). La propuesta del poeta<br />
nicaragüense ha debido ponerse en práctica a lo largo del siglo<br />
anterior en muchas realidades del continente.<br />
En otras coordenadas de nuestro mapa, el libro de Cervantes<br />
era uno de los preferidos del argentino Jorge Luis Borges quien, a<br />
partir del texto cervantino, planteó problemas teóricos en el “Pierre<br />
Menard autor del <strong>Quijote</strong>”, reflexiones en “Magias parciales del<br />
<strong>Quijote</strong>” o divertimientos en la “Parábola de Cervantes y de<br />
<strong>Quijote</strong>”. <strong>El</strong> libro, el personaje y el autor le permiten establecer un<br />
juego de espejos y reflejos –como aquel del soñador que en su<br />
propio sueño es soñado– el del lector que es leído, o el escritor que<br />
es escrito. <strong>El</strong> juego especular comienza así: Cervantes escribe sobre<br />
un lector que actúa su historia que es escrita y leída por otros;<br />
Cervantes, soldado frustrado deja las armas para tomar las letras y<br />
escribe la historia de un lector que deja las letras y toma las armas,<br />
con lo cual el personaje creado, don <strong>Quijote</strong> de la Mancha, ejecuta el<br />
sueño frustrado de Cervantes como soldado. Lo anterior queda<br />
resuelto en el enigma del “Discurso de las Armas y las Letras” o en<br />
el soneto isabelino “Sueña Alonso Quijano” de Borges (<strong>El</strong> oro de los<br />
tigres,1972):<br />
<strong>El</strong> hombre se despierta de un incierto<br />
sueño de alfanjes y de campo llano<br />
y se toca la barba con la mano<br />
y se pregunta si está herido o muerto.<br />
¿No lo perseguirán los hechiceros<br />
que han jurado su mal bajo la luna?<br />
Nada. Apenas el frío. Apenas una<br />
dolencia de sus años postrimeros.<br />
<strong>El</strong> hidalgo fue un sueño de Cervantes<br />
y don <strong>Quijote</strong> un sueño del hidalgo.<br />
<strong>El</strong> doble sueño los confunde y algo<br />
está pasando que pasó mucho antes.<br />
Quijano duerme y sueña. Una batalla:<br />
Los mares de Lepando y la metralla.<br />
Para el escritor cubano Alejo Carpentier el texto de<br />
Cervantes ofrece una nueva dimensión del ser humano, la de la<br />
imaginación, y a partir de entonces la novela cobra otras resonancias<br />
y se torna ambigua, porque a partir de <strong>El</strong> <strong>Quijote</strong> la novela queda<br />
abierta, en el decir de los académicos se trata de una novela<br />
polifónica. Al hacerse acreedor del Premio Miguel de Cervantes<br />
otorgado por la Corona española –correspondiente al año 1977–,<br />
Carpentier plantea lo siguiente: “Cervantes, con el <strong>Quijote</strong>, instala la<br />
dimensión imaginaria dentro del hombre, con todas sus implicaciones<br />
terribles o magníficas, destructoras o poéticas, novedosas o inventivas,<br />
haciendo de ese nuevo yo un medio de indagación y conocimiento<br />
del hombre, de acuerdo con una visión de la realidad que pone en