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PRÓL
ÓLOGO
Para que la ciencia sea útil a la sociedad se requiere desarrollar cierta familiaridad con
ella. El territorio extraño del conocimiento científico nos atrae y a la vez nos atemoriza.
Confiamos en la ciencia como el instrumento de la humanidad que, con seguridad,
nos ayudará a resolver nuestros problemas más graves. Al mismo tiempo, reconocemos
en ella una fuerza capaz de destruir al planeta entero. Fascinación y desengaño,
confianza y recelo, esperanza y fatalidad, son sentimientos que surgen comúnmente
en torno a la ciencia. No cabe duda, para que la ciencia sea útil a la sociedad es
necesario comprenderla. La ciencia es humana, con sus virtudes y defectos. La
ciencia surge de todos nosotros a partir de creencias, escepticismos, aspiraciones y
creatividad. La ciencia se hace con talento, disciplina, pasión y tenacidad. A veces la
genialidad la ilumina, como cuando un relámpago nos permite ver por un instante
una gran parte de un paisaje que de otra manera se oculta en las sombras. Pero la
ciencia se hace, independientemente de nuestra agudeza, porque no podemos evitar
formularnos preguntas sobre las cosas más terrenas o inverosímiles, arrastrados por
nuestra insaciable sed de comprenderlo todo.
Por esta convicción de que la ciencia es entre otras cosas un acto social, la
divulgación científica debe verse como una tarea medular, como un compromiso de
las instituciones científicas ante la comunidad. Congruente con esta convicción, el
Instituto de Ecología, A.C. (INECOL) tiene profundamente arraigado en su filosofía
el reconocimiento de que la ciencia es para todos, que comprenderla nos ayuda a
procurar mejores condiciones de vida, convivencia y desarrollo. Esta concepción es,
además, consonante con los programas de vinculación con el entorno social de los
organismos que norman la existencia del INECOL, especialmente el Consejo Nacional
de Ciencia y Tecnología y la Secretaría de Educación Pública.
Cuando el Dr. José-Leonel Torres manifestó su interés en escribir una página
ecológica semanal en el Diario de Xalapa, el entusiasmo de una visión compartida
en su propuesta resonó con el resto de las actividades y los proyectos de vinculación
con la sociedad que hemos desarrollado para hacer un INECOL más cercano a la gente
y más activo en el fomento de la cultura científica con la sociedad. Nació así
IN VIVO como un canal de comunicación de nuestro instituto con la colectividad
estatal.
A lo largo de dos años y medio, el Dr. Torres publicó más de cien artículos
que examinaron los temas ecológicos de mayor actualidad, profundidad y urgencia
por la magnitud de su impacto potencial sobre ecosistemas particulares o sobre el
ecosistema global y, como todas las cosas en la vida, este esfuerzo cumplió su ciclo
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