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humanos para lograr diversos objetivos
sociales, políticos y teológicos.
Al comienzo de la época
moderna, en el siglo XVII, los filósofos
comenzaron a hablar de separar
religión y Estado para
impedir que el Estado velara por
el culto de ciertas creencias religiosas
o que apoyara a determinadas
iglesias. En Suiza algunos
cantones tienen iglesias oficiales y
otros no, mientras que la religión
y el Estado están separados en la
Constitución Federal. Las fronteras
de las confesiones (católica y
protestante) no coinciden con las
de las lenguas.
¿Cambiaría el sistema político de
Suiza por el de algún otro país no
federalista?
¡Nunca! El sistema de la democracia
directa es lo que da a cada
ciudadano del país el derecho a pronunciarse
sobre cualquier cuestión
a todos los niveles: local,
cantonal o nacional. Es el espacio
humano que nos confiere autonomía
dentro de la organización
social. Es lo que permite la riqueza
de identidades dentro de una
comunidad y asegura la combinación
de la autonomía con una
identidad colectiva, de donde se
obtienen los frutos de la colaboración
productiva.
En una ocasión Confucio relató:
«Un alumno preguntó a su
maestro: ‘‘¿Cuáles son las condiciones
más importantes para la
existencia de un Estado?’’. El
maestro respondió: ‘‘La economía,
el ejército y la confianza’’. El
alumno preguntó: ‘‘Y si se tuviera
que prescindir de uno de estos tres,
¿a cuál renunciaría?’’. El maestro
contestó: ‘‘Al ejército’’. Entonces,
el alumno preguntó: ‘‘Y si solamente
se pudiera tener uno, ¿cuál
sería?’’». ¿Qué contestaría usted?
¡La confianza!
El maestro contestó igual. La confianza
de la gente en las instituciones
y en los políticos. Quizá
por eso los habitantes de Vechigen
han mostrado de nuevo a Fritz
Sieber la confianza en su persona
y en su programa político y lo han
reelegido para un segundo periodo
de cuatro años.
La tendencia hacia la mundialización,
por un lado, y la necesidad
de reconocimiento adecuado
de los grupos minoritarios, por el
otro, han puesto en tela de juicio
el modelo del Estado soberano
tradicional. El mundo parece encontrarse
ante un cambio de paradigma,
del que representa el
Estado-nación al que encarnan las
federaciones, modelo político en
principio más adaptado a las necesidades
que plantean la diversidad
y complejidad del mundo
contemporáneo. Y es que, cuanto
más complejo es un sistema, más
necesario se hace el reparto del poder.
El modelo más cercano es el
que tenemos con el funcionamiento
de nuestro propio cuerpo
humano. De todas maneras, la
medida en que una nación puede
conciliar la diversidad dentro
de la unidad no depende sólo de
la adopción del sistema político federalista,
sino de la manera concreta
en que éste se desarrolle, pues
el grado de efectividad de dicho
sistema
depende
de hasta qué
punto aceptan
los ciudadanos
la necesidad
de
respetar
las normas
y estructuras
y hasta
dónde puede alcanzar
su confianza, su tolerancia
y su compromiso.
Cada Estado tiene sus rasgos
únicos y, desde luego, comparte
características con muchos otros.
El común denominador de todos
es siempre la humanidad. La sociedad
fue creada por esta unidad
dinámica con miras a su mejoramiento,
y es a la humanidad, con
la sabiduría actual dimanada de milenios
de experiencia, a la que deben
adaptarse los sistemas de
gobierno. Debemos buscar el
mundo ideal en la base de la pirámide.
Con los múltiples fraccionamientos
que se hallan en un país
tan pequeño como Suiza es, a
primera vista, muy asombroso
que no esté dividido en grupos
opuestos e irreconciliables. Pero
a pesar de todas estas diferencias
lingüísticas, confesionales, culturales,
el país no se ha quebrado.
Quizá es precisamente por las
coincidencias parciales, aparentemente
escasas, por las que muchos
suizos han llegado a la
comprensión fundamental de
que Suiza podrá mantener su soberanía
únicamente si permanece
unida.
■
Modernísimos trenes de
cercanías comunican los
diversos pueblos que
dependen del municipio
de Vechigen.
restaurante suizo
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crónicas helvéticas + nexos hispanosuizos / nº 8 / junio 2005 11