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nuestros derechos - codhem

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56CODHEMindividual ni el Poder Judicialpueden funcionar eficazmente sinla confianza pública. La confianzade los ciudadanos en la judicaturarepresenta una condición previaindispensable para el correctofuncionamiento del papel del juez.Mientras el juez no lleve espada nicartera, depende exclusivamente dela confianza pública.Por supuesto que la confianza eneste contexto no equivale a lacoincidencia con las decisionesfundamentales de la judicatura. Esbastante obvio que el juez confrecuencia decidirá, como deba, encontra del punto de vista de lamayoría en un asunto dado. Encambio, la confianza pública enla judicatura implica confianza enla justicia, imparcialidad yneutralidad de la judicatura. Ellose refiere a la confianza en laintegridad moral del juez más quea su tendencia a concordar con laopinión pública en cada casoconcreto. Esto implica y requierela firme convicción ciudadana deque el juez no es, bajo ningunacircunstancia, parcial; siendo suúnica motivación la protección delimperio de la ley, no su propiopoder o prestigio.El juez debe, por lo tanto,caracterizarse por su absolutaneutralidad con respecto a laspartes y asuntos que tenga ante sí.La neutralidad no implica en modoalguno apatía ante las dificultadesde las partes o los valores básicosy los principios que están en juego.Por el contrario, estoy convencidode que en una democracia al juezse le exige de hecho dar expresióna los valores y principios de susistema legal. Los valores yprincipios a los que nos referimosno son aquéllos que pueden serconsiderados como dependientesde un estado de ánimo pasajero.Representan los valores, losprincipios y el consenso social quereflejan las condiciones másprofundamente enraizadas en lasociedad democrática. Másque sucumbir a la histeria deacontecimientos recientes, el juezdebería reflejar la historia de supueblo. Es precisamente la propiaindependencia del juez lo que ledota con la capacidad única dereflejar los valores básicos delsistema democrático, inclusocuando no coinciden con losvientos cambiantes de la opiniónpública.El hecho de que los jueces no seanelegidos por los ciudadanos esprecisamente lo que los capacitapara permanecer firmes y reflejarsólo aquellos valores probadospor el tiempo, aquellos principiosy <strong>derechos</strong> subyacentes al sistemalegal aun cuando no seanaceptados en un momentohistórico determinado. Así, el juezdebe representar firmemente ydar expresión a esos valoresespecialmente cuando la sociedadse deja llevar por el populismo. Alhacerlo así, el juez personifica lafortaleza, protegiendo los valoresbásicos y el concepto de lademocracia, tal como fueconsagrada en la estructuraconstitucional y los textos delEstado.El juez debe ser neutral. Sinembargo, no debe ser indiferentecon respecto a la democracia, laseparación de poderes o los<strong>derechos</strong> humanos. De hechoconsidero que el principal papelconstitucional del juez consistetanto en la búsqueda como en elferviente deseo de proteger ypreservar el carácter democráticodel Estado, al tiempo que lasalvaguarda de la separación depoderes. Por encima de todo creoque garantizar y cultivar los<strong>derechos</strong> humanos es la primera ysagrada obligación del juez. Lademocracia no es simplemente elgobierno de la mayoría; lademocracia son también los<strong>derechos</strong> humanos. En ausenciade los <strong>derechos</strong> humanos lademocracia no puede existir.De igual manera la separación depoderes en sí misma constituye unvalor democrático esencial, nosiendo su propósito asegurar laeficacia, sino salvaguardar lalibertad. En realidad, en la raíz denuestro papel como jueces,subyace nuestro deber de respetary defender los <strong>derechos</strong> humanosde la persona en relación con suscongéneres y con el Estado. Comojueces es nuestra obligacióngarantizar los <strong>derechos</strong> humanosde todo el pueblo, con particularénfasis en los débiles, las minoríasy los marginados. De hecho,nuestra independencia nos sitúa enla posición ideal para darexpresión a los valores básicos de<strong>nuestros</strong> respectivos sistemas y parala protección de los <strong>derechos</strong> delas minorías contra la tiranía de lamayoría.Conceder tal protección deninguna manera ofende a lademocracia, sino que lleva a lademocracia, en su más ricosignificado, a su más altarealización.Mi propia experiencia durante laSegunda Guerra Mundial y elHolocausto -Holocausto en elque seis millones de personasde mi raza, incluyendo lamayor parte de mi familia,fueron brutalmente asesinadassalvándomemilagrosamentede ser enviado a un campo deconcentración gracias al valor deun granjero lituano, me hizocomprender la necesidad crucialde salvaguardar la dignidadhumana para todos.Desde la Segunda Guerra Mundialla conciencia pública ha crecidoSEPTIEMBRE / OCTUBRE 2003

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