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12. Fundación e Imperio

Fundación e Imperio es la segunda novela del Ciclo de Trántor escrita por el norteamericano Isaac Asimov en 1952. Es el segundo libro de la Trilogía original de la Fundación.

Fundación e Imperio es la segunda novela del Ciclo de Trántor escrita por el norteamericano Isaac Asimov en 1952. Es el segundo libro de la Trilogía original de la Fundación.

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-Pero usted está obstaculizando los planes de Su Señoría, y eso también podría costarle<br />

caro. -Volvió a zarandear al bufón-. Devuelve el dinero al señor, carroña.<br />

La mano de Toran se movió con celeridad, arrebatando la pistola al guarda con tal<br />

fuerza, que casi se le llevó un dedo. El guarda chilló de dolor y de rabia. Toran le empujó<br />

violentamente hacia un lado, y el bufón, ya libre, se refugió detrás de él.<br />

Los curiosos, que ya lo eran en número considerable, apenas si dedicaron atención al<br />

último incidente. Todos tenían los cuellos estirados hacia otra parte, como si hubiesen<br />

decidido aumentar la distancia entre ellos y el centro de actividad.<br />

Entonces se oyó un murmullo y una orden brusca<br />

proferida desde lejos. Se formó un pasillo, y dos hombres se acercaron por él, con sus<br />

látigos eléctricos preparados. En sus blusas purpúreas había dibujado un haz angular de<br />

rayos con un planeta debajo, partido en dos.<br />

Les seguía un gigante moreno, con uniforme de teniente, cabellos negros y expresión<br />

adusta.<br />

El gigante habló con peligrosa suavidad, indicio de que no tenía necesidad de gritar para<br />

imponer sus caprichos.<br />

-¿Es usted el hombre que ha notificado el suceso? El guarda seguía sujetándose la mano<br />

torcida y contestó con el rostro contraído por el dolor: -Reclamo la recompensa, Su<br />

Grandeza, y acuso a este hombre...<br />

-Recibirá su recompensa -dijo el teniente sin mirarle, e hizo una seña a sus hombres-:<br />

Lleváoslo. Toran sintió que el bufón tiraba de su bata con fuerza desesperada. Levantó la<br />

voz y se esforzó para que no temblara<br />

-Lo siento, teniente; este- hombre me pertenece. Los soldados escucharon la frase sin<br />

pestañear. Uno levantó casualmente su látigo, pero una áspera orden del teniente le<br />

obligó a bajarlo. El gigante moreno se adelantó y plantó su robusto cuerpo frente a<br />

Toran.<br />

-¿Quién es usted?<br />

-Un ciudadano de la <strong>Fundación</strong> -fue la respuesta.<br />

Dio resultado, al menos con la muchedumbre. El tenso silencio se convirtió en un<br />

apasionado murmullo. El nombre del Mulo podía inspirar temor, pero al fin y al cabo era<br />

un nombre nuevo y no ahondaba tan profundamente en la conciencia de la gente como<br />

el antiguo nombre de la <strong>Fundación</strong> -que había destruido al <strong>Imperio</strong>- y cuyo temor<br />

gobernaba un cuadrante de la Galaxia con implacable despotismo.<br />

El teniente no se inmutó. Preguntó:<br />

-¿Conoce usted la identidad del hombre que se oculta a su espalda?<br />

-Me han dicho que ha huido de la corte del caudillo de ustedes, pero lo único que sé<br />

seguro es que es mi amigo, y va a necesitar usted una buena prueba de su identidad<br />

para llevárselo.<br />

Entre el gentío se oyeron sospechosos comentarios, pero el teniente no hizo caso de<br />

ellos. -¿Tiene usted su documentos de ciudadanía de la <strong>Fundación</strong>?<br />

-Están en mi nave.<br />

-¿Se da cuenta de que sus acciones son ilegales? Puedo hacerle matar.<br />

-No me cabe la menor duda. Pero mataría a un ciudadano de la <strong>Fundación</strong>, y es muy<br />

probable que su cuerpo fuese enviado a ella -descuartizado- como compensación parcial.<br />

Ya lo han hecho otros señores guerreros.<br />

El teniente se humedeció los labios. La afirmación era cierta. Preguntó:<br />

-¿Su nombre?<br />

Toran aprovechó su ventaja.<br />

-Contestaré a más preguntas en mi nave. En el hangar le dirán el número de mi<br />

aparcamiento; la nave está registrada bajo el nombre de Bayta.<br />

-¿No entregará al fugitivo? -Al Mulo tal vez. ¡Envíemelo!<br />

La conversación había ido degenerando en un murmullo, y el teniente dio media vuelta<br />

con brusquedad. -¡Dispersad al gentío! -ordenó a sus hombres, con reprimida ferocidad.<br />

Restallaron los látigos eléctricos. Hubo alaridos y los curiosos se dispersaron en retirada.<br />

Toran interrumpió una sola vez su ensoñación mientras volvían al hangar. Exclamó, casi<br />

para sus adentros:<br />

-¡Por la Galaxia, Bay, qué mal lo he pasado! Tenía tanto miedo...<br />

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