Año 9 - Noviembre 2012 - La Hoja del Titiritero
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<strong>La</strong> inauguración de la sexta edición tuvo lugar en el Foyer <strong>del</strong> Teatro de la Casa de la Cultura con la presencia de las<br />
autoridades de la Dirección general de cultura de la Intendencia de Maldonado, el Ministerio de Educación y Cultura, la<br />
Dirección Nacional de Cultura y la Asociación de <strong>Titiritero</strong>s <strong>del</strong> Uruguay. Seguidamente se declaró a Maldonado como<br />
Ciudad <strong>del</strong> Títere en la banda oriental <strong>del</strong> continente latinoamericano. Lo que continuó fue la apertura de la exposición<br />
Un arcoíris en el Caribe: 4 diseñadores cubanos (Pepe Camejo, Armando Morales, Zenén Calero y Christian Medina),<br />
contentiva de bocetos originales de estos tres artistas cubanos. Los grupos nacionales Tango y Quipus ofrecieron<br />
espectáculos de teátricos de caja bajo el título Una noche en Montevideo, donde asombró por su ternura, creatividad y<br />
suma gracia el titiritero Fernando Bezzosi.<br />
III-Títeres cubanos y uruguayos a escena<br />
El Teatro Fernandino acogió en la noche inaugural y en la clausura vespertina al Museo y Teatro de Títeres El Arca, de<br />
<strong>La</strong> Habana, Cuba, colectivo fundado en 2010, asentado en el casco histórico de la capital. Con El gato de Lilo, versión<br />
libre de Maykel Rodríguez de la Cruz sobre el cuento de Perrault “El gato con botas”, los jóvenes artistas cubanos suman<br />
a su elenco a la experimentada actriz titiritera Miriam Sánchez. Frente a especialistas, aficionados, curiosos y público en<br />
general, El Arca mostró su singular aproximación al universo <strong>del</strong> teatro de sombras, en una puesta en escena en pantalla<br />
gigante de Liliana Pérez Recio, quien en este, su segundo trabajo como directora artística al frente de su pequeña tropa<br />
de creadores, dibuja todo en largos paseos vespertinos de la mano de sus siluetas blanquinegras, con algunas<br />
secuencias digitales a color y dos planos de sucesos escénicos donde tiempo real y literatura buscan un camino único,<br />
mezclando cotidianidad y fantasía literaria.<br />
<strong>La</strong> lluvia y el mal tiempo amenazaron con hacer tambalear las actividades <strong>del</strong> segundo día de festival, pero los titiriteros<br />
son tercos, empecinados, y todo se realizó acorde con lo previsto en el programa oficial, funciones, talleres y charlas.<br />
En la noche el Fernandino acogió la puesta en escena de El traje invisible, <strong>del</strong> grupo nacional <strong>La</strong> Ovidio, basada en el<br />
conocido cuento mágico de Andersen. El espectáculo, con guiños a los tiempos actuales a nivel sonoro y textual,<br />
correctamente animado y actuado mediante la técnica de títeres de mesa parlantes, desaprovechó las maravillosas<br />
posibilidades de los títeres para hacer lo que al ser humano le es vedado, pues perfectamente esos diálogos chispeantes<br />
pudieron haber sido hecho por actores de carne y hueso sustituyendo a los muñecos. Cuando eso sucede, siempre<br />
suelo preguntarme: ¿para que sirve el teatro de títeres si no es para subvertir y parodiar un mundo demasiado predecible<br />
como el de los entes de verdad<br />
Todo lo contrario ocurrió en la tercera jornada <strong>del</strong> festival, con el también nacional Teatro Cachiporra. Javier Peraza, el<br />
guía de esta agrupación con más de 35 años de andadura escénica, deslumbró a todos con su maestría artística.<br />
Durante la presentación de la obra Sopa, concebida para adolescentes y adultos, Peraza acude a diversas técnicas<br />
titiriteras como el guante, la varilla, la sombra, entre otras, más una exquisita banda sonora y gracia derrochada a mares,<br />
donde destaca el trabajo con la escena. Es propietario de la obra <strong>La</strong> República <strong>del</strong> caballo muerto, <strong>del</strong> argentino Roberto<br />
Espina. El espectáculo ha sido apreciado en Polonia, Brasil y España con el mismo éxito.