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Proceso-1985

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JOHN M. ACKERMAN<br />

¿La cuarta será la vencida<br />

Desde 2011, cada año México ha sido<br />

convulsionado por un importante estallido<br />

social a favor de la transformación de su corrompido<br />

sistema político. Hoy, en el cuarto<br />

año de protestas, empiezan a brotar las semillas<br />

de la concientización, la solidaridad<br />

y la organización sembradas por cada uno<br />

de los movimientos anteriores. Renacen<br />

simultáneamente las luchas de 2011 que<br />

cuestionaron la “guerra” en contra del narcotráfico,<br />

el levantamiento estudiantil de<br />

2012 que repudió a Enrique Peña Nieto, y las<br />

movilizaciones de 2013 en contra de las “reformas<br />

estructurales” del Pacto por México.<br />

Esta poderosa síntesis dialéctica de diversos<br />

actores, causas y estrategias es lo que explica<br />

la increíble fuerza del actual movimiento<br />

global que reclama justicia para los jóvenes<br />

estudiantes de Ayotzinapa.<br />

Nadie sabe hasta dónde llegará este<br />

proceso de efervescencia social. Pero lo que<br />

ya queda absolutamente claro es que la sociedad<br />

mexicana no es de ninguna manera<br />

apática o inconsciente. Han fracasado olímpicamente<br />

tanto la clase política como los<br />

principales consorcios mediáticos en su misión<br />

de moldear al pueblo mexicano a imagen<br />

y semejanza de la cultura individualista<br />

y consumista del norte. México sigue siendo<br />

tan latinoamericano como siempre y su<br />

pueblo luchará hasta el final para lograr una<br />

democracia verdadera, donde las autoridades<br />

rindan cuentas al pueblo humilde en lugar<br />

de a la oligarquía nacional, los intereses<br />

financieros internacionales y los mandatos<br />

de Washington.<br />

En este momento no existe ninguna<br />

urgencia para “organizar” burocrática o<br />

programáticamente la multitud de expresiones<br />

de solidaridad que han surgido espontáneamente<br />

desde Oaxaca hasta París<br />

y desde Chicago hasta Santiago. Si bien el<br />

establecimiento de fuertes lazos de coordinación<br />

constituye sin duda una misión importante<br />

a mediano plazo, intentar ahora<br />

centralizar o estructurar formalmente estas<br />

expresiones solamente generaría embudos<br />

procesales y debates estériles. Lo verdaderamente<br />

urgente es que cada quien redoble la<br />

cantidad y la calidad de sus intervenciones<br />

sociales con el objetivo de terminar de hacer<br />

añicos lo más pronto posible el guión de la<br />

“normalidad” democrática que nos han querido<br />

vender desde el año 2000.<br />

Cada una de las contribuciones individuales,<br />

colectivas, pequeñas o grandes, son<br />

estratégicas y sumamente importantes: las<br />

banderas blancas en el estadio de futbol de<br />

Holanda, las expresiones de repudio a los<br />

partidos políticos en Chilpancingo y Morelia,<br />

las caravanas de solidaridad hacia Iguala y<br />

Ayotzinapa, las marchas, plantones y ofrendas<br />

en plazas públicas, la edición de videos,<br />

artículos y reportajes sobre las implicaciones<br />

de la masacre, los discursos y muestras<br />

de solidaridad en conciertos y en la entrega<br />

de premios, las caravanas de concientización<br />

de los padres de Ayotzinapa a otros estados<br />

del país, la elaboración de imágenes,<br />

consignas y canciones que articulan la rabia<br />

popular, las conversaciones con los vecinos<br />

y los compañeros del trabajo y de la escuela.<br />

Habría que sacar todo el jugo posible del<br />

actual momento “revolucionario” con el fin<br />

de difundir, expandir y articular la conciencia<br />

social.<br />

Este próximo 20 de noviembre, el 104<br />

aniversario del inicio de la Revolución Mexicana,<br />

será sin duda un día clave para que<br />

todos expresemos nuestro absoluto repudio<br />

al narcogobierno que tiene postrada a la nación.<br />

La supuesta “transición democrática”<br />

ha resultado ser un enorme fraude. Hoy en<br />

México no manda el pueblo, sino el dinero y<br />

las redes informales del poder más sádico y<br />

corrupto. Si el 20 de noviembre todos y cada<br />

uno de los ciudadanos de México, más los<br />

millones de mexicanos residentes en el extranjero,<br />

hacemos algo para expresar nuestra<br />

indignación, aunque sea con acciones<br />

sencillas y estrictamente simbólicas, temblarían<br />

los cimientos del sistema. Constituye<br />

una enorme oportunidad para levantar la<br />

voz de manera coordinada como miembros<br />

de una gran patria que no merece ser asesinada,<br />

saqueada y desangrada todos los días.<br />

En general, es difícil imaginar que el<br />

movimiento cumbre de 2014 termine igual<br />

de irresuelto que los anteriores, como el<br />

Movimiento por la Paz (2011), #YoSoy132<br />

(2012) y las protestas en contra de las reformas<br />

energética y educativa (2013). Los<br />

estudiantes y los padres de familia de Ayotzinapa<br />

tienen perfectamente claro que lograr<br />

justicia para sus compañeros e hijos<br />

caídos no depende de una conferencia de<br />

prensa de Murillo Karam o del resultado de<br />

un estudio de la Universidad de Innsbruck.<br />

Son personas que tienen una gran formación<br />

cultural y educativa, así como conciencia<br />

social, y saben que la única forma de<br />

realmente “evitar que ocurra otro Ayotzinapa”<br />

es resolver de raíz el problema de impunidad<br />

y corrupción estructurales.<br />

Nuestros gobernantes, en cambio, todos<br />

los días hacen gala de su gran ignorancia,<br />

indiferencia e incultura. El viaje a China, la<br />

“Casa Blanca” y el avión de Enrique Peña<br />

Nieto, el maquillista de Angélica Rivera, los<br />

provocadores en Palacio Nacional, las declaraciones<br />

golpistas del general Cienfuegos, y<br />

los comentarios incendiarios de los jóvenes<br />

priistas Ana Alidey Durán y Luis Adrián Ramírez,<br />

todos revelan una podredumbre moral<br />

y ética que ha corroído al sistema político<br />

hasta la médula.<br />

Jen Psaki, vocera del Departamento de<br />

Estado de EU, ha pedido a la sociedad mexicana<br />

“mantener la calma” frente a la tragedia<br />

de Ayotzinapa. Pero habría que recordar<br />

a la funcionaria que la “calma” fue rota ya<br />

hace muchos años por su país al imponer<br />

una absurda y criminal “guerra” militarizada,<br />

en contra del pueblo mexicano, que ha<br />

generado más de 100 mil muertos y 22 mil<br />

desaparecidos desde 2007. Más bien, lo que<br />

se requiere es trabajar sin descanso para seguir<br />

interrumpiendo la calma y la tranquilidad<br />

de los poderosos con el objetivo de un<br />

día lograr un momento de paz para el pueblo<br />

humilde y trabajador, así como un verdadero<br />

descanso para los familiares y amigos de las<br />

víctimas del sadismo institucionalizado. <br />

www.johnackerman.blogspot.com<br />

Twitter: @JohnMAckerman<br />

64 <strong>1985</strong> / 16 DE NOVIEMBRE DE 2014

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