Año 9 - Noviembre 2012 - La Hoja del Titiritero
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Dentro de las giras por el Interior, actuaron en Minas, Castillos, Rocha, Mercedes, San José y otras ciudades. Visitaron,<br />
Argentina y Brasil. En Porto Alegre, por ejemplo, se presentaron en el Instituto de Bellas Artes en mayo de 1957 por<br />
cuatro días consecutivos, con un variado programa que fue altamente calificado como exponente <strong>del</strong> arte uruguayo.<br />
Para Irma Abirad, como profesora de literatura, uno de los más grandes problemas, era encontrar textos adecuados. Ella<br />
deseaba un repertorio para títeres que superara los golpes y porrazos se repetía entre los titiriteros de la época. Montiel<br />
Ballesteros, cuya obra fue escenificada por esta compañía de títeres, afirmaba en 1958 que casi todo el material que<br />
había al respecto se caracterizaba por un "grueso trazo caricatural" y "un picaresco equívoco y a menudo<br />
desenfadadamente procaz".<br />
El grupo inició entonces una búsqueda entre autores de Argentina, México, España, Francia etc., traduciendo algunas<br />
veces textos y dando oportunidad a algún autor uruguayo, incluso a algún integrante de la compañía. <strong>La</strong>s farsas<br />
medieval francesas (como <strong>La</strong> tinaja) aportaron vida y dinamismo al retablo, cómo también se representó farsas francesas<br />
modernas, como la de Guiñol, personaje creado por un dentista llamado Mourguet, en Lyon. <strong>La</strong> Compañía, dio vida a<br />
Guiñol y la tabernera, <strong>La</strong> pesadilla de Guiñol y Guiñol y el oso, traducidas por Carmen Pittaluga, también coreógrafa <strong>del</strong><br />
grupo.<br />
Sin embargo, a la Compañía le interesaba además de Francia, España. Imaginaron las aventuras de Cervantes y Lope<br />
de Rueda. Siguieron los pasos de García Lorca, quien buscaba conjugar lo culto con lo popular. Les interesó además el<br />
folklore.<br />
Representaron obras de Alejandro Casona y de los hermanos Alvarez Quinteros asimismo obras <strong>del</strong> argentino Alfredo<br />
Bagalio entre muchos otras. Por otro lado, presentaban <strong>La</strong> Cenicienta, Aladino y la lámpara maravillosa, o leyendas<br />
criollas, como <strong>La</strong> luz mala, de Noemí Gil Janeiro.<br />
Irma manifestaba: "<strong>La</strong> elección de las obras está hecha con un criterio especial. Por medio de las que llamo "directas"<br />
busco acercar al público que es heterogéneo, y no siempre culto en materia teatral. Con los personajes que han hecho<br />
famosos los cuentos de niños, amplío el margen de simpatizantes, pues toda persona sensible revive los cuentos que<br />
nos encantaron de pequeños y que nos gusta recordar. Con la introducción de obras clásicas pretendo acercar al público<br />
a las obras maestras de la literatura universal. Y finalmente, con la danza, agregar un elemento práctico al esfuerzo de<br />
nuestra enseñanza por hacerla integral".<br />
Irma Abirad, incorporó la danza al teatro de títeres, lo que sorprendió fuertemente a la crítica de la época. En agosto de<br />
1952, luego de una función en el Stella, el crítico teatral Don Melitón consignaba en “<strong>La</strong> Tribuna Popular” su asombro<br />
ante un ballet realizado con títeres de guante: "Los muñecos danzan nada menos que la famosa partitura de Chopin<br />
"Sílfides", con una primera bailarina y todo. Es realmente admirable esta realización coreográfica, durante la cual las<br />
danzarinas levantan las piernas, imitan los equilibrios en punta de pie y giran y combinan figuras decorativas".<br />
Por otra parte, en 1952, en la ciudad de Rocha la profesora Cardozo de Marquizo escribió en el diario local <strong>La</strong> Palabra:<br />
"Consideramos una verdadera revolución en el arte titiritesco el presentar a los muñecos danzando, en una ficción<br />
perfecta de ballet clásico, no como simple remedo, sino como frágiles e independientes danzarinas con la jerarquía de<br />
tal".<br />
El lago de los cisnes, Coppelia, Pedro y el lobo, lograron desplegar los más impresionantes efectos, junto a los juegos de<br />
luces. Hugo Viñals y Jorge Opizzo fueron dos hábiles colaboradores en materia escenotécnica. Otro elemento importante<br />
fue el uso de escenografías con volumen. "No será el movimiento en línea horizontal sobre la boca de escena" decía la<br />
directora, "sino que podrá desplazarse como en el teatro, dado que las escenografías no son simples telones planos sino<br />
corpóreas, con puertas y ventanas practicables que acercan lógicamente la realidad escénica a los espectadores".