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UNIVERSITARIO EN CHINA - Fundación ICO

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Ciudad UniversitariaHace 30 añosJan Wong es una canadiense que llegó a la Universidad de Pekín en 1972, en plenaefervescencia maoísta y en medio de la Revolución Cultural. De descendientes chinos, Jan Wongera una hippie convencida, contraria a la Guerra de Vietnam y anti‐capitalista. En un intento porsaber más sobre sus raíces chinas y sobre todo por vivir en “un país socialista feliz”, Jan Wong fueuna de las primeras occidentales en ser admitida en una universidad china 17 .Lo que vivió en aquella tormentosa época en Beida no se pareció mucho a la sociedadidealista con la que había soñado. Durante la Revolución Cultural (1966‐1976), la inmensa mayoríade centros educativos, desde la enseñanza primaria hasta la universidad, habían quedadoparalizados por un movimiento político que pretendía asegurar las raíces proletarias y rurales delPartido Comunista Chino. Este movimiento, que en realidad fue lanzado por Mao Zedong paralibrarse de sus rivales políticos, provocó la persecución de cualquier intelectual, enemigo delPartido o contrarrevolucionario. La Revolución Cultural fue uno de los períodos más traumáticosde la historia de China y colocó a todo el país en un estado de paranoia colectiva que a día de hoytodavía es difícil de explicar. Se puede decir que la educación no existió durante los diez años queduró.Fue en medio de todo este caos en el que Jan Wong llegó a Beida. La universidad, comobuque insignia de la educación superior china y refugio de intelectuales, se convirtió en unabatalla campal. Los estudiantes, convertidos en Guardias Rojos, perseguían, escupían y humillabana los profesores, muchos de los cuales fueron enviados al campo para “reformarse” o murieron enlas duras sesiones de autocrítica. Cuando ya no quedaron profesores, los propios estudiantes seenfrentaron en una guerra abierta para demostrar cuál de las facciones era la más puramentemaoísta y revolucionaria. “Era peligroso simplemente pasear por el campus”, le explicó unprofesor nada más llegar. “Los estudiantes usaban tirachinas y catapultas para organizaremboscadas a sus enemigos. La gente luchaba unos contra otros en las zonas deportivas”. Lasituación en Beida no era de las más dramáticas: en Tsinghua, los aspirantes a ingenieros llegarona construir lanzaderas de cohetes y cañones.En 1972 no existía el gaokao y los estudiantes entraban a la universidad a través derecomendaciones según su bagaje político y fidelidad al régimen. A los estudiantes se lesdenominaba “trabajadores‐campesinos‐soldados estudiantes”. Los sábados y domingos eran lospropios estudiantes los que cavaban con sus propias manos y colocaban ladrillos para construir labiblioteca y la piscina de la Universidad.“La Revolución Cultural había destrozado todos los diccionarios y libros de lengua”, escribeJan Wong, que como maoísta convencida tardó en darse cuenta de la locura a la que estabasometida. Escuchar a Beethoven en aquella época estaba prohibido y no había películas ni obrasde teatro occidentales. Un día, su madre le envió algunos ejemplares de la revista Newsweek, quenunca llegaron a sus manos: “Los tres números de Newsweek que me envió mi madre fueronconfiscados como propaganda contrarrevolucionaria”. Hoy, más de 30 años después, Jan Wong sesorprendería al ver todos los números de la revista estadounidense en la flamante nueva17 Jan Wong. “Red China Blues: My Long March From Mao to Now”. Anchor Books. Mayo de 1997.14

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