ACTUALIDADMADRIDPerfección mozartianaESTAR EN LA GLORIAMadrid. Auditorio Nacional. 29, 30-IV-2005. Anne-Sophie Mutter, violín; Yuri Bashmet, viola. Orquesta Filarmónica deLondres. Mozart, Conciertos para violín, Sinfonía concertante para violín y viola.Decía Midori que le eramás fácil enfrentarse acualquier pieza de laliteratura violinística del sigloXX que a los conciertos deMozart para este instrumento.Pero no parece que entrañenninguna especial dificultadpara Anne-Sophie Mutterquien, uno a uno, fue revelandola atómica perfecciónde los cinco existentes. Deentrada, hay que dejar biensentado que Mutter no es fría,como suele decirse. Tampocoquizá lo contrario, por lamera razón de que toda esacantinela del “me llega”, “nome llega”, o “me emociona”,“no me emociona” es tanperezosa e imprecisa que,cuando busca un campo fueradel reducto del yo, pierdecasi todo relieve. Máxime sise trata de enjuiciar a un artistalleno de matices.Sí es cierto que Mutter esuna artista seria. Que tieneun conocimiento abrumadorde su profesión, traducidoen dominio pleno. Pero essu musicalidad sin mácula,más que el mecanismo(pues hoy hay otros violinistasque poseen también unalto grado de virtuosismopuro), lo que confiere aMutter un puesto de excepción.En los dos primerosconciertos atemperó su granvolumen, a fin de plegarlo alcanto suave y delicado, devena muy galante, de estasobras en particular. En otros,como el Quinto, brilló entoda suerte de fraseos, trinos,crescendos, destacandoel temblor suave (equivalentea una media voz), delAdagio, y el viraje emocionante(como todo cambio derumbo inesperado), impresoa cada modulación. En todoslos conciertos, además, abrumóel rigor con que fueronabordadas las cadencias y suANNE-SOPHIE MUTTERcapacidad para ir rimando lapoética mozartiana. Laorquesta brilló en muchas delas introducciones, y en bastantesmomentos puntuales,como el episodio turco delLilian Birnbaum/DGQuinto, con su jocoso subrayadode los acentos fuertesdel compás.El colofón de ambasveladas, la Sinfonía concertantepara violín, viola yorquesta (con el concurso deYuri Bashmet), alegró a casitodos. Fue una elecciónacertada, por parte deambos; una lección musicalpor dos perras; una aleaciónpreciosa entre las calidadesáureas del violín y cobrizade la viola. Como en otraocasión anterior, con la mismaobra y ejecutantes, susmodos difieren. Ella no haceconcesiones; muestra unaconcentración plena. Él, encambio, parece apurar ladimensión social del concierto(se pasea; sonríe a unos yotros mientras toca), sin quepor ello el resultado final seresienta lo más mínimo.J. Martín de SagarmínagaXI Ciclo de LIedELLAS DOSMadrid. Teatro de la Zarzuela. 2-V-2005. Christine Schäffer, soprano; Graham Johnson, piano. Obras de Schubert.16-V-2005. Felicity Lott, soprano; Graham Johnson, piano. Obras de Weill, Haydn, Mozart, Schumann, Brahms,Wolf, R. Strauss, Walton, Bliss, Roussel, Fauré, Duparc, Coward, Poulenc, Hahn, O. Straus y Grant.32Una veintena larga decanciones schubertianas,distribuidas entrelas cuatro estaciones delaño, valieron a Schäffer pararevalidar lo que todos sabemos:estamos ante una soubrettede cámara de la másalta calidad, la fijada por susilustres antecesoras IrmgaardSeefried y Elly Ameling,entre otras.El desafío era comprometido.Un solo autor todala velada, una sola lengua,unas estrofas con intercalacionesde escenas escasas.Schäffer, rescatando unatesitura difícil de situar eneste repertorio, salió triunfante.Su timbre de cristaldorado, su musicalidad infa-lible, la perfección de surecitado, sus intencionescomo intérprete, sus maticesen la repetición de las estrofas,todo fue un dechado decanto schubertiano sóloigualado por la eficaciamagistral de Johnson. Schäffercantó