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12. Fundación e Imperio

Fundación e Imperio es la segunda novela del Ciclo de Trántor escrita por el norteamericano Isaac Asimov en 1952. Es el segundo libro de la Trilogía original de la Fundación.

Fundación e Imperio es la segunda novela del Ciclo de Trántor escrita por el norteamericano Isaac Asimov en 1952. Es el segundo libro de la Trilogía original de la Fundación.

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24. EL CONVERSO<br />

La escasa vida de Trántor se extinguió cuando se introdujeron entre los espaciados<br />

edificios del campus de la Universidad. Reinaba un silencio solemne y solitario.<br />

Los extranjeros de la <strong>Fundación</strong> no sabían nada de los agitados días y noches del<br />

sangriento Saqueo, que había dejado intacta la Universidad. No sabían nada de la época<br />

posterior al colapso del poder imperial, cuando los estudiantes, con armas prestadas y<br />

un valor inusitado, formaron un ejército de voluntarios para proteger el santuario de la<br />

ciencia de la Galaxia. No sabían nada de la lucha de los Siete Días y del armisticio que<br />

liberaba a la Universidad cuando incluso en el palacio imperial resonaban las botas de<br />

Gilmer y sus soldados durante el breve intervalo de su dominación.<br />

Los de la <strong>Fundación</strong>, al acercarse por primera vez, comprendieron solamente que, en un<br />

mundo de transición entre lo viejo y podrido y lo esforzadamente nuevo, este área era<br />

una tranquila y delicada pieza de museo de antigua grandeza.<br />

En cierto sentido, eran intrusos. El vacío grande y solemne rechazaba su presencia. La<br />

atmósfera académica parecía vivir aún y temblar airadamente ante su intrusión.<br />

La biblioteca era un edificio de pequeñas dimensiones que en su parte subterránea<br />

alcanzaba una enorme extensión de silencio y ensueño. Ebling Mis se detuvo ante los<br />

elaborados murales de la sala de recepción.<br />

Murmuró (allí era preciso hablar en susurros): -Creo que nos hemos dejado atrás la sala<br />

de los catálogos. Voy a ver si la encuentro. -Tenía la frente enrojecida y su mano<br />

temblaba-. No debo ser molestado, Toran. ¿Me bajarás la comida allí? -Lo que usted<br />

diga. Haremos cuánto sea necesario para ayudarle. ¿Quiere que trabajemos con usted? -<br />

No. Debo estar solo...<br />

-¿Cree que conseguirá lo que quiere? Ebling Mis replicó con tranquila certidumbre: -<br />

¡Estoy seguro de ello!<br />

Toran y Bayta estuvieron más cerca de «montar una casa» de la forma normal que en<br />

cualquier otro momento del tiempo que llevaban casados. Era una especie extraña de<br />

«montar una casa». Vivían rodeados de grandeza con una sencillez inapropiada. Su<br />

alimento procedía en gran parte de la granja de Lee Senter, y lo pagaban con los<br />

pequeños utensilios atómicos de que disponía la nave de cualquier comerciante.<br />

Magnífico aprendió a utilizar los proyectores de la sala de lectura y pasaba las horas<br />

leyendo novelas de aventuras y romances de amor, absorto hasta el punto de olvidarse<br />

de comer y dormir, como Ebling Mis.<br />

En cuanto a Ebling, estaba completamente aislado. Había insistido en que le instalaran<br />

una hamaca en la Sala de Psicología. Su rostro adelgazó y empalideció. Su voz fue<br />

perdiendo su fuerza acostumbrada, y olvidó sus maldiciones preferidas. Había momentos<br />

en que parecía luchar para reconocer a Toran o a Bayta.<br />

Era más él mismo cuando estaba con Magnífico, que le llevaba las comidas y a menudo<br />

se sentaba a contemplarle durante horas con una extraña y fascinada atención, mientras<br />

el anciano psicólogo transcribía larguísimas ecuaciones, buscaba referencias en<br />

interminables libros audiovisuales, y se paseaba de un lado a otro entregado a un<br />

salvaje esfuerzo mental cuyo objetivo sólo él conocía.<br />

Taran tropezó con Bayta en la habitación oscura, y exclamó<br />

-¡Bayta!<br />

Ella le miró con expresión de culpabilidad. -¿Qué? ¿Me buscabas, Torie?<br />

-Claro que te buscaba. ¿Qué diablos estás haciendo aquí? Estás actuando de un modo<br />

extraño desde que llegamos a Trántor. ¿Qué te pasa?<br />

-¡Oh, Torie, calla! -contestó con gesto de cansancio.<br />

-¡Oh, Torie, calla! -repitió él en son de burla. Y luego, con repentina suavidad-: ¿No<br />

quieres decirme qué te pasa, Bay? Algo te preocupa.<br />

-¡No! No me preocupa nada, Torie. Si continúas acusándome, me volverás loca. Sólo<br />

estoy... pensando.<br />

-¿Pensando en qué?<br />

-En nada. Bueno, en el Mulo, en Haven, en la <strong>Fundación</strong>, en todo un poco. En Ebling Mis<br />

y si encontrará algo sobre la Segunda <strong>Fundación</strong>; y si representará una ayuda el hecho<br />

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