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12. Fundación e Imperio

Fundación e Imperio es la segunda novela del Ciclo de Trántor escrita por el norteamericano Isaac Asimov en 1952. Es el segundo libro de la Trilogía original de la Fundación.

Fundación e Imperio es la segunda novela del Ciclo de Trántor escrita por el norteamericano Isaac Asimov en 1952. Es el segundo libro de la Trilogía original de la Fundación.

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9. EN TRANTOR<br />

Las estrellas eran tan numerosas como la mala hierba en un campo abandonado y, por<br />

primera vez, Lathan Devers encontró que los números situados a la derecha de la coma<br />

decimal eran de primordial importancia para calcular las órbitas a través de las<br />

hiperregiones. Existía cierta sensación de claustrofobia en la necesidad de dar saltos no<br />

superiores a un año luz, y una tremenda dureza en un firmamento que resplandecía<br />

ininterrumpidamente en todas direcciones. Era como estar perdido en un mar de<br />

radiación.<br />

Y en el centro de un núcleo de diez mil estrellas, cuya luz rasgaba la oscuridad<br />

circundante, giraba el enorme planeta imperial, Trántor.<br />

Pero era más que un planeta; era el latido vivo de un imperio de veinte millones de<br />

sistemas estelares. Tenía una sola función: la administración; un solo propósito; el<br />

gobierno; y un solo producto manufacturado: la ley.<br />

El mundo entero era una distorsión funcional. No había en su superficie otros objetos<br />

vivos que el hombre, sus animales domésticos y sus parásitos. No podía encontrarse ni<br />

una brizna de hierba ni un trozo de suelo sin cubrir fuera de los doscientos kilómetros<br />

cuadrados que ocupaba el Palacio Imperial. Fuera del recinto de Palacio no existía más<br />

agua que la contenida en las vastas cisternas subterráneas que suministraban el líquido<br />

elemento a todo un mundo.<br />

El lustroso, indestructible e incorruptible material que constituía la lisa superficie del<br />

planeta era el cimiento de las enormes estructuras de metal que abarrotaban Trántor.<br />

Estas estructuras estaban conectadas por aceras, unidas por corredores, divididas en<br />

oficinas, ocupadas en su parte inferior por inmensos centros de venta al por menor que<br />

cubrían kilómetros cuadrados, y en su parte superior por el centelleante mundo de las<br />

diversiones, que cobraba vida todas las noches.<br />

Era posible dar la vuelta al mundo de Trántor sin abandonar este único edificio<br />

conglomerado ni ver la ciudad.<br />

Una flota de naves superior en número a todas las flotillas de guerra del <strong>Imperio</strong><br />

descargaba diariamente en Trántor toda clase de mercancías para alimentar a los<br />

cuarenta mil millones de seres humanos que sólo daban a cambio el cumplimiento de la<br />

necesidad de desenredar las miríadas de hilos que convergían en la administración<br />

central del Gobierno más complejo que la humanidad conociera jamás.<br />

Veinte mundos agrícolas eran el granero de Trántor. Un universo era su servidor...<br />

Fuertemente sostenida a ambos lados por enormes brazos de metal, la nave comercial<br />

fue suavemente colocada en la gigantesca rampa que conducía al hangar. Devers había<br />

encontrado el camino a través de las múltiples complicaciones de un mundo concebido<br />

sobre el papel y dedicado al principio del «cuestionario por cuadriplicado..<br />

Hicieron el alto preliminar en el espacio, donde llenaron el primero de un centenar de<br />

cuestionarios. Hubo cien interrogatorios, la aplicación rutinaria de una sonda sencilla, la<br />

toma de fotografías de la nave, el análisis de características de los dos hombres y su<br />

subsiguiente registro, la búsqueda de contrabando, el pago del impuesto de entrada y,<br />

finalmente, la cuestión de las tarjetas de identidad y el visado de estancia.<br />

Ducem Barr era siwenniano y súbdito del Emperador, pero Lathan Devers era un<br />

desconocido, sin los documentos necesarios. El funcionario que les atendió estaba<br />

abrumado por aquella extraña situación, pero Devers no podía entrar. De hecho,<br />

tendrían que retenerle para la investigación oficial.<br />

De alguna parte brotaron cien créditos en billetes nuevos y flamantes, garantizados por<br />

los dominios de Brodrig. El funcionario se. encogió visiblemente, y su estado de agobio<br />

disminuyó. Apareció un nuevo impreso procedente del casillero adecuado. Fue rellenado<br />

rápida y eficientemente, y la característica de Devers quedó estampada en él.<br />

Los dos hombres entraron en Trántor.<br />

En el hangar, la nave comercial fue registrada, fotografiada, anotada en el archivo; su<br />

contenido inventariado, copiadas las tarjetas de identidad de los pasajeros y se pagó por<br />

ella el impuesto requerido contra entrega de un recibo.<br />

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