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12. Fundación e Imperio

Fundación e Imperio es la segunda novela del Ciclo de Trántor escrita por el norteamericano Isaac Asimov en 1952. Es el segundo libro de la Trilogía original de la Fundación.

Fundación e Imperio es la segunda novela del Ciclo de Trántor escrita por el norteamericano Isaac Asimov en 1952. Es el segundo libro de la Trilogía original de la Fundación.

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Y entonces Devers se encontró bajo el brillante y blanco sol, en una terraza donde había<br />

mujeres que charlaban, niños que gritaban y hombres que sorbían lánguidamente sus<br />

bebidas y escuchaban las noticias del <strong>Imperio</strong> emitidas por gigantescos televisores.<br />

Barr pagó por un periódico las monedas de iridio que le pidieron. Era el Noticias<br />

Imperiales de Trántor, órgano oficial del Gobierno. En la trastienda de la editorial sonaba<br />

el ruido de las máquinas que imprimían ediciones extraordinarias, impulsadas desde las<br />

oficinas del Noticias Imperiales, situadas a dieciséis mil kilómetros por corredor -a nueve<br />

mil por avión-, del mismo modo que se imprimían simultáneamente diez millones de<br />

ejemplares en las restantes editoriales del planeta.<br />

Barr echó una mirada a los titulares y dijo en voz baja:<br />

-¿Por dónde empezamos?<br />

Devers intentó sacudirse la depresión que le embargaba. Se hallaba en un universo muy<br />

alejado del suyo, en un mundo que le abrumaba con su complejidad, entre gentes que<br />

hacían y decían cosas casi incomprensibles para él. Las relucientes torres metálicas que<br />

le rodeaban y continuaban hasta el horizonte en una interminable multiplicidad, le oprimían;<br />

la vida atareada e indiferente de la gigantesca metrópoli le sumía en una terrible<br />

sensación de aislamiento e insignificancia.<br />

-Eso se lo dejo a usted, doctor -contestó.<br />

Barr estaba tranquilo. Comentó en un murmullo: -Intenté decírselo, pero es difícil de<br />

creer si no lo ve uno mismo. Ya lo sé. ¿Adivina cuántas personas quieren ver<br />

diariamente al Emperador? Alrededor de un millón. ¿Sabe a cuántas recibe? A unas diez.<br />

Tendremos que tantear al servicio civil, y eso dificulta las cosas. Pero no podemos<br />

arriesgarnos a tratar con la aristocracia.<br />

-Tenemos casi cien mil créditos...<br />

-Un solo Par del Reino nos costaría eso, y necesitaríamos al menos tres o cuatro para<br />

llegar hasta el Emperador. Tal vez debamos acudir a cincuenta comisionados y<br />

supervisores, pero sólo nos costarán unos cien créditos cada uno. Yo seré quien hable.<br />

En primer lugar, no entenderían su acento, y, en segundo lugar, usted no conoce la<br />

etiqueta del soborno imperial. Es todo un arte, se lo aseguro. ¡Ah!<br />

La tercera página del Noticias Imperiales traía lo que buscaba, y pasó el periódico a<br />

Devers.<br />

Devers leyó con lentitud. El vocabulario era extraño, pero lo comprendió. Levantó la<br />

vista y sus ojos delataron lo preocupado que estaba. Golpeó furiosamente la página con<br />

el dorso de la mano. -¿Cree que podemos fiarnos de esto?<br />

-Dentro de ciertos límites -repuso Barr con calma-. Es muy improbable que hayan<br />

destruido la Flota de la <strong>Fundación</strong>. Seguramente ya han dado esta noticia varias veces,<br />

si usan la acostumbrada técnica de deducir las cosas desde una capital muy alejada del<br />

campo de batalla. Sin embargo, significa que Riose ha ganado otra contienda, lo cual no<br />

sería de extrañar. Dicen que ha conquistado Loris. ¿No se trata del planeta-capital del<br />

reino de Loris?<br />

-Sí -contestó Devers-, o de lo que era el reino de Loris. Y no está ni a veinte parsecs de<br />

la <strong>Fundación</strong>. Doctor, hemos de trabajar muy rápido.<br />

Barr se encogió de hombros.<br />

-No se puede ir de prisa en Trántor. Si lo intenta, lo más probable es que acabe frente al<br />

cañón de un lanzarrayos atómico.<br />

-¿Cuánto tiempo necesitaremos?<br />

-Un mes, si tenemos suerte. Un mes y nuestros cien mil créditos..., si es que son<br />

suficientes. Y eso suponiendo que al Emperador no se le ocurra viajar a los Planetas<br />

Estivales, donde no recibe a ningún peticionario.<br />

-Pero la <strong>Fundación</strong>...<br />

-...Tendrá cuidado de sí misma, como hasta ahora. Vamos, habrá que pensar en la cena.<br />

Estoy hambriento. Después, la noche es nuestra, y será mejor que la disfrutemos. Nunca<br />

más veremos Trántor o un mundo similar, recuérdelo.<br />

El delegado de las Provincias Exteriores abrió con impotencia sus regordetas manos y<br />

contempló a los solicitantes a través de unas gafas que no disimulaban su elevado grado<br />

de miopía.<br />

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