como cantan lasideales campesinas y pescadorasen las ideales florestasrománticas. Fue capaz derelatos tensos y minuciosos(A la Luna en una noche deotoño) y de arrebatos dramáticos(Amor incesante), dejocundas celebraciones(Cantando sobre las aguas)y meditaciones ensimismadas(Cerca del amado).Lott es muy conocida deMadrid y no sólo su presenciasino ese peculiar tipo derecitales que prepara nosresultan familiares y picantes.El reseñado se dedicó(sic) a las mujeres perdidas ylas esposas virtuosas. No sesiguió un orden cronológicoy la soprano fue del rococóal expresionismo, de Strausssobre Shakespeare hastaNoel Coward, de cancionestradicionales inglesas a laSantísima Trinidad del Lied:Schumann, Brahms, Wolf. Ysuma y sigue.A medida que se desarrollabael programa, aumentabael predicamento de Lott,hábil en todo estilo, letra ycarácter, con un dominiosemiteatral de los personajes,vestidos incluidos, que permitíatomar contacto con unaverdadera tropa femenina enmanos de una ilusionista.Exquisita en lo musical,dominando a la fiel compañeraque es su voz, la elegancia(léase: inteligencia,como quiere Ortega) de suporte hizo el resto de unavelada singular y deliciosa.Termino con un lugarcomún: recordar que el pianistaes un maestro de repertorioversátil y brillante, sin elcual el cometido se habríaquedado a medias y no era elcaso de que a tal señora lasiguiera un pajecillo sino todoun Major Lord de la encantadaciudad de la música.Blas Matamoro
ACTUALIDADMADRIDFundación GoetheKABARETT EN LA RESIDENCIAMadrid. Residencia de Estudiantes. 7-V-2005. Katharina Rikus, mezzo. Conjunto TaiMagranada. Schoenberg,Pierrot Lunaire. Más canciones de Kabarett.Se dice que el PierrotLunaire de Schoenberges obra fascinante. No locreo. Es sorprendente, hermosa,acaso quintaesencia dela belleza expresionista, y enella el Romanticismo parecetrascendido. No fascina, nohipnotiza. Reclama comprensióny participación lúcida.En fin, trece años despuésde aquel otro Pierrot,vuelve Pierrot a la Residenciade estudiantes. Menos dedos años después del Pierrotde Barenboim y Anat Efratyen el Real, vuelve Pierrot aMadrid. Y vino acompañadode otras músicas de Kabarett.La mezzo suiza KatharinaRikus cantó y recitó, actuó ysugirió con una expresividadácida en Pierrot, y con unaexpresividad simpática, cómplice,insinuante, rica en guiñosen las canciones deKabarett de 1905-1908. Eranéstas obras de Victor Holländer,Rudolf Nelson, WalterKollo, Ludwig Mendelssohn,Hary Waldau y J. F. Rollers.Katharina Rikus tiene vozpoderosa, agudo fuerte, viscómica, sentido de la sugerencia,buen vibrato, bastanteanchura, con dominio dela parte baja, que no necesitódemasiado en este recital.El protagonismo fue deRikus, desde luego, pero elacompañamiento era de lujo,con el grupo TaiMAgranada,capitaneado por el pianistaJuan Carlos Garvayo, másotros cuatro músicos espléndidos:Juan Carlos Chornet(flauta y piccolo), José LuisEstellés (clarinetes), GermánClavijo (violín y viola) y JoséMiguel Gómez (chelo).Todos ellos, en especial Garvayoy Estellés, tuvieron que“actuar” para secundar lastravesuras de KatharinaRikus en algunas de las cancionescabareteras. Una época,la belle époque antes de lacatástrofe, quedaba retratadaen estas miniaturas y en las21 de Schoenberg y Giraud-Hartleben. Una sala pequeña,agradecida, y también abarrotaday entusiasta, acogió estesingular espectáculo, estedechado de buen gusto ybuen actuar y cantar. La Residenciaacogió esta producciónde la Fundación Goethe,de la que es alma la musicólogaSusana Zapke. Un excelentelibreto incluía los textosde Pierrot y el Kabarett enversión bilingüe; Pierrot, además,se nos ofrecía en el originalfrancés de AlbertGiraud. Un magnífico recital.Santiago Martín Bermúdez33