ACTUALIDADSAN SEBASTIÁNSorprendente coroGANÓ LA MÚSICASan Sebastián. Auditorio Kursaal. 17-IV-2005. Puccini, Turandot. Elene Klein, Lilia Grevtosva, Bogdan Taras, SergioVostriakov, Gennadi Vaschenko, Mikola Shuliak, Dimitro Popov. Coro y Orquesta de la Ópera de Kiev. Directormusical: Volodimir Kozhujar. Director de escena: Mario Corradi.Montar Turandot en unescenario como el delKursaal tiene su mérito,si se considera el númerode intérpretes que tal empresarequiere. Hubo quien acudióde manera desconfiada ala cita con la producción acargo de la Ópera de Kiev.Sin embargo, el productoobtenido resultó bastantedigno, aunque las cosas funcionaronmucho mejor desdeun punto de vista musicalcon una escena simple yestática. Al tratarse de unaproducción itinerante eslógico que los decoradossean adaptables para todotipo de teatros, sin embargofue escaso el juego escénicorealizado por el coro, perocomo sonó con ímpetu, fuerzay un sonido extraordinario,con unas sopranos ytenores todo-terrenos loanterior citado quedó ensegundo plano. Telones vistososy un vestuario recargadoy exagerado no pudieroneclipsar el buen trabajomusical que imperó durantela representación.El sonido procedente delfoso, comandado por VolodimirKozhujar, fue acertado,con marcados contrastes enlos tempi y reguladores. Fuerondestacables varias de lasintervenciones, entre ellas lade la soprano Lilia Grevtosvaque cantó a la esclava Liú singrandes alardes pero conuna inusitada dulzura y tirándoseal barro en su Tu chede gel sei cinta, estuvo muybien en su dúo con la sopranoprotagonista Elena Klein,que hizo de su canto un focode atención gracias a unadestacable línea de canto yuna emisión vocal que sonóde un modo arrebatador enpro de un rol que exige eltodo por el todo, estuvo muybien en su inicial Di questareggia. Y en el dúo final conel tenor quien, a su vez, hizotrampas, con prisas en lospasajes agudos, que, lejos demantener, pasaba siemprede largo, quedando así sutrabajo en segundo plano. Lagran sorpresa la protagonizóel trío compuesto por lostenores Shuliak, Popov y elbarítono Vaschenko en susroles de Ping, Pang y Pongvestidos de frac al más puroestilo de un musical americanodescontextualizados delvestuario oriental y con destacadosgiros como cuandoesnifaron un par de rayas. Enfin, una producción que sorprendióa todos y cuyo pesomusical superó con creces asu puesta en escena.Íñigo ArbizaLos contrastes del barrocoGOLPES DE EFECTOSan Sebastián. Kursaal. 12-V-2005. Europa Galante. Fabio Biondi, violinista y director. Obras de Corelli, Geminiani,Locatelli y Vivaldi.36Un total de trece músicosintegró el reducidoconjunto musical y untotal de tres conciertos, ademásde las Estaciones, configuraronun concierto atípicolleno de elementos a comentar.Entre ellos, la visión queBiondi tiene de las partiturasdel período barroco, unaóptica bastante lejana de lastípicas versiones lineales,planas e insulsas a las quenos hemos visto sometidosen muchas ocasiones. Enesta época de versiones revisadasy donde se ha impuestoya definitivamente lamoda de abordar ciertosrepertorios con instrumentosde época intentando dejarun sello personal, la audiciónde obras tan conocidascomo Las cuatro estacionesdel genio veneciano resultótodo un espectáculo. Nodesagradó la flema de Bionditocando un violín de CarloFerdinando Gagliano del1766.Aunque los instrumentistasdemostraron unas aptitudesvirtuosas y un trabajoabsolutamente ensamblado ycoordinado con todos losojos puestos en el violinistay a la vez director del grupo,sorprendieron muchas cosas.Y es que Biondi basó el con-FABIO BIONDIFranco Lanninocierto en los grandes golpesde efecto tales como exageradosritardandos, marcadísimosacentos, contrastadísimosreguladores y tempi deauténtico vértigo. Hubomuchos momentos subrayablesy destacables, pero queestuvieron mucho más basadosen el lucimiento de losinstrumentistas que en elresultado en sí mismo, escomo si todo hubiera sidointerpretado en Allegro y losAdagios y Andantes sehubieran evaporado. En Lascuatro estaciones Biondiechó el resto y decidió mostrarsus aptitudes ante el violín.Logró una versión cortaen cuanto a su duración serefiere, precisamente por loexpuesto anteriormente yentrando de lleno en losreseñados golpes de efecto,que encandilaron al públicoy que extrañaron a más deuno pero sin dejar de evidenciarlas altas cotas musicalesen las que se bandeael siciliano. De postre, repitieronuna de las partes delas Estaciones y el ballet deDon Juan de Gluck. Vamos,que estuvo bien pero salimosdel concierto un tantoestresados.Íñigo Arbiza
ACTUALIDADSANTIAGOBrüggen al frente de la Real FilharmoníaUN SIMPLE DEDOAuditorio de Galicia. 5-V-2005. Thomas Zehetmair, violín.Real Filharmonía de Galicia. Director: Frans Brüggen.Obras de Rameau y Beethoven.Rafa MartínFRANS BRÜGGENCuando un gran músicose pone al frente de unaorquesta, el resultado essiempre positivo. Tal esel caso de Frans Brüggen,bajo cuyas manos(no utiliza el habitualadminículo) la Filharmoníagallega realizó uno de losmejores conciertos —si no elmás— de cuantos le he escuchado.El director holandés,acomodado en un asientoalto sobre el pódium y consus ademanes pausados,repetitivos y de corto radio,parece la imagen misma dela ineficacia; pero un simplededo que se yergue puededesencadenar un tremendofortísimo; y una palma ahuecadaque se suspende levementeen el aire, marcar elmás delicado pasaje. La versiónde la preciosa suite deNaïs de Rameau (¡qué pocose toca el gran maestro francés!)estuvo llena de sutilezasen el fraseo y de bellassonoridades.Para definir el arte deThomas Zehetmair, los adjetivosse agotan. Tal vez seasobre todo ese sonido purísimo,luminoso que logra delinstrumento. Es verdad quese trata de un Stradivarius de1730, lo que significa unaconsiderable ayuda; pero losSANTIAGOviolines no tocan solos. Llamaronpoderosamente laatención las cadencias. Sonde Beethoven; pero las escribiócon destino a la versiónpara piano que él mismohizo de esta obra. Y, en consecuencia,para tocarlas enla versión original del Conciertopara violín, fue precisoadaptarlas a este instrumentoen un singular procesode restitución. El resultadode este tejemaneje parecepoco halagüeño, incluidosciertos sorprendentescromatismos. Y lo másasombroso es que las cadenciasque escribió Kreislerparecen más beethovenianasque las del propio compositor.No me sorprende: pasatambién con las de Joachim(en gran medida inspiradaspor Brahms) para el Conciertode violín del compositorhamburgués, comparadascon la maravilla quehizo Kreisler. Sea como fuere,ver cómo Zehetmairresuelve las enormes dificultadesde estos pasajes talque si bebiese un vaso deagua, produce admiración.Al concluir el acto musical,el público hizo justicia conun entusiasmo desbordado.Julio Andrade Malde37