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Eliahu Toker

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TRADICION JUDIA<br />

Si se quiere conocer a un pueblo, si se quiere penetrar la íntima<br />

sustancia vital, la que configura su naturaleza y carácter con sus<br />

perfiles distintivos; si se quiere hurgar la psiquis colectiva de un<br />

grupo social para inferir, como conclusión, los principios generales<br />

de su cultura, de su índole moral o las leyes que regulan y animan su<br />

idealidad, es preciso conocer sus tradiciones y costumbres. No hay<br />

pueblo sin cultura; tampoco existe pueblo sin tradición. En los<br />

orígenes remotos, al igual que en los tiempos más recientes, las<br />

sociedades adoptan hábitos y costumbres que, repetidos a través de<br />

las generaciones, se depuran, se limpian de las escorias terrenales<br />

con que nacieron, se subliman y al mismo tiempo nutren el espíritu<br />

popular de ideales, acabando por cobrar jerarquía histórica y convertirse<br />

en tradición.<br />

A esas formas de vida peculiar, a esos hábitos colectivos que<br />

dejan trasuntar los sueños comunes, el común padecer, los anhelos y<br />

esperanzas, la lucha incesante por la subsistencia o por la superación<br />

intelectual; a esos hitos que hacen los pueblos en su camino para<br />

evocar y retener el pasado, para asomarse a las vivencias pretéritas y<br />

espejarse en el proceso de sus tiempos idos, como en aguas cristalinas<br />

o en turbias linfas que arrastran en su fluir el oro de sus virtudes<br />

heroicas; a ese manantial, siempre creciente de hechos singulares que<br />

determinan los rasgos de su historia, es menester acudir si se quiere<br />

conocer v, más aún, comprender a un pueblo.<br />

A quien se pretende conocer es al pueblo judío, pueblo e vida tan<br />

singular y azarosa, es por sobre todas las cosas necesario asomarse a<br />

sus tradiciones, expresadas de un modo univoco en sus ceremonias,<br />

en sus ritos, en la policromía e sus hábitos y costumbres, en sus días<br />

festivos y luctuosos. Sólo en esas ocasiones, tan frecuentes en el curso<br />

de un año, es dable entrever la fuente de la que brotan sus fuerzas<br />

espirituales invencibles y avizorar las variadas facetas de su cultura<br />

milenaria. De otro modo, en cambio, si por ventura nos detuviéramos<br />

a contemplar al judío en su vida cotidiana, en las horas en que lucha,<br />

afanoso, por el propio existir, en los días laborables en que, cual buey<br />

uncido al yugo, libra la batalla por el pan o, sumido en el mar de<br />

penurias, nos muestra su rostro abatido o su doblada cerviz,<br />

habríamos podido ser inducidos en el error de creer que los lazos<br />

espirituales que lo vinculan con los ideales proféticos se han

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