13.02.2015 Views

Proceso-1985

Proceso-1985

Proceso-1985

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

ANÁLISIS<br />

pretender individualizar la culpa en unos<br />

mandos intermedios y efectivos (detenidos<br />

en instalaciones militares, irregularmente<br />

consignados por la PGR, que no<br />

aclara si lo hizo ante un juez penal militar)<br />

y no entorpecer el protagonismo e influencia<br />

que tendrá, junto con la Marina, con la<br />

anunciada Ley de Seguridad Interior.<br />

Preocupa en este sentido la alusión presidencial<br />

en el reconocimiento a las Fuerzas<br />

Armadas por su desempeño en estas<br />

tareas de seguridad, porque infiere que no<br />

hay ni habrá rectificación sobre el uso y<br />

abuso de los militares, pase lo que pase.<br />

Un matiz de diferencia con el pasado<br />

es que el sector castrense asume su propia<br />

defensa institucional (hace tiempo<br />

que la Segob abandonó la práctica de hablar<br />

por los militares cuando son señalados<br />

públicamente en forma crítica). De<br />

ahí las acciones que van desde sus comunicados,<br />

pasando por la mediatización y<br />

cooptación de las víctimas o sus familiares,<br />

de violación a los derechos humanos<br />

(por eso la disminución de quejas ante la<br />

CNDH, que presume el presidente en su<br />

segundo informe), hasta deformar la acción<br />

de la justicia civil (con todo y el nuevo<br />

marco legal aplicable) imponiendo el<br />

fuero militar como medida de protección<br />

(no de la disciplina sino de la institución)<br />

e incluso de chantaje político.<br />

El sexenio pasado se documentó que<br />

las procuradurías general y estatales cedieron<br />

su potestad legal de consignar<br />

militares que delinquían ante jueces del<br />

orden común y los entregan a la Procuraduría<br />

Militar (donde la justicia depende<br />

del secretario y no del Poder Judicial);<br />

también, que muchos secretarios y funcionarios<br />

de seguridad pública estatales y<br />

municipales son de origen castrense o deben<br />

pasar por el visto bueno de la Sedena.<br />

Segundo acto<br />

“Nos cayó la contra…”, fue la expresión,<br />

según el reporte de la CNDH, de una de<br />

las víctimas de Tlatlaya, lo cual abona a<br />

la hipótesis de In Sight Crime y ni siquiera<br />

forma parte de una línea de investigación<br />

oficial. La ausencia de aplicación<br />

de protocolos de actuación, la supuesta<br />

falta de comunicación con los superiores<br />

de la zona militar, entre otras, significaba,<br />

según esta versión, que el batallón<br />

estaba el servicio de una banda criminal<br />

rival a aquella a la cual pertenecían las<br />

víctimas. Por desgracia los precedentes<br />

de infiltración no son pocos (recuérdese<br />

a Los Zetas o al general Gutiérrez Rebollo,<br />

por mencionar dos casos) y lo más<br />

lamentable es la ausencia de autocrítica<br />

gubernamental, con la falta de medidas<br />

que eviten estas desviaciones ilegales<br />

con consecuencias cada vez más graves.<br />

Estamos ante el paradigma de una<br />

debilidad estructural del sistema político<br />

(y no de zonas institucionales focalizadas<br />

como apuntó el presidente) que se<br />

vuelve contra la institucionalidad democrática<br />

que se busca construir. Hay una<br />

grave paradoja en el último reducto de<br />

fuerza estatal al que se recurre ante la<br />

ineficiencia y corrupción de las estructuras<br />

policiales y de nuestros políticos,<br />

una y otra vez, desde hace dos décadas:<br />

los militares son salvación y peligro de la<br />

población civil. Esta es la coartada de los<br />

sectores duros y autoritarios del país.<br />

De la narcopolítica a la narcoelección<br />

Los puntos de contacto en los fracasos de<br />

la estrategia se multiplican en la medida<br />

en que el gobierno actual sigue experimentando<br />

con funcionarios y acciones<br />

en el ámbito federal sin recomponer del<br />

todo o en forma muy lenta (desde hace<br />

casi 20 años) las capacidades de seguridad<br />

en los estados y municipios (esta<br />

parte de la estrategia se basa en el “mando<br />

único”, herencia calderonista que tiene,<br />

para variar, un fuerte componente<br />

