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198 - Scherzo

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ACTUALIDADMADRIDMúsica de HoySCHOENBERG Y SCIARRINO, COMO SE DEBENMadrid. Auditorio Nacional. 21-IV-2005. Concierto de presentación del Coro del Proyecto Guerrero. Director: GuillermoBautista. Schoenberg, Obra para coro. 10-V-2005. R. Fabbriciani, flauta; S. Turchetta, mezzosoprano. Obras de Sciarrino.Afalta todavía de otrosdos conciertos quecoronen esta temporadatan completa 2004-2005 deMúsicadhoy, he aquí que seme juntan para este comentariode junio dos convocatorias,de abril y mayo, que porsí solas justificarían el quehacerde su director XavierGüell en este ciclo y en otrosdiez. Como siempre, tambiénen este par de ocasionessobre programas monográficossucede que es posible, yhasta fácil, resumir los correspondientescomentarios críticosen dos párrafos breves,uno dedicado al creador yotro al o a los intérpretes.No es mala idea, no —yrealmente no sé si se haaplicado con anterioridadaquí o fuera de aquí—, la deofrecer reunida en una solasesión la obra integral paracoro a cappella de ArnoldSchoenberg. Y como se hahecho. Es decir, en rigurosoorden cronológico; el queencabezan y cierran, en1896 y 1950 respectivamente,los brevísimos Ei du Lüttey el Salmo 130, op. 50b. Esasí como mejor se puedeadvertir y disfrutar de la pro-pia evolución que el autoriba plasmando en sus piezas,más o menos conscientemente,de sus internas disquisicionestécnicas y delenguaje, de su interés porlo religioso o de sus recuerdosde lo popular.En el segundo orden decosas, no debe dejar deaplaudirse con entusiasmo laoportunidad que se le hadado de presentarse ensemejante paisaje a unaagrupación nuestra nueva, elCoro del Proyecto Guerrero,dirigido por Guillermo Bautista.Y que, formado porSALVATORE SCIARRINOMauro Fermariellodoce cantores —con doscontraltos masculinos—, haproducido una formidableimpresión, tanto por la calidadindividual que seadvierte, como por unentendimiento colectivomuy por encima de cualquiergrupo recién formado.Más conciso va a sertodavía el comentario quededique a la sesión protagonizadapor el compositor italianoSalvatore Sciarrino y elflautista de igual nacionalidadRoberto Fabricciani, concolaboración final de la mezzoSonia Turchetta. Porque,creo que con entera razón yjusticia, voy a concederle aFabricciani grados creadoresde importancia cercana, enlos resultados musicales ysonoros finales, a los delcompositor. Porque una“entente” plena entre compository flautista hace queesa suerte de minimalismodulce y encantatorio con elque Sciarrino construye lastres obras aquí gustadas —All’aure in una lontananzay Come vengono prodotti gliincantesimi, para flauta sola,y La perfezione di uno spiritosottile, para flauta y voz—, seintroduzca en los milagrososcantares y decires, desde lossusurros hasta el grito, queFabricciani hace surgir de suflauta, engrandeciendo hastalo inverosímil el productofinal. Dos monstruos a losque supo hacer más quecorrecta y sabia compañía enla tercera de las obras citadas,en una suerte de finacontribución teatralizada, lamezzo Sonia Turchetta.Una audiencia paupérrimaen número supo estar ala altura en el premio.Leopoldo HontañónConciertos de la TradiciónVOLVER A MOZARTMadrid. Auditorio Nacional. 11-V-2005. Erich Hoeprich, clarinete; Cyndia Sieden, soprano. Orquesta del Siglo XVIII.Director: Frans Brüggen. Obras de Mozart.28Cercana la que será probablementeotra granavalancha de celebracionesmozartianas en 2006,Brüggen y su Orquesta delSiglo XVIII trajeron un programadedicado por enteroal autor de Don Giovannicomo cierre de la presentetemporada de Conciertos dela Tradición. Erich Hoeprichencaró el Concierto paraclarinete con un instrumentode fabricación propia quebusca reproducir el utilizadopor Stadler. El nombre delinstrumentista se viene asociandoa esta obra desdehace muchos años y aunquese dieron algunas imprecisionesy ligeros problemasde equilibrio con la orquestaen el primer tiempo, lo ciertoes que Hoeprich le extraeun magnífico partido alregistro más grave de su clarinetey fraseó de modoadmirable en el Adagio central.El Finale se vio caracterizado,tanto en el solistacomo en la batuta, por unajubilosa entrega. Muchomenos redondas vinieron aser las tres arias para AloysiaWeber, en especial por eltimbre algo desabrido de lasoprano, si bien los acompañamientosde Brüggen fueronen todo momento elegantesy cuidadosos. Porúltimo, la interpretación dela Sinfonía nº 40 —en laalternativa con clarinetes—se movió por cauces deequilibrio y moderación;dotada de una notable transparencia,el director prestóuna considerable atención alas voces medias y a losdetalles, sin perder de vistala visión de conjunto de estaatribulada partitura. Excelenteel trabajo de la madera,con un superlativo KonradHünteler a la flauta, capazde dejar oír su travesera aunen medio de los tuttiorquestales.Enrique Martínez Miura

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