militar en su implementación).<br />

Ayotzinapa no es un caso de narcopolítica<br />

limitado a la región de Iguala (Calderón<br />

la señaló en su momento hacia<br />

Tamaulipas). Poco se dice del significado<br />

de que los partidos, el gobierno estatal y<br />

el aparato de inteligencia civil y militar sabían<br />

del involucramiento de las autoridades<br />

municipales con el crimen organizado.<br />

No se actuó porque, hay que decirlo,<br />

desde hace tiempo la información<br />

político-electoral con estas características<br />

es utilizada en forma facciosa por<br />

los actores políticos para negociar y cubrirse<br />

mutuamente comportamientos<br />

punibles, entre el gobierno en turno y el<br />

partido que sea. El Cisen a lo largo de su<br />

historia se ocupó, en forma indebida y en<br />

varios momentos, de investigar y dar seguimiento<br />

a procesos electorales. En un<br />

principio para preservar el dominio político<br />

del PRI; con el cambio de gobierno y<br />

la crisis de seguridad, para advertir la penetración<br />

del narco en la política. Es un<br />

hecho que ha existido un uso manipulador<br />

de esta extensión de las funciones de<br />

inteligencia del Estado y que ahora abarcan<br />

el estamento militar.<br />

Por el lado de los actores políticos e<br />

institucionales la situación es de grave<br />

riesgo ante el “blindaje electoral” que<br />

ahora se anuncia. Pero éste se limita a los<br />

discursos y al desgarramiento de vestiduras<br />

(“no criminalizar la política”). Con<br />

el argumento de que no es Ministerio<br />

Público, la autoridad electoral, el INE, se<br />

niega a ejercer su atribución de calificar<br />

la fama pública y a la revisión de expedientes<br />

de precandidatos en ciernes para<br />

el proceso en marcha desde el 7 de octubre<br />

(18 mil 500 millones de pesos no alcanzan<br />

para una actividad más).<br />

La Segob y los partidos firman convenios<br />

de buena voluntad para afinar el<br />

tino en la selección de sus candidatos;<br />

pero de acciones conjuntas y consecuencias<br />

(cárcel, renuncia al cargo o cualquier<br />

otra medida), nada. Se apuesta al olvido<br />

social y la anestesia que causa el horror<br />

de la violencia luego de las manifestaciones<br />

de protesta (2005, 2008 y 2011). Hace<br />

tiempo que los políticos no sólo duermen<br />

con el enemigo sino que comen de<br />

su mano, y eso también está alcanzando<br />

su reflejo en el campo político-electoral.<br />

Lo cierto es que esta descomposición no<br />

se evitará con discursos, por muy encendidos<br />

que sean.<br />

¿Inteligencia para la represión Sin<br />

un marco legal claro y menos con contrapesos<br />

de control interno o externo (Congreso),<br />

el gobierno ha dividido al país en<br />

regiones donde las instancias de inteligencia<br />

(fusión es la palabra de la nueva<br />

tendencia) del sector seguridad y defensa<br />

(civiles y militares) pretenden coordinarse<br />

para, según el Plan Nacional de Desarrollo,<br />

preservar la existencia del Estado.<br />

El mecanismo en realidad se ha limitado<br />

a apoyar operativos contra el crimen<br />

organizado y el narcotráfico, según se desprende<br />

entre líneas de los anuncios oficiales.<br />

Junto con la Ley de Seguridad Interior,<br />

la pinza de la –esa sí– renovada visión<br />

punitiva del gobierno se cierra con otro<br />

ordenamiento anunciado: la Ley del Sistema<br />

de Inteligencia Nacional, al margen<br />

de lo que ya establece la Ley de Seguridad<br />

Nacional.<br />

El planteamiento esbozado sólo permite<br />

advertir que en cuestión de tiempo<br />

va a derivar en el fortalecimiento de medidas<br />

represivas contra manifestaciones<br />

sociales de frustración e impotencia. El<br />

escenario está puesto con una guerrilla<br />

(EPR, ERPI y subdivisiones) que se mira<br />

“buena” y antes fue “mala”, según el<br />

maniqueísmo priista de los noventa, y<br />

sectores que esperan a los iluminados de<br />

la mano dura, que ahí están, ocupando<br />

los espacios que no llena nuestra frágil<br />

democracia. <br />

<strong>1985</strong> / 16 DE NOVIEMBRE DE 2014 67

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!